Superación. Palabra clave en la vida, palabra clave en el deporte. La competición siempre es contra otros, pero debe empezar por uno mismo. El Celta ha clavado este axioma desde que regresó a Primera División hace tres años. Más rápido, más alto, más fuerte. Tras una agónica salvación en la temporada del retorno, Luis Enrique dio un salto de calidad al equipo, que acabó noveno con 49 puntos. Berizzo ha refrendado la mejoría, y los suyos terminaron octavos, con 51 puntos, rozando la rampa de salida hacia a Europa.

La pretemporada se saldó con grandes sensaciones

La temporada empezó pronto. Muy pronto. El 8 de julio de 2014 arrancó el Celta de Berizzo en A Madroa, sin Orellana y sin Augusto Fernández, con permiso para retrasar su llegada por la disputa del Mundial. Pablo Hernández, Joaquín Larrivey, Carles Planas y Sergi Gómez eran los refuerzos de un equipo que tuvo en Rafinha su pérdida más notable. La pretemporada estuvo marcada por una carga de trabajo físico brutal en Vigo, que se acentuó todavía más en el stage de Marbella. La rumorología —un clásico de esas fechas— también acompañó al equipo. Primero con Orellana como blanco, con informaciones difusas que apuntaban a que el chileno no se incorporaría a la concentración primero y que su salida era inminente cuando lo hizo. Finalmente no fue así y diez meses después el Ninja ha terminado el curso como uno de los mejores del equipo. Los que sí hicieron las maletas fueron Jota y Yoel, camino de Valencia y Brentford respectivamente.

El propio Celta también emprendió camino a Inglaterra para hacer una gira con muchos partidos. Antes, los celestes habían caído ante el CS Constantine argelino en su primer encuentro y goleado al Rápido de Bouzas en Barreiro. En la isla británica, los de Berizzo fueron cada vez a más y, tras tres empates, cerraron la gira con una gran victoria ante todo un Everton. Precisamente el equipo toffee se convirtió en protagonista de la actualidad céltica, cuando se mostró dispuesto a pagar la cláusula de Nolito (diez millones de euros) para llevárselo a la Premier. El gaditano prefirió quedarse en Vigo y renovar con el Celta, extendiendo su contrato hasta 2019 y subiendo la cláusula a 18 millones.

De vuelta Vigo, el Celta había alcanzado un nivel físico óptimo y barrió al Deportivo en Pasarón y al Calgiari en el Quinocho en los últimos amistosos de la pretemporada. Estaba listo.

Mejor imposible

Llegó el día. La Liga arrancó el 23 de agosto en Balaídos, con el Getafe como primer rival de los celestes y con el último fichaje del verano, un semidesconocido Nemanja Radoja, ya en el banquillo. La altísima presión tras pérdida, el ritmo frenético y la fulgurante velocidad de balón del Celta comparecieron desde el primer día. Muy superiores al cuadro azulón, los locales solventaron el choque con goles de su tridente ofensivo: Nolito, Larrivey y Orellana.

Los bajones físicos en las segundas partes, lo único negativo en el arranque

Hasta los caminos más largos empiezan por un paso, y el primer paso del Celta fue con buen pie. El segundo trajo un punto, aunque los pupilos de Berizzo merecieron más. En pleno agosto, a las siete de la tarde en Córdoba, con el termómetro a 35º, el equipo vigués mostró de nuevo sus credenciales pero se quedó sin victoria cuando Fede Cartabia igualó el tanto inicial de Orellana. Una semana después, de vuelta a Balaídos, de nuevo un bajón físico en la segunda mitad permitió a la Real Sociedad igualar el 2-0 que el extremo chileno y Larrivey habían puesto en el marcador. El primer test serio de la temporada llegó en la jornada 4, en el Vicente Calderón contra el vigente campeón de Liga. El Celta ofreció una cara competitiva inaudita y, a pesar de encajar dos goles a balón parado, supo sobreponerse, aguantar y acabar empatando el partido con una obra de arte de Pablo Hernández y un tanto de penalti de Nolito.

