La entropía es el grado de desorden y caos que existe en la naturaleza. Es el segundo principio de la termodinámica que puede definirse esquemáticamente como el “progreso para la destrucción” o “desorden inherente a un sistema”. Para una compresión más precisa del término es muy útil el ejemplo del estado sólido y líquido de la materia, en estado líquido es cuando se presentan mayores cotas de entropía, de desorden y caos, mientras que es el estado sólido el que presenta niveles más bajos de entropía y por tanto mayor orden.

La entropía es el grado de desorden y caos que existe en la naturaleza

Partiendo de este concepto es interesante analizar el momento actual de un equipo, un club, que hasta no hace demasiado tiempo se significaba por todo lo contrario. Y es que el Barcelona sigue transmitiendo tanto a nivel deportivo como institucional, que desde hace al menos tres años han entrado en un proceso de alta entropía difícilmente explicable. Las sensaciones que se desprende de las decisiones que se toman, son de caos de total, parece claro que a la Junta Directiva le ha venido demasiado grande la herencia de un equipo histórico que por consecuencia lógica del tiempo y la naturaleza entró en declive.

El desorden institucional del Barcelona es a día de hoy muy preocupante y el equipo es fiel reflejo de ello. El Barcelona se ha lanzado este verano a una presunta revolución, pero si analizamos las incorporaciones, exceptuando la portería, donde parece haberse cubierto las necesidades del equipo, y a Luis Suárez que lo firmaría hasta la portera de Núñez, los nuevos efectivos para nada han contribuido a esa revolución de la que se presumía y hablaba. El director deportivo es un ejemplo diáfano de esa entropía de la que hablamos, de ese caos difícilmente reconducible. Llegaron buenos futbolistas como Suárez, Rakitic o Mathieu, pero posiblemente estos no fueran los que necesitaba la plantilla, para volver a ser competitiva jugando como equipo y defendiendo un estilo que hizo grande al club. La labor técnica de Zubi es cuando menos cuestionable y sus niveles de entropía encuentran sus mayores cotas con dos nombres: Vermaelen y Douglas, del primero se llegó a decir que era un central de rendimiento inmediato y del segundo que era el sustituto natural de Alves, cuando al chico, que no tiene culpa de nada, le vino grande hasta la llegada al aeropuerto de El Prat.

Desde hace al menos tres años, el Barcelona ha entrado en un proceso de alta entropía difícilmente explicable

Seguro que en este desaguisado tiene buena parte de culpa el entrenador, pero si el técnico ha sido contratado por el director deportivo, la responsabilidad de Zubi es directamente proporcional a su incompetencia para reconducir el lógico periodo de transición al que se está enfrentando el club. Sería lamentable que el club lo transitara con las manos vacías, dilapidando los últimos años de carrera del mejor jugador del mundo. Toda crítica a un equipo en la mayoría de las ocasiones suele ser ventajista e injusta, puesto que es muy fácil ver el fútbol desde el andamio, pero estos primeros meses de competición no son nada alentadores respecto al futuro del equipo y sus posibilidades de al menos hacerse con un título a final de temporada. La imagen que se transmite es en todo momento caótica, contradictoria, parece que Luis Enrique quisiera llegar al orden a través del caos, pues en ningún momento ha dado señales de haber encontrado el equipo tipo. La alineación de Almería es uno más de los muchos mensajes contradictorios que ha enviado el asturiano desde que se hizo cargo de la dirección técnica del equipo.

Tremendamente inexplicable y paradójico es el hecho de que en una convocatoria con tres laterales diestros (Alves, Douglas y Montoya), acabe jugando en esa posición Adriano. Igualmente en esta plantilla encontramos demasiados jugadores que en otros equipos serían estrellas, pero que en un club con las exigencias del Barcelona son de rotación y acompañamiento. Jugadores como Rafinha, Montoya, Sergio Roberto, Douglas, Adriano y Bartra, difícilmente llegaran al nivel. Otros como Rakitic son grandes peloteros, pero están perdidos y no acaban de encontrar su sitio y, la base de aquel equipo que nos enamoró está ya muy lejos de su mejor nivel. Por tanto a día de hoy el nivel de entropía del equipo es brutal, el equipo se encuentra en estado líquido, el estado molecular en el que impera el desorden y el caos, muy lejano a ser ese equipo sólido que permita hacer brillar con fuste la posiblemente mejor delantera del planeta, junto a la del Real Madrid.

La pelota creaba el orden en el Barcelona y el desorden en su rival, pero en medio de este caos el Barça ha perdido la pelota y con ella su identidad

Lógicamente en tal desorden, en medio del caos solo la genialidad es capaz de poner orden, y es ahí donde aparece el talento de Neymar, Messi y Suárez, que puede dar para salvar la mayoría de los partidos, pero que ni de lejos le servirá para plantar cara a varios equipos de la élite que hoy día están un escalón por encima tanto en juego de equipo como en composición de la plantilla. Paradójico que Xavi, un jugador que a principio de temporada estaba fuera de los planes de la dirección deportiva y el cuerpo técnico, sea el único capaz de sacar al Barça del caos y poner un poco de cordura e identidad en la circulación del esférico. Xavi es mucho Xavi, como Puyol era mucho Puyol, Mascherano lo intenta y sin ser central es el mejor defensa que tiene el Barcelona, pero resulta cuando menos sangrante seguir viéndole jugar ahí después de todo lo pasado y después del mundial que se marcó en la posición para la que nació como futbolista. Un balón parado es un conato de incendio, como lo es una contra con balón a la espalda. Busquets, el Bombero de Badía no puede apagar tantos fuegos, mucho menos desde que se fueron Abidal y Puyol. Piqué no está y se le echa de menos en la salida del balón, Vermaelen, sigue haciendo trabajo específico y Mathieu ya no sabemos si es central o lateral. En descarga de todos ellos, decir que en el caos, en el que vive instalado el equipo, la línea defensiva es la que sufre y queda expuesta ante los demás, siendo la responsabilidad de todo el grupo.

El equipo está mal plantado, el desorden del sistema no responde como en otras ocasiones a una búsqueda intencionada de un caos del que surgía un orden letal, sino que es fiel reflejo de la entropía de la entidad, que va dando tumbos desde que identificó la decadencia de un equipo que quedó para la eternidad, pero que como todos no podía ser eterno. El Barça está en ese proceso natural y entrópico de la materia, en el que es necesario pasar por el más alto estado de desorden para encontrar el menor grado de caos y por tanto el orden que le encumbró. Para ser sólido debe pasar por el estado líquido, pero depende de las decisiones de sus dirigentes determinar el tiempo que quieren emplear o dilapidar, para volver a ser un equipo con máximas aspiraciones. La pelota creaba el orden en el Barcelona y el desorden en su rival, pero en medio de este caos el Barça ha perdido la pelota y con ella su identidad.