Desde hace aproximadamente un lustro, el fútbol español se ha comenzado a dividir irremediablemente en dos tendencias diferentes, ambas marcadas por los dos eternos líderes de la Liga BBVA. Por un lado, el Real Madrid ha disparado a una serie de equipos que siguen de forma ciega su estilo de contraataque, algunos imprimiendo una mayor agresividad a su juego y otros buscando una mayor electricidad en el mismo. Por otro, el Fútbol Club Barcelona, de la mano de Pep Guardiola, inició en 2008 una nueva era con su filosofía de toque y buen juego, la cual se vería reflejada en el fútbol de la selección española y encontraría en muchos otros equipos de la competición un intento de espejo.

Dos de los clubes que más se aproximan a esta última vertiente son el Celta de Vigo y el Athletic de Bilbao. Desde las respectivas llegadas de Luis Enrique y Marcelo Bielsa a sus respectivos banquillos, celestes y leones han comenzado a desarrollar un estilo de juego similar, basado en la alta presión arriba y el fútbol combinativo en el centro del campo. Sin embargo, el ascenso de los primeros parece encajar con la caída de los segundos. Tras un año de poesía, los bilbaínos están realizando un desesperanzador inicio de campaña. Mientras, los vigueses no han acusado, de momento, la salida del ahora técnico del Barcelona, Luis Enrique, y de la mano de Berizzo intentan, con éxito momentáneo, mantener su ritmo creciente.

Mientras unos explotan, los otros se difuminan. Y es que la relación de amistad que une a las aficiones de ambos equipos parece no poder combinarse con sus éxitos y fracasos. Cuando uno sube, el otro baja. Y viceversa. La historia de Celta y Athletic es el relato de dos trayectorias sin puntos en común, sin cruces posibles. Con la llegada del Celta a Europa a finales de los años 90, el conjunto vasco experimentó una decadencia que los mantendría lejos de la mayor competición continental durante 16 años. Mientras los celestes caían al infierno, sus eternos amigos lejanos volvían a su lugar privilegiado. Ahora que las tornas vuelven a cambiarse, parece que el destino de ambos esté ya escrito.

Magia agresiva, combinación letal

El Celta de Berizzo ha descubierto en este inicio de la temporada 2014-15 una de las claves de su posible éxito. Con la llegada del técnico argentino, exjugador del propio cuadro vigués entre otros, a su banquillo, el equipo ha experimentado una clara evolución en su sistema de juego. Partiendo de las ideas sembradas por Luis Enrique el pasado año, su sucesor ha aprovechado para hacer hincapié en ellas aportando su inestimable grano de arena. Con un carácter redomado y una casi matemática organización en el centro del campo, el Celta se ha convertido en un hueso difícil de domar.

La primera decisión que Berizzo tomó al aterrizar en Vigo fue la de entregar la manija del juego del equipo al danés Michael Krohn-Dehli. Consciente de que el escandinavo es el jugador con más visión de juego de la plantilla, diseñó a su alrededor un entramado de jugadores que trabajan para él y a través de él. El fichaje de Radoja, el centrocampista defensivo que tanto se requería a orillas del Atlántico, reforzó una medular algo feble que supuso una gran vía para la pérdida de puntos el pasado año. Con el pulpo serbio cubriendo sus espaldas, Krohn-Dehli goza de una absoluta libertad para levantar la cabeza, conducir y crear juego.

Celta - Football tactics and formations

A su lado se sitúa un Álex López que continúa sin coger su ritmo. Tras ya tres temporadas en la máxima categoría, su falta de adaptación empieza a ser preocupante, e incluso muchos han llegado a cuestionarse que realmente tenga el nivel para desarrollar su carrera en la Liga BBVA. Pese a ello, sigue siendo el jugador más adecuado para ocupar esta posición, ante la falta de cohesión con el equipo de Pablo Hernández y la lesión a medio plazo del internacional argentino Augusto Fernández.

Por delante, las bandas cubiertas por Nolito y Orellana se han convertido en las dos principales armas del equipo. Con Larrivey en punta, la producción combinativa del ataque celeste se ha incrementado notablemente con respecto a la temporada pasada, al igual que la efectividad goleadora. Entre los tres atacantes del equipo vigués suman once goles en siete encuentros. Una cifra nada despreciable.

Rugidos de rabia

En la otra cara de la moneda se encuentra en Athletic de Bilbao de Ernesto Valverde. Tras una magnífica temporada en la que, finalmente, todas las piezas encajaron con una armonía casi sospechosa, el inevitable bajón de nivel no se ha hecho esperar. La trascendental baja de Ander Herrera en el centro del campo ha eliminado a la mayor baza creativa de un equipo que pierde de forma sustancial al no contar con el que ha sido su timón los últimos tres años. Su teórico sustituto, Beñat Extebarría, sigue sin materializar su calidad en resultados, y, en consecuencia, sin solidificar su puesto de director del ataque bilbaíno.

Otro de los factores que han influído a la decadencia del Athletic de Bilbao ha sido el bajón de nivel de otro de sus pilares: el mediocentro Ander Iturraspe. El joven jugador vizcaíno, que en su última temporada logró incluso debutar como internacional debido a su espectacular rendimiento, ha comenzado la nueva campaña a ralentí. Lento en sus movimientos y algo desconcentrado en las ayudas, cada error del cerebro vasco se paga caro en San Mamés. De su nivel dependerán, en gran medida, las posibilidades de este Athletic para recuperar el lugar perdido.

Athletic - Football tactics and formations

Y es que el Athletic Club de Bilbao se compone de grandes promesas que nunca han llegado a explotar definitivamente. El caso más representativo es el de Muniain, cuya irregularidad le ha impedido llegar a ser la estrella que hace unos años prometía. Pese a ello, el pequeño extremo de Pamplona ha arrancado esta temporada siendo el mejor futbolista de su equipo y tirando del carro en los momentos más complejos. En función de su progresión y la confirmación de otros jugadores como Laporte o Borja Viguera variará la fuerza de la columna vertebral de los leones.