No fue la primera ni tampoco será la última. Buscando una mejor formación profesional todavía bastante lejana en España y aprovechando las ansiadas becas para afrontar sus estudios, Garazi Murua sacó billete este verano rumbo a Estados Unidos, un lugar ya conocido para ella. Y es que, curiosamente, su primer equipo de fútbol fue norteamericano. La zaguera bilbaína dejó así atrás toda una vida futbolística que pasó entre el Bizkerre y el Athletic Club, debutando con el primer equipo roijblanco en pretemporada pero no pudiendo hacerlo en competición oficial.

Presente en varias convocatorias con las selecciones nacionales inferiores, Garazi alcanzó su techo el pasado mes de julio, cuando el combinado sub-19 se alzase con la medalla de plata en el Europeo celebrado en Noruega. Titular en todos los encuentros, la vasca fue pieza clave en la consecución de un nuevo éxito para el fútbol femenino nacional.

Pero desde este verano ya no compite en su tierra, porque desde este verano es Estados Unidos el país que puede presumir de formar a un nivel más competitivo a otra perla salida de la inagotable, y poco valorada, cantera española. Vavel.com ha tenido la oportunidad de charlar con la futbolista vasca para conocer de primera mano su historia futbolística, sus éxitos deportivos, y sus impresiones de la nueva etapa que ha iniciado hace escasos meses, entre más cosas. Así es Garazi Murua.

Entrevista

Pregunta: ¿Cómo empezó en el mundo del fútbol? ¿Era su sueño ya desde pequeña?

Respuesta: He jugado al fútbol toda la vida. Empecé en el patio del colegio y en el parque con los chicos. Cuando tenía seis años quise apuntarme al equipo del colegio con ellos, pero se rieron diciéndome que las chicas no podíamos jugar al fútbol. Me mosquee bastante, pero al final probé el tenis y la natación. Pronto me di cuenta de que no me gustaban los deportes individuales, prefería estar rodeada de gente y compartir, y, con nueve años, cuando me fui con mis padres y mi hermana a Nevada (Estados Unidos) por trabajo de mis padres, me metí en el equipo de YMCA. Allí jugué al fútbol en otoño, al baloncesto en invierno y en fútbol otra vez en primavera, ya que las ligas escolares también funcionan según la época del año. Y así empezó todo.

Al año siguiente volvimos a Getxo (Bilbao) y ahí empecé en el equipo de chicos del Bizkerre FT. Yo era una más. Compaginaba el baloncesto y el fútbol, hasta que estando en segundo de la ESO me decanté por el fútbol. Me costó bastante decidir. Mi madre me decía que ella creía que destacaba más en el baloncesto, pero disfrutaba más al aire libre y con la pelota en los pies. A partir de infantiles empecé a jugar con el equipo femenino del Bizkerre, porque ya no se me permitía jugar con los chicos por ley. Tras tres años con el femenino y cinco en el Bizkerre, di el salto al Athletic. Y así hasta hoy.

No se sí era mi sueño o no. La verdad es que al principio no lo pensaba demasiado. Yo jugaba y me lo pasaba bien. Claro que me gustaba ir a ver los partidos del Athletic y la Real Sociedad, y ver los estadios llenos. Me gustaba vestir sus camisetas para sentirme como ellos. Y pronto vi que primero en el Athletic y después en la Real, las chicas jugaban partidos de verdad con esas camisetas. Yo quería ser como ellas, quería jugar en Superliga (y todavía lo sueño, porque aún no lo he conseguido). Diría que fue un sueño y una meta que se fue creando poco a poco a medida que fui conociendo mi entorno y mi realidad. A día de hoy es lo que me mueve.

P: Los comienzos en el fútbol femenino suelen ser muy complicados por el contexto y la sociedad española. ¿Cómo fueron los suyos? ¿Le pusieron muchas barreras?

R: Mis inicios no fueron fáciles, pero sé que hubo mucha gente antes que yo que lo tuvo muchísimo más difícil. Esas chicas son las que a mi modo de ver tienen más mérito, nos dejaron el camino marcado.