O noso derbi certifica las sensaciones

A pesar de mantenerse imbatido, el buen juego no terminaba de trasladarse al marcador. Una victoria y tres empates no parecía un bagaje suficientemente bueno para las grandes prestaciones de los celestes sobre el césped. Así se llegó al día del derbi gallego. Un martes, a las 22:00 (horario muy habitual en la temporada), el Deportivo visitó Balaídos y, paradójicamente, en el partido más flojo del Celta hasta aquel momento, sí acompañó el resultado. Nolito adelantó a los celestes muy pronto. El gol tempranero y la amplia diferencia entre ambos equipos hizo que los locales se relajasen. Fruto de ello, el Dépor creció en el segundo tiempo y empató por medio de Cuenca. Larrivey, con un remate de cabeza inapelable en un córner, puso el 2-1 definitivo. Pero el partido no estaba cerrado, ni mucho menos. En el último suspiro, Sergio se erigió en héroe del celtismo al detener un penalti a Medunjanin y dejar los tres puntos en casa.

La semana fantástica del Celta se completó tres días después en Elche, cuando una obra de arte de Krohn-Dehli dejó solo a Nolito dentro del área para que el gaditano resolviese. Gol partido. Un tanto que rescataba tres puntos más para los vigueses en un partido muy disputado.

Frenazo a los puntos pero no al juego

El Celta se mantuvo imbatido siete jornadas. Casi dos meses sin perder llegaron a su fin en Balaídos. El Villarreal aprovechó los errores defensivos celestes para vencer por 1-3, a pesar de que los vigueses cuajaron un partido de muy buen nivel.

Una semana después, Berizzo y los suyos visitaron San Mamés y mostraron una nueva faceta competitiva: la de remar contracorriente y llegar a puerto. Un gol de penalti de Aduriz puso cuesta arriba el partido al Celta que, no obstante, fue creciendo con el paso de los minutos. En la segunda parte, Nolito tiró de calidad para empatar con un disparo marca de la casa. Charles la tuvo para llevarse un botín mayor a las Rías Baixas, pero el brasileño no acertó.

Clímax en casa del campeón

La primera fase de la Liga se había superado con nota. Un Celta que transitaba cerca de los puestos europeos se enfrentaba a un reto mayúsculo: jugar en el Camp Nou. Pero antes de la gesta en Barcelona, el equipo vigués derrotó con solvencia al Levante en Balaídos en el debut de Santi Mina en la temporada. Un doblete de Larrivey y una sentencia de Álex López dejaron resuelto el partido ante los granotas.

La victoria en el Camp Nou, la gesta de la temporada

Pero el punto álgido del excelente arranque liguero del Celta tuvo lugar ante el reciente campeón de Liga y Copa y finalista de Champions. El FC Barcelona recibió a los celestes, que protagonizaron una de las machadas de la temporada y se llevaron la victoria con un solitario gol de Larrivey. Una colosal actuación de Sergio, una versión firme y competitiva y una fe inquebrantable llevaron al conjunto vigués a ser el único —junto al Málaga— que ganó en el Camp Nou en esta Liga.

La debacle

Nadie podía imaginar que un triunfo histórico como el del Camp Nou iba a marcar el inicio de una terrible racha de resultados que echaría por tierra cualquier tipo de aspiración mayor que la permanencia. Aunque la crisis no llegó de golpe: comenzó con un empate sin goles ante un Granada que plantó un muro imposible de franquear en Balaídos. Un pequeño tropiezo que no aventuraba lo que pasaría en los meses siguientes.

Sí fue algo más reveladora la derrota de la semana siguiente, en Vallecas, ya que era la primera lejos de Balaídos del Celta, que había obtenido un buen bagaje como visitante, nueve puntos, ofreciendo una gran imagen en los campos más inaccesibles. Lo que ya se intuía quedó de manifiesto solo una semana después, con una nueva derrota por la mínima, esta vez en Balaídos contra el Eibar. El Celta no fue capaz de remontar el gol de Manu del Moral, y eso que remató hasta 30 veces.

