Año de fiesta en la pequeña y trabajadora localidad guipuzcoana. En Eibar se respira humildad y esfuerzo en cada esquina, y esta vez el fútbol les dio el merecido premio a los hombres de Garitano. Sin embargo el final no ha sido el esperado y el propio fútbol, que se tiñe de cruel en demasiadas ocasiones, se lo arrebató de las manos. Los armeros han vivido el mejor año de toda su historia. En su 75 aniversario el club vasco ha materializado el sueño de jugar en la máxima categoría española, algo que parecía inalcanzable hace unas temporadas. Eibar ha presumido de equipo todo el año.

No cabe duda de que hay que dar gracias a la temporada eibarresa en la Liga BBVA, que ha dado una lección al fútbol moderno. El Eibar ha demostrado, o por lo menos refrescado, que el dinero no lo es todo y que aún hoy en día se puede escribir nuevas historias como la de David y Goliat. Los valores que han llevado los armeros como bandera han iluminado a base de pequeños destellos de luz el cada vez más oscuro fútbol actual.

El camino de la SD Eibar no ha sido fácil, de hecho lo que una vez se consiguió en el campo se pudo reducir a polvo en los despachos. Después de ganar la Liga Adelante 2013/14 el equipo guipuzcoano tuvo que llevar a cabo una ampliación de capital. El club contaba con un capital de 433.253 euros, pero la LFP obliga a los equipos de Primera División a tener un capital de 2.1 millones de euros. Después de un largo y duro verano, se consiguió alcanzar la cifra el 15 de julio. En una muestra de corazón, quizá la primera lección del Eibar, el club dejó a Luis María Cendoya y sus 90 años, socio número uno, comprar la última acción (nº 46.200) y pasar a formar parte de la historia de aquel club al que pertenece desde 1945.

Manos a la obra

Después de sentirse oficialmente equipo de Primera División el club tenía que comenzar a moldear una plantilla a la altura. Después de una fulgurante temporada en Segunda División varios de sus jugadores tuvieron que salir, muchos de ellos terminaron su cesión. Una interminable lista de bajas, de las cuales; Yuri, Morales, Urko y Jota Peleteiro fueron las más dolorosas.

Era momento de retomar el vuelo y alistar a un nuevo grupo de hombres para que se empaparan de la filosofía eibarresa y ayudar a poner la primera piedra eibarresa en la máxima categoría. Javi Lara fue el primero en llegar, le siguió la renovación de Dani García y le siguió Ángel, Dani Nieto, Jaime Jiménez, Abraham, Ekiza, Boateng, Didac Vila, Piovaccari, Lekic… Una larga lista de jugadores a los que Garitano tuvo que esculpir.

Con la presencia de debutantes en la mayoría de la plantilla y al menos 9 jugadores que habían estado vistiendo la elástica azulgrana desde 2ª División B, el Eibar se embarcó en una apasionante temporada llena de altos y bajos.

Comienzo de ensueño

La vida muchas veces es la mejor guionista. El escenario elegido para debutar en Primera División fue Ipurúa, aquella caja de zapatos siempre mojada que huele a césped y cal, en el que se respira fútbol. El Derby guipuzcoano fue el partido elegido para que los armeros se bautizaran, y menudo bautizo. El Eibar venció por 1-0 a la Real Sociedad, Javi Lara fue el encargado de marcar el histórico gol, ante el deleite de una afición que por fin veía a su equipo en lo más alto. Los primeros tres puntos, y es que así es el Eibar, no podría haber empezado de otra manera.

Garitano había creado a un gran equipo, una ilusionada plantilla que sabía cuál era su papel y que no tenía nada que perder. El Eibar se adentraba en una gruta en la que nunca habían caminado, pero en la que no tardarían en ponerse cómodos.

El fulgurante comienzo fue acompañado por una destellante primera vuelta. Los hombres de Garitano firmaron una media competición fabulosa, y jornada tras jornada, lucha tras lucha llegaron al ecuador de la temporada en octava posición. El Eibar no dejaba de dar lecciones y los amantes del mundo del balón veían perplejos cómo un equipo de una localidad de apenas 20.000 habitantes y con un presupuesto de 3 millones se situaba a tan solo 6 puntos de competición europea. El Eibar recogía lo que sembraba.

Las grandes citas

Camp Nou, Vicente Claderón, Bernabéu, Mestalla, San Mamés… todos tuvieron la suerte de recibir al Eibar. Como ya decía el míster en pretemporada el equipo debía suplir su falta de experiencia e inferioridad técnica con ganas y trabajo. Los armeros cumplieron y nunca se arrugaron, ni en los peores escenarios. El primero fue el Calderón, el campeón venció por 2-1 en su casa pero vio como Ángel besaba el palo en la última jugada del partido. El siguiente fue San Mamés, un verde Athletic recibió a un Eibar que venía como un toro, pero el partido se resolvió con un empate a cero. El mismo resultado se cosechó en el Sánchez Pizjuán, y es que el Eibar fue uno de los culpables de que los de Emery rompieran la larga racha de victorias en casa.