"Mi madre me decía que destacaba más en baloncesto, pero yo disfrutaba al aire libre y con el balón en los pies"

Se me hizo duro que los chicos se rieran de mí porque quería jugar al fútbol con ellos y me dijeran que no podía por ser chica. Sí me mosqueaba pero no era del todo consciente de lo que suponía. Después siempre escuchas comentarios fuera de lugar de padres y madres, porque una niña es más fuerte que sus hijos, es mejor o mete más goles… y eso no puede ser. O que no pudiera jugar algunos torneos por ser chica. Iban todos mis compañeros, y yo me tenía que quedar en casa. Son el reflejo de lo que es a día de hoy el fútbol en España, se le da muy poco valor a lo que hacemos.

Sin embargo, he tenido todo el apoyo de mi familia, cosa que no siempre ocurre (algunas incluso a día de hoy no lo tienen). Eso me ha facilitado mucho el camino y me ha dado libertad para decidir dónde quiero estar, qué quiero hacer y disfrutarlo de una manera natural.

P: ¿Qué ídolos masculinos y femeninos tiene Garazi? ¿En qué espejo se suele mirar?

R: ¡Esta es una pregunta difícil! No sé decirte un ídolo masculino, siempre me he fijado en muchos. En algunos por carácter, en otros por calidad. Cuando empecé a jugar era mediocentro y entonces me fijaba sobre todo en Xabi Alonso. También en Xavi o Kaká. Pero después empecé a jugar de central y me empecé a fijar en la salida de balón de Piqué, la casta de Puyol, el carácter de Mascherano...

Mi ídolo femenino es, sin ninguna duda, Irene Paredes. Desde qué la conocí, sobre todo cuando fichó por el Athletic, he visto que es una central que creo que tiene las cualidades perfectas. En alguna ocasión he podido compartir vestuario con ella, y he podido ver muy de cerca la calidad que atesora. Es atleta, va bien por arriba y al corte por abajo, tiene mucha calidad para sacar el balón jugado desde atrás, inteligencia, presencia, casta y carácter. Y además es de casa. Irene es para mí uno de los principales espejos donde mirarme y aprender. Pero hay muchas más que también son brillantes. Y no hay que ir muy lejos para encontrarlas. Jugando fuera me he dado cuenta de la calidad que tienen todas las jugadoras en España en general. Por eso, y por el sacrificio que supone jugar en la elite sin ser profesional, creo que todas ellas son referentes dignas de mención.

P: Después de pasar varias temporadas en las categorías inferiores del Athletic, ¿qué se lleva de esa etapa?

R: Me llevo todo. Durante estos cuatro años he intentado ser como una esponja. Creo que es un privilegio jugar con algunas de las mejores jugadoras del territorio, con grandes entrenadores y demás cuerpo técnico. Me llevo las experiencias y, sobre todo, las personas. He hecho grandes amigas y he aprendido mucho de fútbol: los principios básicos del juego, a entender lo que las situaciones requieren tanto dentro como fuera del campo… He aprendido el juego, y he crecido con un estilo. He aprendido a ser deportista.

"No hay mayor y más bonita medalla que mirar atrás, ver lo que has vivido y sonreír"

Me han enseñado en el día a día, en relaciones humanas y el reflejo de lo que es la vida. Miro atrás y me doy cuenta de que he evolucionado como persona y como deportista. Además, gracias a ellos, se me han abierto las puertas de la selección y también de probar en Estados Unidos. Influye mucho estar en un grupo muy humano y homogéneo, y además con la calidad que tienen todas. ¡Espero de todo corazón que sólo sea un hasta luego!

P: No llegó a debutar oficialmente con el primer equipo pero hizo pretemporada con él y jugó un amistoso contra el Barcelona. ¿Cómo valora esa experiencia con el Athletic?