La Copa no fue terapéutica

Inmerso en esa extraña sequía goleadora que no se podía aventurar solo un mes antes, el Celta tuvo otro frente que atender: la Copa del Rey, que iniciaba ante uno de los equipos punteros de la Segunda División. Una eliminatoria con poco que ganar y mucho que perder. De hecho, los celestes mostraron una mala imagen en casa de Las Palmas, cayendo por dos a uno con un tanto de Santi Mina que mantenía viva la eliminatoria. El canterano fue la gran noticia que dejó la Copa, ya que con ella consiguió hacerse un hueco en el equipo. En el encuentro de vuelta volvió a marcar, participando en una remontada que no se consumó hasta los minutos finales. El 3-1 de Orellana llegó en tiempo de descuento para evitar una prórroga de consecuencias catastróficas.

Los imponderables

El Celta no renunció a su identidad en los malos momentos

Entremedias, el Celta mantenía su rumbo errático en Liga. Se presentó en el Bernabéu para enfrentarse al campeón de Europa, que atravesaba su mejor momento de la temporada, acumulando goleadas. Pero los vigueses, acostumbrados a dar la talla en los grandes escenarios, aguantaron las acometidas del Real Madrid hasta que Cristiano Ronaldo se desplomó en el área al menor contacto con Jonny. El penalti abrió el camino de la tercera derrota consecutiva del Celta, e inició una racha de protagonismo arbitral que contribuyó a acentuar la crisis. Y todo pese a que los de Berizzo no daban la decidida imagen de un equipo en caída libre, como se pudo comprobar en La Rosaleda. Allí el Celta volvió a dar la talla, pero vio como el árbitro le anulaba dos goles, uno dudoso y otro legal, que habrían acabado con una sequía que ya empezaba a adquirir tintes dramáticos. Además, en Málaga se constató otra mala tendencia. Después de tres partidos imbatido, Sergio encadenaba cuatro encajando. Otro síntoma de que algo no iba bien.

Las alarmas acabaron de encenderse tras una nueva derrota en Balaídos ante uno de los equipos destinados a luchar por evitar la quema. El Almería pescó en río revuelto, en uno de esos choques en que se nota que todo va al revés. Una contra letal a la salida de un córner, con Fontàs rematando contra su propia portería, un penalti desaprovechado, una falta al travesaño... el Celta era incapaz de marcar y nadie parecía poder evitarlo, acentuando su caída en picado en la clasificación.

Pese a todo, el Celta no renunciaba a su identidad, y se resistía a adoptar el papel de un equipo en crisis. Así que se presentó en Sevilla dispuesto a dominar al campeón de la Europa League, y lo consiguió durante media hora, hasta la roja directa a Planas por una entrada a Denís Suárez. Otra vez los imponderables, que se llevaban por delante otra buena actuación. El encuentro terminó con un resultado ya demasiado familiar 1-0 en contra.

La eliminación

El Celta pudo haber hecho grandes cosas en la Copa

Con este panorama, al cuadro vigués le tocaba enfrentarse al Athletic en Copa, un torneo que le había deparado el lado más amable del cuadro. Pero el equipo no estaba para muchas alegrías. Berizzo decidió tirar de rotaciones, quizá demasiadas, y desvistió su sistema pensando en la Liga. El resultado fue la sentencia de la eliminatoria ya en el partido de ida, con un 2-4 en Balaídos que se antojaba insuperable.

Aún así, el Celta vendió cara su piel en la vuelta. Tiró de orgullo y consiguió ponerse con un resultado favorable, a un solo gol de la clasificación para cuartos de final. El 0-2 dejó la sensación de que el Celta pudo haber hecho grandes cosas en la competición del KO.

