Hay jugadores de todo tipo: recordados por un gol extremadamente importante que supuso la consecución de un entorchado; los que pasaron desapercibidos en las filas de algún club; los que apenas brillaban sobre el resto pero trabajaban y se esforzaban como ninguno, etc. Sin embargo, los jugadores que dejan un gratificante recuerdo en la memoria de los aficionados son aquellos que poseen una calidad inigualable, los peloteros que hacen del fútbol un verdadero espectáculo y provocan el gozo y disfrute de la grada.

Saturnino Arrúa formó parte del legendario equipo de Los Zaraguayos, siendo su líder desde la media punta, actuando como volante ofensivo. Éstos no engordaron las vitrinas del Real Zaragoza, pero realizaron un fútbol que recordó en cierta manera a Los Magníficos.

Comienzos y llegada al Cerro Porteño

Saturnino Arrúa nació el 7 de abril en Itá (Paraguay). Desde pequeño empieza a mostrar sus habilidades con el balón y comienza a jugar a los 14 años en el equipo de su ciudad, el Sportivo Iteño. En este club demuestra su gran potencial de futuro y es fichado por el Cerro Porteño. Con tan solo 15 años de edad, debuta con uno de los mejores equipos paraguayos de la historia, queda subcampeón de Liga y se convierte en el máximo goleador de su país.

En el Cerro Porteño iba a estar nueve años (1964-1973), en el que a pesar de su juventud, se convirtió una estrella no solo de su propio conjunto, sino de todo el fútbol paraguayo. Ganó cuatro títulos ligueros y consiguió proclamarse máximo goleador en otras dos ocasiones.

Líder de Los Zaraguayos

El Zaragoza venía de finalizar la etapa de Los Magníficos de la forma más traumática posible: descendiendo a Segunda División. De la mano de José Ángel Zalba como presidente, se constituyó un proyecto con la ilusión de regresar a Primera División. Se hizo enseguida (1971-1972) y el objetivo pasó a ser el de volver a consolidar al conjunto aragonés en la élite del fútbol patrio.

Especialmente se recuerda un 6-1 espectacular endosado al Real Madrid de Vicente del BosquePara ello fichó a varios jugadores procedentes de Paraguay que dotaron, no solo al Zaragoza, sino también a la Liga, de una calidad y un juego especial. Arrúa llegó en la temporada 1973-1974, en la que los maños regresaron a Europa. Desde la media-punta y actuando como volante ofensivo, supo ser el jugador referente de la generación que se conformó a continuación y pasó a los anales de la historia del zaragocismo: Los Zaraguayos.

Esta amalgama de paraguayos estaba conformada por: 'Nino' Arrúa, 'Lobo' Diarte, Felipe Ocampos (que llegó dos años antes que Arrúa a la capital aragonesa y sus goles fueron vitales para el ascenso), Soto, 'Cacho' Blanco y Ovejero. Aparte de realizar un gran fútbol, los blanquillos lograron las mejores clasificaciones históricas del club en Primera División: un tercer y un segundo en las temporadas 1973/1974 y 1974/1975 respectivamente. Especialmente se recuerda un 6-1 espectacular endosado al Real Madrid de Vicente del Bosque.

Faltó la guinda del pastel, que se pudo haber conseguido la tarde del 25 de junio de 1976 en el Santiago Bernabéu. El conjunto aragonés se enfrentaba en la final de la Copa del Rey al Atlético de Madrid. Sin embargo, cayó derrotado por la mínima (1-0).

Fin de la carrera futbolística

Tras pasar seis años estupendos en el Real Zaragoza, volvió al Cerro Porteño, en la que estuvo una sola temporada (1979/1981). Tras su breve regreso probó suerte en el América de Cali colombiano, pero no la encontró. Regresó de nuevo al Cerro Porteño, conjunto donde comenzó a brillar en el mundo del fútbol, club que le permitió fichar luego por el Real Zaragoza y convertirse en uno de los jugadores con más calidad que ha pasado por las filas blanquillas. El líder de los Zaraguayos no consiguió ningún título en su experiencia por la ciudad del Ebro, pero dejó una huella indeleble en todo aquel aficionado zaragocista que alguna vez tuvo la oportunidad de ver al paraguayo jugueteando en el césped con un balón entre sus pies.