R: Tiene un valor incalculable. Tener la oportunidad de jugar y vivir por un tiempo con las mejores jugadoras de España es algo con lo que muchas solo sueñan. Quizás no vivan de esto, pero le dedican la misma o más pasión que los chicos profesionales. Comen, respiran y viven fútbol. Empezando desde cómo descansan, cómo comen, cómo entrenan, cómo juegan... Cuidan su cuerpo, su herramienta de trabajo, y se exigen el máximo en cada acción. Son gente que está donde está por su perseverancia (y por su calidad, claro). Cuando entrenaba con ellas miraba cómo hacían todo: los controles, la colocación, la precisión, la actitud y la intensidad (¡incluso la sacarina en vez del azúcar!). Me impresionó la minuciosidad con la que hacen todo. Intentaba estar atenta a todo y escuchar con atención sus consejos y correcciones. Y lo mejor es que es gente muy abierta, dispuesta a ayudarte y a acoplarte, o apretarte las gomas si hace falta. Fue una gozada poder disfrutar en primera persona de deportistas de primer nivel.

P: Ha jugado partidos con la sub-17 y la sub-19 españolas, con la que también ha sido subcampeona de Europa. ¿Cómo se vive una final continental?

R: La selección es un fruto del trabajo de cada día, en el que influyen también, y en gran medida, los técnicos y tus compañeras. Para mí es algo muy grande poder estar entre las mejores de España de la categoría. Aún así siempre era consciente (o intentaba) de que a veces estas dentro y otras no, porque siempre habrá alguien mejor que tú. Por eso intentaba disfrutar y aprender lo máximo cuando tenía la ocasión de ir.

Jugar dos segundas fases (en Madrid con la sub 17 y en Alemania con la sub 19), y una fase final de un Europeo después, ha sido una experiencia muy enriquecedora. He tenido la ocasión de compartir campo con gente como Alexia Putellas o Virginia Torrecilla, que son dos fijas en la absoluta ahora. Todas las demás también son y han sido brillantes.

"Todavía hoy me siento responsable de lo que pasó en el Europeo de Noruega; no pudimos ponerle la guinda perfecta"

La final ante Holanda me dejó un sabor agridulce. Dulce porque ha sido lo más lejos que he llegado, teniendo la confianza de Vilda y habiendo jugado todos los minutos creo que a un buen nivel. Toda la gente de mi alrededor se volcó conmigo y con el equipo, y sentí ese calor de principio a fin. Además, jugamos un fútbol efectivo y atractivo, y fuimos muy fieles a lo que sabemos hacer, aún cuando el camino se puso cuesta arriba. El grupo creyó, y creo que al final nos sorprendimos a nosotras mismas. Sin embargo el sabor agrio lo dejo la jugada del 0-1. Todavía hoy me siento muy responsable de lo que pasó, y de que no pudimos ponerle la guinda perfecta a un campeonato de ensueño. Jugamos muy bien, pero el fútbol no nos premió. Dominamos y tuvimos el empate en varias ocasiones, pero gana el que más goles mete. Es así y ya está. Aprendí mucho en aquella final, entre otras cosas a cómo encajar una situación tan dura en días posteriores. El fútbol seguramente le debe un gran torneo a esta selección, pero creo que yo personalmente le debo mucho más al juego de lo que él me debe a mí. No hay mayor y más bonita medalla que mirar atrás, ver lo que has vivido y sonreír.

P: Una vez finalizado un ciclo en España, ¿qué motivaciones le llevaron a marcharse a Estados Unidos?

R: Estando en un torneo en Galicia con el filial el verano pasado, el entrenador del equipo americano (ETSU) me mandó un mensaje. Me dijo que me vio jugar contra Alemania, República Checa y Grecia, y me ofreció una beca completa para seguir con mi carrera de Económicas mientras jugaba al fútbol. Poco a poco fuimos hablando, visité la universidad y vi al equipo. Estamos trece europeas, y algunas de ellas juegan con sus selecciones absolutas. Me atrajo mucho la idea, y pensé “¿por qué no probar?”. Otro país, otro idioma, otra cultura y otro fútbol. Y en Estados Unidos, donde está la liga profesional más potente, con más dinero e infraestructuras. Una oportunidad única. Sabía que sería una experiencia dura, pero que me enseñaría cosas que de otra forma quizás no viviría. Hablé con el Athletic y no me puso ninguna traba. Es más, me ayudó en todo lo que necesité.

P: ¿Cómo se compatibilizan los estudios y el deporte en las universidades estadounidenses?