Los de Garitano se convirtieron en un hueso duro de roer y así fueron al Camp Nou. Messi, Neymar y Luis Suarez no consiguieron perforar la meta rival hasta el 66’. Xavi abrió la lata y Messi y Neymar terminaron de decantar la balanza para los culés. El Eibar presentó batalla en el campo del actual campeón y Ander Capa estuvo a punto de marcar el 0-1. Aficionados, jugadores y entrenador barceloneses supieron reconocer el esfuerzo de los eibartarras. Las visitas a Mestalla y Bernabéu fueron otra cosa. El equipo no llegó en buenas condiciones y perdieron 3-1 y 3-0 respectivamente.

Una despedida dolorosa

Mucho peso tuvo la pérdida de Albentosa. El mariscal de la zaga armera abandonó el club en el mercado de invierno y dejó a la familia armera huérfanos. El defensa alicantino estaba rindiendo a un grandísimo nivel y eso suscitó el interés del Derby County, club al que finalmente puso rumbo.

Su salida fue un punto de inflexión. El equipo pareció desmoronarse y desde su salida todo cambió. Albentosa era clave en el equipo, una de las piezas claves del ascenso y de la lucha en Primera División. El alicantino dejó un hueco difícil de tapar en el centro de la defensa, tanto es así que Garitano utilizó tres jugadores diferentes en su posición; Lillo, Ekiza y Añibarro.

Cambio de suerte

El año nuevo no sentó muy bien en la familia armera. Los hombres de Garitano vencieron por última vez el 10 de enero en Ipurua, imponiéndose por dos goles a uno. La última jornada de la primera vuelta se saldó con un empate a uno ante el Córdoba y a partir de ahí el equipo fue cuesta bajo y sin frenos. Los de Garitano sumaron ocho derrotas consecutivas una larga y penosa racha que se resolvió con un pobre empate ante el Granada en casa. Después de sumar 27 puntos en los primeros meses de competición era impensable que el Eibar tan solo sumara 8 en los restantes.

El equipo no pudo acercarse al nivel demostrado en los meses anteriores. El desgaste físico y en definitiva la inexperiencia pasó factura a la plantilla, que acompañada de una cucharada de mala suerte provocó un caída en picado de poder futbolístico. El Eibar ya no era lo que era, los partidos se hacían largos y apenas se encontraban soluciones. Sin embargo la plantilla nunca dejó de dar la cara y acompañados por un apoyo impensable de una afición de oro lucharon hasta la última jornada por la permanencia. El Eibar pelearía hasta el último minuto por no despertarse del sueño.

Un inmerecido final

Nadie podía imaginar un final así para el Eibar. Los guipuzcoanos se habían ganado la permanencia y habían dejado claro que tenían la calidad suficiente como para mantenerse un año más en Primer División. Sin embargo la segunda vuelta paso factura en el seno armero y aunque se empeñaron en conseguir la permanencia el destino no le dio el final esperado. No se porto bien el fútbol y una vez más demostró su lado menos amable.

La última jornada pintaba muy bien para el Eibar que necesitaba ganar al Córdoba en Ipurua y esperar a lo que hicieran Deportivo, Granada y Almería. Sus tres rivales tenían duros rivales, los gallegos visitaban el Camp Nou, los granadinos recibían al Atlético de Madrid y los almerienses al Valencia. No podía tener más de cara la jornada el Eibar que saltó al campo enrabietado y en apenas quince minutos ya ganaba 3-0 al Córdoba.

Todo parecía ir bien en el Camp Nou, como era previsible el campeón de Liga, campeón de Copa y finalista de la Champions League ganaba 2-0 al Deportivo de la Coruña, pero en la segunda parte los de Luis Enrique dejaron de pisar el acelerador y los deportivistas consiguieron igualar el marcador. El empate de los gallegos descendía matemáticamente a los de Garitano. El Atlético de Madrid tampoco consiguió vencer en Los Cármenes y el Almería, equipo que tenía más difícil la permanencia perdía ante los de Nuno que se jugaban su puesto en Champions.

La jornada terminó con empate en Barcelona y Granada, derrota en Almería y victoria en Eibar. Sin embargo los armeros se llevaron la peor parte y la clasificación les sentenció. La SD Eibar, con tan solo dos jornadas en puestos de descenso no consiguió salvarse y se convirtió en equipo de Liga Adelante.

La familia armera

Recital tras recital, lección tras lección. La familia armera ha devuelto la ilusión y ha demostrado que el fútbol como se entendía hace una décadas no ha muerto. El propio presidente, Aranzábal declaró que la temporada suponía una enseñanza para la sociedad y en definitiva el Eibar ha sido inspirador. Garitano ha regalado al club los dos años más gloriosos de su historia y después de no haber sido cuestionado en un solo momento ha hecho gala, una vez más, de su moral y carisma impoluta y ha decidido dimitir después de descender al equipo.

En definitiva el Eibar ha sido el ejemplo perfecto de merecido y trabajado éxito. Un equipo que ya ha dejado su valiosa impronta en la Primera División y que espera volver a remarcarla pronto.