Vuelve el gol

El Celta ya había batido su propio récord de infortunio, y firmaba la mayor racha de su historia en Primera División sin marcar un gol. No era el mejor escenario para recibir a todo un Valencia en Balaídos, pero los de Berizzo siguieron con el plan previsto, intentando dominar a otro candidato a meterse en Champions, y lo consiguieron. El partido dejó una buena imagen del Celta que, aún así, no pudo ganar, y volvió a desaprovechar un penalti, esta vez por medio de Orellana, que se resarció después anotando el gol que permitía acabar con una racha de más de 700 minutos sin ver puerta.

Con la moral resarcida en parte, pero acumulando más y más días sin conseguir una victoria, el Celta visitó un estadio de Cornellá que no se le daba nada bien. Y, de hecho, el partido fue un nuevo golpe a la línea de flotación de los de Berizzo, que sucumbían otra vez por un gol a cero, encajando en el último minuto. Un mal cierre de la primera vuelta para un Celta que completaba la mitad de la misma sin conocer la victoria y que, para colmo de males, debía viajar otra vez en la siguiente jornada. El Coliseum es otro de esos campos malditos para el celtismo, cuya visita había costado el puesto a Paco Herrera hace dos años, y provocado más de una crítica a las rotaciones de Luis Enrique el curso pasado. Como si de una broma macabra del destino se tratase, Charles adelantó a los vigueses al inicio del partido, pero estos sufrieron la remontada local, consumada otra vez en los minutos finales.

Bola de partido

El día del Córdoba, punto de inflexión de la temporada

Completado el tercer mes sin ganar, la visita a Balaídos del Córdoba suponía el ultimátum para Eduardo Berizzo. Una derrota probablemente le costaría el puesto al técnico, y el celtismo se movilizó para evitarlo. Una masiva quedada para recibir al autobús del equipo dejó claro que la afición no iba a dejar solos a los suyos en el encuentro más difícil de afrontar de la temporada. Se trataba de ganar de cualquier forma, como fuese. Y el Celta lo consiguió con más dramatismo del esperado. Un tanto de Nolito abría el camino de la victoria, y después tocó sufrir. El desenlace del encuentro, con un penalti pitado y después retirado por José Antonio Teixeira Vitienes marcó sin duda un punto de inflexión en la temporada del Celta, que al fin podía respirar tranquilo.

Que los vigueses gozaban de una calma que no habían tenido durante los anteriores tres meses quedó claro en Anoeta. Allí el Celta empezó perdiendo, pero consiguió reaccionar. Poco a poco se fue haciendo con el control del juego hasta que Nolito empató en los instantes finales a pase de Bongonda, en el primer gran servicio del fichaje invernal céltico. Un empate que supo especialmente bien después de haber perdido varios puntos en el mismo tramo de otros partidos.

La eclosión

Con el equipo recompuesto a medias desde el punto de vista de los resultados, pero sin haber renunciado nunca a su estilo, rendía visita a Balaídos el campeón de Liga. Fue esa tarde cuando quedó patente que el Celta 2014-15 no se arrugó nunca contra los grandes. Los de Berizzo firmaron una actuación memorable, terminando el partido casi sin cometer faltas, y haciendo doblar la rodilla a todo un Atlético de Madrid que se fue de Vigo derrotado por 2-0. Un refuerzo moral único para afrontar el derbi.

Una semana después, el Celta se presentaba en A Coruña con la confianza y la forma recuperadas. Enfrente, un Deportivo que daba síntomas de mejora encadenando dos victorias consecutivas un par de semanas antes, pero que necesitaba puntuar para alejarse del descenso. El partido evidenció las diferencias existentes en la tabla, y se saldó con la tercera victoria celeste en otros tantos derbis de la temporada, incluyendo el amistoso de Pasarón. Un triunfo que confirmaba que el mejor Celta estaba de vuelta.