R: El equipo y la universidad, al ser la misma institución, trabajan de una manera coordinada. Los horarios de clase se adaptan al calendario deportivo y viceversa. Tienen una gran cantidad de personal que se centra única y exclusivamente en atender las necesidades de los deportistas. De esta manera, nosotros solo nos preocupamos de jugar y estudiar, todo lo demás nos lo dan hecho. Los profesores saben cuando estaremos en clase y cuando no, nos apoyan y nos facilitan los trámites. Todo lo que en España tienes que arreglar por ti misma (matrículas, material, vivienda, libros, elección de asignaturas, comunicación con el profesorado...) aquí te lo dan hecho. Además, en caso de que tengas dificultades con los estudios, ponen un profesor de apoyo a tu disposición. El calendario es apretado, y al final en lo académico no te exigen menos que a otro alumno cualquiera, así que hay que ponerse las pilas. Es un sistema que saca todo de ti.

Foto: UEFA.

Es una pena que en España se pongan tan pocas facilidades a los deportistas. Es un esfuerzo extra, y que además no se reconoce de la misma manera. Allí eres un alumno más, una persona más. Aquí eres estudiante-deportista, te tratan como tal, y eres su orgullo y ejemplo.

P: ¿Cómo es un día a día en su vida americana?

R: El día empieza pronto. A veces hacemos gimnasio a la mañana, empezando a las siete y hasta que empiezan las clases, a las ocho y cuarto. A las 11:20 voy a casa y me hago la comida, y, sin tiempo para mucho más, a las 13:40 vuelvo otra vez a clase hasta las tres. Depende del día, a veces entrenamos a las cuatro o a las siete. Los entrenamientos aquí duran dos horas y media. Y en los ratos libres tengo que ir a hacer mis “horas de estudio”. Esas horas son obligatorias para todos los deportistas, y vamos a una sala donde tenemos tutores y ordenadores a nuestra disposición. Yo tengo que hacer seis horas semanales, pero el tiempo suele variar de un equipo a otro, en función de lo que decida el entrenador. Al final del semestre se me exige tener una media de 3.6/4, y si no llego me obligarán a hacer más horas de estudio. Si llego, puede que ese tiempo disminuya. Para aprobar hay que sacar una C (70 sobre 100). Suspender una asignatura, en el peor de los casos, significa quedarse sin beca. Por eso todo el mundo se aplica aquí.

P: ¿Qué diferencia ha encontrado a nivel de entrenamientos y a nivel competitivo entre el fútbol norteamericano y el español?

R: Se entrena más y con mejores medios. Nosotras tenemos en nuestra universidad un programa olímpico al que muy pocas universidades tienen acceso. Entrenamos y jugamos con GPS y pulsímetro, y todos esos datos los gestiona el cuerpo técnico, para sacar el máximo rendimiento de cada jugadora. Además, después de cada sesión nos dan un suplemento de proteínas, para recuperar más rápido, ya que la liga aquí dura entre tres y cuatro meses, y tenemos entre dos y tres partidos por semana. Es muy intenso. Las infraestructuras son como las de cualquier equipo de primer nivel en España: campos de hierba natural bien drenados y cuidados, gradas, vestuarios amplios, y lugares apropiados para la preparación y recuperación física. El apoyo mediático también es bastante grande.

"En Estados Unidos eres estudiante-deportista, y eres su orgullo y ejemplo"Por otro lado, el fútbol aquí es muchísimo más físico. En España y en Europa en general yo diría que es más técnico y táctico. Allí me sentía una jugadora fuerte, pero aquí todas las delanteras son más rápidas y fuertes que yo. El juego es más caótico, de ida y vuelta, hay muchas más transiciones y hay que correr más. Hay más disputas, y meten el pie sin miedo, y muy fuerte. Si no vas con la misma intención que ellas corres el riesgo de hacerte daño. Las reglas también son ligeramente diferentes: en el segundo tiempo puedes hacer todos los cambios que quieras, por eso hay equipos que cuentan con plantillas de hasta 30 jugadoras. Esto altera un poco el ritmo del partido, ya que haciendo tantos cambios, puedes tener jugadoras frescas corriendo durante todo el partido. Además, si los 90 minutos reglamentarios acaban en empate, hay prórroga a gol de oro.