Frenazo en seco

Las buenas sensaciones que ofreció en este tramo de liga, con diez de doce puntos posibles, y con la inyección de moral adicional que supuso la victoria y a domicilio en casa del eterno rival se vio ciertamente frenada tras el traspié que tuvo el Celta nueve días después ante el Elche. Y es que el intenso aguacero que cayó sobre Vigo la noche de ese lunes, hizo que los celestes terminaran contagiados por la propuesta futbolística de los ilicitanos, una propuesta a la baja.

Únicamente la asociación Nolito-Michael Krohn-Dehli hizo que el Celta mojara, aunque con el trago de agua fría del empate en las postrimerías del encuentro, que llegó tras un piscinazo de Víctor Rodríguez y penalti señalado por Velasco Carballo, siendo recriminado aquél por Krohn-Delhi por su fea acción. Lombán empató tras la pena máxima y ya no hubo tiempo para más. Mucho botín para el equipo franjiverde. 1-1 en Balaídos.

Este frenazo se vio ratificado seis días después, en el partido que abría el mes de marzo para los celestes. Los de Berizzo viajaron al campo del Villarreal, donde el Celta se llevó un baño de realidad, en las que un par de genialidades evidenciaron la diferencia que existía en la clasificación entre ambos conjuntos. Sin embargo, el Celta no dejó de dar la cara durante todo el encuentro.

El Celta acusó la falta de Krohn-Dehli, quien se quedó en Vigo aquejado de una lumbalgia, siendo Sergi Gómez el encargado de sustituir al danés. Tras un primer tiempo igualado, en la segunda parte quedó patente la superioridad local. Tras anotar Giovanni y Musacchio en los últimos minutos de la primera mitad, el Celta logró recortar distancias por medio de Augusto, que logró meter nuevamente al Celta en el partido y achicó a los castellonenses a su área. Sin embargo, Vietto, en el minuto 73 y en el 84, Moreno, certificaron que la efectividad se impone al buen juego, que no se acompañó de oportunidades entre los tres palos. 4-1 fue el contundente resultado con el que se impuso el Villarreal en El Madrigal.

La siguiente semana llegaron hasta Balaídos los Leones, que con este partido eran cuatro las ocasiones en que se veían las caras entre Liga y Copa esta temporada. El gran ambientazo que se vivió en las calles de Vigo y en las gradas del coliseo celeste no se vio correspondido con el juego del Celta, que se vio arrollado en la primera mitad por el Athletic, quien ya se puso en ventaja en el minuto 17 mediante un penalti riguroso señalado por Mateu Lahoz y transformado por Aduriz, por otra parte excelso en su partido ante los vigueses.

San José hizo el segundo para los vascos tras un saque de esquina que remató Aduriz al palo, tras un doble fallo de marcas de los vigueses. Corría el minuto 31 y sólo el Celta reaccionó tras la charla de Berizzo a los suyos en la caseta. Larrivey recortó distancias en el 61, pero no fue suficiente para evitar la segunda derrota consecutiva de los vigueses, 1-2, que veían como Europa empezaba a estar un poco más lejos. Se imponía la realidad de atar la permanencia cuanto antes.

Punto de inflexión

El mes de marzo finalizó con una vuelta de hoja en cuanto al juego desplegado por el Celta. En la visita de los celestes a Estadio Ciutat de València y pese a la lluvia torrencial que caía en la capital levantina el Celta salió decidido a hacerse con el control de la pelota, mientras que el Levante espero para sorprender a los vigueses a la contra. Por eso, pese al mal estado del terreno de juego, se vio un partido bonito y sólo la falta de acierto de los celestes impidió que se fuesen en el descanso con ventaja.

En la segunda parte oportunidades de unos y otros no se materializaron y cuando el cansancio de ambos conjuntos parecía llevar el partido al empate sin goles, una magistral jugada de los vigueses en la que el Tucu Hernández cazó un rechace, asistió a Nolito y este dejó a Charles para encender la mascletà. Victoria por la mínima (0-1), que aseguraba un paso de gigante para la permanencia para el Celta.

Tras el parón de selecciones, le llegó el turno al todopoderoso Barcelona, quien visitaba Balaídos buscando restañar la herida que le hizo el Celta en su histórica victoria en el Camp Nou. Berizzo dejó claras las cartas al señalar: "Debemos vencer al Barcelona, no admirarlo". La apuesta de Berizzo fue valiente y le quiso jugar "de tú a tú" al que posteriormente sería campeón de liga. El Celta fue el claro dominador en el primer tiempo. Sin embargo, tras la reanudación, se cambiaron los papeles y fue el Barcelona quien logró tener la posesión del balón.

El Celta siempre plantó cara a los grandes

Sin embargo, el único tanto del partido y que significó la victoria del Barcelona (0-1), llegaría en una acción a balón parado, en la que Mathieu remató en el segundo palo un centro medido al que no pudo hacer nada Sergio. Este partido será recordado también por un feo desenlace. Busquets, quien buscaba (y consiguió) ver mostrada la tarjeta amarilla para cumplir ciclo en el próximo partido de los blaugranas, se dedicó a perder tiempo ante la pasividad del colegiado. Orellana, desesperado, le lanzó un trozo de césped al jugador catalán, viendo con ello la tarjeta roja.

Tras el baño de realidad que representó el partido de los vigueses ante el Barcelona, a los de Berizzo les tocó viajar hasta Los Cármenes, donde el Celta jugó un feo partido ante el Granada, en una jornada que se disputó entre semana. Muy pronto se adelantaron los de Lucas Alcaraz, quienes anotaron en el 3, tras un remate de Ibáñez a centro de Piti y que desaprovechó un despiste defensivo de Hugo Mallo.

Tras la inicial ventaja, el Granada hizo su partido, consistente en pérdidas de tiempo, descaradas en el caso del meta gallego Roberto. El Celta fue de más a menos conforme transcurrían los minutos y la falta de Krohn-Dehli fue, una vez más, muy acusada para los celestes. Y cuando parecía que el Celta se veía abocado a una nueva derrota, Théo Bongonda acudió al rescate de un punto, en una jugada colectiva de la delantera viguesa. Larrivey peinó un centro de Mallo y Charles dejó a Bongonda, quien fusiló a Roberto en el 93 y a quien de golpe se le acabaron todos sus males. No hubo tiempo para más en Los Cármenes (1-1).

Europa es posible

No había casi tiempo para preparar el siguiente encuentro, pues tres días después, el Celta recibía en Balaídos al Rayo Vallecano. Un partido a priori bonito de ver para el espectador por la propuesta futbolística que ofrecen tanto Berizzo como Jémez. Y a la fe que lo fue, aunque los goles prácticamente cayeron del mismo lado.

En menos de un minuto, Manucho anotó para los vallecanos en lo que finalmente sería un espejismo. En 20 minutos el Celta ya le había dado la vuelta al marcador, con goles de Larrivey y Mina, y Paco Jémez consciente de la que se le venía encima, hizo un doble cambio en el minuto 26, pero la hemorragia no paró para los madrileños. La histórica noche, pues el Celta no conseguía seis goles desde el siglo pasado, se redondeó con tres goles más de Mina, y otro de Larrivey.

La memorable noche (6-1), en lo se convirtió en la consagración de Santi Mina, significó la casi permanencia virtual del Celta en primera división y retomar el sueño de llegar a puestos europeos.

Ocho días después, el Celta viajó por vez primera en Primera División hasta el campo de Ipurúa, un campo que tradicionalmente se le daba mal a los celestes en la división de plata. Ante el Eibar, el Celta dominó de principio a fin. Sin embargo, como venía siendo habitual en otros partidos, a ese dominio le faltaba el sello del gol.