Nuestro equipo está muy bien dotado técnicamente, probablemente mejor que muchos otros equipos. Tenemos trece jugadoras europeas y entrenadores europeos (de Gales, Escocia e Inglaterra), e intentamos implementar un juego más vistoso, como el estilo español, intentando jugar la pelota desde atrás con un juego combinativo. Por eso quizás se me ha hecho más fácil adaptarme, aunque la manera de pensar y moverme sea algo diferente. Aquí en tres pases se te plantan en tu portería, y no se cansan de hacerlo y correr durante los 90 minutos.

P: Con la experiencia adquirida en el extranjero y teniendo como objetivo futuro la mejora del fútbol femenino en España, ¿qué medidas aconsejaría al fútbol nacional para que siga creciendo a nivel de medios y difusión mediática?

R: Creo que la diferencia en Estados Unidos está en que a las mujeres se nos ve como a deportistas en primer lugar, y después está el género. Los aficionados van a ver eventos deportivos, no a mujeres o a hombres. Hay mucho más apoyo institucional y social, por ejemplo, es obligatorio dar la misma cantidad de becas y dinero a los equipos femeninos. Además, aquí la gente de la ciudad se vuelca con los equipos independientemente de si son mujeres u hombres los que juegan, cuidan con amor y orgullo a sus equipos, y los deportistas somos ejemplos para el resto de estudiantes y niños. Es una mentalidad y cultura diferentes. El soccer es el deporte rey femenino, los patrocinadores buscan iconos femeninos para vender sus productos y las niñas quieren ser futbolistas de mayor.

En España hace falta cambiar la mentalidad de la sociedad desde la base, educando desde la igualdad. Y ofrecer igualdad de oportunidades. En muchos aspectos no es que haya falta de dinero (porque para algunos lo hay), sino falta de ganas, y gente competente en los puestos de responsabilidad. Un ejemplo claro es la televisión pública. La televisión pública la pagamos todos, y por ello creo que se debería dar la misma cobertura tanto a deportes masculinos como a femeninos, y deportes minoritarios. En algunos países de Europa para fundar un equipo masculino es obligatorio que tenga también su sección femenina. Algunos países tienen estructuras fuertes, sólo hay que ver como lo hacen, y tratar de adaptarlo. Creo que el fútbol femenino también puede ser negocio. Alemania y Estados Unidos ya lo han demostrado. Es vital que las ligas se autofinancien, y que las secciones femeninas de los clubes puedan nutrirse sin depender de la sección masculina. Abby Wambach dijo una vez: “no quiero que la gente invierta en en el deporte de las mujeres porque es lo que hay que hacer. Quiero que inviertan porque lo consideran inteligente”.

Confiamos en que algún día la gente aprecie y valore nuestro deporte de la misma manera que lo hacemos nosotras.

P: España se ha clasificado hace mes y medio para el primer Mundial absoluto. ¿Cómo se ha enterado?, ¿ha tenido difusión en el país norteamericano?

R: Intento mantenerme informada de todo lo que pasa en casa. Sigo al filial, al primer equipo, la Primera División, y por supuesto, a la Selección. Estuve pendiente del partido aunque no tuve ocasión de verlo. Twitter y Facebook, entre otros, facilitan mucho el seguimiento. Nada más enterarme escribí a Erika y a Eli Ibarra, dos de las jugadoras con las que he tenido contacto principalmente por estar en el Athletic, y les di la enhorabuena. La gente de mi equipo sí se enteró de la clasificación, de hecho los entrenadores me lo mencionaron, pero para países como Estados Unidos sólo supone un trámite. A mí me alegró muchísimo, porque es premio al esfuerzo de todo el fútbol femenino, del trabajo que se hace, que empezó hace ya unos años con las pioneras que pelearon contra toda dificultad. También intenté aportar mi granito de arena al eco que ha tenido internacionalmente. Lo siento como algo muy mío, y ver a gente cercana disfrutar de un momento así, me hace creer que estamos ante buenos años y cerca de éxitos a todos los niveles.