Este no llegaría sino de penalti. Tras un gol perfectamente anulado a los vigueses, en la siguiente jugada Mina fue derribado en el área por Dídac Vilà. Nolito anotó para los vigueses el gol que sería definitivo (0-1) y que significó la permanencia matemática al llegar a los 42 puntos que marcaban ese límite.

A falta de seis partidos, el sueño europeo estaba más vigente que nunca para el Celta

Siete días después, el Celta recibió en casa al Real Madrid. La empresa de vencer a los blancos se antojaba muy complicada, pero el buen juego que estaba desplegando el Celta en esta fase del campeonato y el hecho de que horas antes el Málaga (séptimo clasificado entonces, plaza que daba opciones para clasificarse a la Europa League) pinchase ante el Deportivo de La Coruña, invitaba al optimismo.

El Celta dio la cara ante los de Ancelotti, pero terminó imponiéndose la lógica. Tras el inicial gol de Nolito que desató la locura en Balaídos, transcurridos sólo ocho minutos, el Real Madrid le dio la vuelta al marcador en diez minutos, tras anotar Kroos y Chicharito. El Celta no se rindió y en el 27, Santi Mina volvió a poner la igualdad en el marcador.

Y aunque el Celta dominando, el Real Madrid exhibía el poderío de su músculo. Al filo del descanso James volvía poner en ventaja a los merengues. El Celta, aunque dominaba, no concretaba y ante un rival con el poderío de los blancos, eso terminaba pagándose caro. Así las cosas, Chicharito puso el 2-4 definitivo en el marcador, mediada la segunda parte.

Tres días después, el último miércoles de abril, el Celta volvió a jugar en casa, en esta ocasión frente al Málaga, un partido importante para los intereses vigueses al tratarse del rival directo para la consecución de la séptima plaza que terminaría dando acceso a Europa.

El Celta, como era habitual en bastantes partidos esta temporada, llevaba la iniciativa del partido y dominaba este, pero sus ocasiones, cuando las generaba, eran infructuosas. El Málaga lo intentaba al contragolpe, dando un par de sustos a la defensa viguesa. Sin embargo, la falta de ambición en el tramo final del partido del conjunto blanquiazul, cuando ya daba por bueno el empate, que convenía a sus intereses, Santi Mina tras una cabalgada por banda, asistió perfectamente a Nolito quien no perdonó ante Kameni. Corría el minuto 88 y ya no hubo tiempo para más. Importante victoria del Celta (1-0), que le permitía seguir soñando con Europa.

El sueño esfumado

Comenzó el mes de mayo el Celta visitando el Estadio de los Juegos del Mediterráneo. El partido se presentaba complicado debido a las urgencias del Almería, que coqueteaba peligrosamente con los puestos de descenso. Pero la victoria era vital para el Celta, si quería seguir manteniendo las esperanzas de clasificación continental. Máxime, teniendo en cuenta que los siguientes rivales del Celta serían Sevilla y Valencia, dos huesos duros de roer.

El Almería le plantó cara al Celta, consciente de la necesidad de la victoria, pero tras las embestidas iniciales de los andaluces, el equipo vigués se asentó en el campo, dominó y terminó poniéndose por delante en el marcador, tras dos goles conseguidos por Nolito y Santi Mina. El Celta llegó al descanso con un tanteo plácido, que no intuyó la locura que llegaría tras la reanudación.

Y es que el Celta se encontró con un gol de Thievy justo tras la reanudación. El gol almeriense dio alas a los andaluces, que se encontraron con el regalo de una expulsión discutible de Cabral. Zongo, en una jugada en la que la defensa celeste se mostró muy pasiva, puse la igualdad en el marcador y, aunque la expulsión de Mauro dos Santos hizo que el Celta buscase con ahínco la portería andaluza, el marcador ya no se movió (2-2).

El Sevilla fue el siguiente visitante de Balaídos, un partido plagado de bajas para los dos conjuntos, en el caso del Celta, por obligación, pues Berizzo no pudo contar con ocho jugadores, mientras que los de Emery (ausente esa tarde por el fallecimiento de su padre, unas horas antes) por precaución ante el partido de Europa League que disputaría el jueves siguiente.

También representó este partido la vuelta de Iago Aspas a Balaídos, vistiendo la camiseta del Sevilla. No tuvo piedad por el equipo de sus amores y de sus botas salió el gol que puso en ventaja a los sevillistas, pues dio el pase a Gameiro, una sociedad letal esa tarde, quien fusiló a Sergio, cuando sólo transcurría el minuto 7.

En el segundo tiempo, el Celta dio una revolución a su juego, pasando a dominar con mayor claridad y, en una de las llegadas de los vigueses, Charles recibió un golpe en la cara en el área. Penalti para el Celta, que ejecutó con una maestría impropia para su edad Santi Mina. A partir de aquí, el partido se convirtió en un toma y daca, pero ya no se movería el electrónico (1-1), un marcador que le complicaba notablemente la consecución de puestos europeos para el Celta.

El penúltimo partido de liga, llevó al Celta hasta Mestalla, donde se enfrentó al Valencia. Comenzó este partido eléctrico, donde los de Nuno Espirito Santo llevaron el dominio del juego. Sin embargo, fue el Celta el que golpeó primero. El gol llegó pronto y de un modo poco habitual para los vigueses, como lo es tras un saque de esquina. El Tucu Hernández remató de cabeza el córner que ejecutó Nolito por la izquierda, cuando transcurrían sólo 8 minutos de partido.

Y aunque tardaron en entrar, finalmente los chés terminaron dominando el partido, aunque sin concretar sus ocasiones. Otamendi puso la igualada en el minuto 69, tras un fallo de Sergio, quien no blocó el balón, aprovechando el error el jugador del Valencia. Los dos equipos dispondrían de más ocasiones para inclinar de su lado la balanza, pero finalmente terminó el partido en tablas (1-1) y, con ello, se acabaron las esperanzas europeas del Celta.

Fiesta final en Balaídos

El Celta de Berizzo superó en un puesto y dos puntos al de Luis Enrique

Con el sueño de Europa evaporado, el Celta finalmente sólo se jugaba la honra en el partido que cerró la temporada en Balaídos. El Espanyol era el invitado de piedra en un partido con olor a despedidas. Michael Krohn-Dehli se despedía de Balaídos y Borja Oubiña anunció unos días antes su retirada del fútbol en activo, recibiendo el homenaje de Balaídos, aunque no se vistió de corto el capitán vigués.

El Espanyol sí que tenía aún opciones remotas para jugar la Europa League y le puso las cosas difíciles al Celta. Transcurrían 21 minutos de partido, cuando una mala cesión a Sergio, que aprovechó Sergio García hizo que el portero le hiciese penalti, por lo que vio la roja directa. Tarjeta que le impidió completar los 38 partidos al de Catoira. Sergio García adelantó a los catalanes, pero el Celta no se amilanó, ni mucho menos.

En el 38, Hugo Mallo igualó para los vigueses, quien no dudó en dedicar el empate a Oubiña. Tras la reanudación, un despiste defensivo volvió a adelantar a los periquitos, por medio de Stuani, pero el Celta quería dedicar a la afición este partido. Cabral anotó su primer gol esta temporada, de cabeza, el que significaba la segunda igualada. Y Nolito puso el broche de oro a su gran temporada con un golazo marca de la casa.

La victoria (3-2), le valió al Celta para terminar en octavo y superar los puntos obtenidos por Luis Enrique, la temporada pasada, al conseguir 51.


Enlaces de interés

Puntuaciones del Real Club Celta 2014/2015: Eduardo Berizzo

Puntuaciones del Real Club Celta 2014/2015: porteros

Puntuaciones del Real Club Celta 2014/2015: defensas

Puntuaciones del Real Club Celta 2014/2015: centrocampistas

Puntuaciones del Real Club Celta 2014/2015: delanteros

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Redacción Celta | VAVEL España
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