Quién lo iba a decir en el mes de mayo de 2014 que la temporada azulgrana acabaría así, con un triplete en las vitrinas del club. Segundo en la historia con un fútbol que dista bastante del que se practicaba con Guardiola en 2009 pero que, finalmente, trajo un idéntico botín al Camp Nou.

Con un tridente espectacular, autores de 122 tantos a lo largo de la campaña, liderados por Leo Messi, próximo vencedor del Balón de Oro, con Piqué y Alves volviendo a ser los que en antaño les consolidaron como los mejores en sus puestos y con un centro del campo que, pese a que siempre tuvo las dudas sobre él, acabó siendo más que decisivo en el porvenir de un equipo que ha hecho historia.

La cantera marca la pretemporada

El FC Barcelona de la temporada 2014/15 debutó el sábado 19 de julio con la disputa del Trofeo Colombino. El conjunto que dirige Luis Enrique se desplazó a Huelva el mismo día del partido y acabó ganando por la mínima, 0-1. El primer gol de la era de Luis Enrique fue anotado por el joven del filial, Joan Roman, en el minuto 66. En el primer once de la pretemporada solo participaron tres hombres del primer equipo (Masip, Montoya y Sergi Roberto), los otros, ter Stegen, Bartra, Afellay y Deulofeu, salieron en la segunda mitad. El primer partido estuvo marcado por las ausencias de los mundialistas, y Luis Enrique tuvo que recurrir hasta 16 jugadores del filial para completar la convocatoria.

En el segundo amistoso de la pretemporada, el Barça no paso del empate a uno, en el campo del Olympique de Niza. Después de la semana de stage en Birmingham y de la incorporación de los mundialistas que no pasaron de la fase de grupos, los hombres de Luis Enrique pusieron rumbo a Francia para seguir con la preparación de cara a la nueva temporada. En este partido ya se pudieron ver hasta diez jugadores del primer equipo que formaron parte del once titular. Entre ellos, los debutantes Mathieu y Rafinha. Adama era el representante del filial.

La primera derrota de la pretemporada llegó tras caer por la mínima en Ginebra ante el Nápoles con un gol de Dzemaili cerca del final. Claudio Bravo debutó en la porteria azulgrana y disputó los 90 minutos tras que ter Stegen lo hiciera contra el Niza. Luis Enrique volvió apostar por poner a Rafinha de falso "9", después de que ya ocupara esta posición ante el Niza. Otra de las novedades del partido fue ver a Munir nuevamente en el once.

En el penúltimo partido de pretemporada, sobre el césped del estadio olímpico de Helsinki, Luis Enrique presentó un once titular formado íntegramente por jugadores salidos de las categorías inferiores del FC Barcelona. Masip ocupó la portería, y fue escoltado por Montoya, Piqué, Bartra y Jordi Alba en la defensa. El centro del campo lo formaron Sergio Busquets, Sergi Roberto y Andrés Iniesta. En ataque, por su parte, jugaron Rafinha, Munir y Pedro. La entrada de Rakitic por Iniesta, al descanso, puso fin a una situación que duró 45 minutos. El partido acabo en goleada por parte del equipo azulgrana, que llego anotar hasta seis tantos, Munir (2), Sergi Roberto, Piqué, Bartra y Sandro fueron los autores de los goles en el último desplazamiento de pretemporada.

El Barça, a punto para el inicio de Liga, goleó por 6-0 contra el Club León en la 49ª edición del Trofeo Joan Gamper dejando buenísimas sensaciones antes del estreno oficial contra el Elche. Los goles de Messi, Neymar Jr (2), Munir (2) y Sandro repitieron el resultado de Helsinki. El partido arrancó con un once sin jugadores del Barça B en el que salían de inicio los cuatro futbolistas que aún no habían disfrutado de minuto alguno esta pretemporada (Alves, Mascherano, Messi y Neymar Jr) y también cuatro de las nuevas caras (Bravo, Mathieu, Rafinha y Rakitic). Ante el conjunto mexicano se produjo el debut de Luis Suárez con la elástica culé.

Una plantilla preparada

Plantilla amplia. Ya no tanto a nivel de efectivos pero sí a nivel de las posiciones que podían ocupar los diferentes jugadores que la componen y la confianza que demuestraba Luis Enrique en el filial, tirando de él incluso sin ser necesario en la parte inicial de la campaña. En la portería, tres protagonistas para un puesto. Bravo que parecía partir con ventaja en este primer año, que se suponía de aprendizaje para ter Stegen, jugó la Liga mientras que el alemán lo hizo en las competiciones coperas. El tercero en discordía, Masip, esperará su oportunidad el próximo año tras quedarse prácticamente inédito durante el curso.

En defensa, Alves, Montoya y Douglas para un puesto, Piqué, Bartra, Vermaelen, Mascherano y Mathieu para dos y el propio zaguero francés, Alba y Adriano para el otro lateral, el izquierdo. Pese a que le costó arrancar, Piqué volvió a ser el líder que siempre ha sido y, flanqueado por Mascherano o Mathieu, lideró una zaga que tuvo en Alves y Alba a sus principales carrileros.

El centro del campo tenía las mismas o más variantes. Sergio fue fijo en el centro del campo pese a que Mascherano podría hacer la misma función mientras que para el interior, Rafinha, Rakitic, Xavi, Iniesta o Sergi Roberto se jugarían el puesto con el croata y Andrés como favoritos a ellos. Xavi y Rafa, éste en un papel más secundario, fueron las alternativas a los titulares.

Arriba es donde, en principio, menos variedad habría ya que Messi, Neymar y Suárez parecían destinados a esas plazas. Sin embargo, la sanción del uruguayo dio la oportunidad a Pedro, Rafinha, incluso los delanteros del filial Sandro y Munir para intentar convencer a Luis Enrique de que son de igual validez que los tres astros. Con el recuerdo imborrable de Pep Guardiola, Luis Enrique aspiró a forjar un nuevo equipo, con sus señas propias pero con un mismo estilo, que en Berlín, el 6 de junio se vio refrendado en la quinta UEFA Champions League de la historia.

Comienzo venciendo pero no convenciendo

Y el balón comenzó a rodar. Tres meses después de que el mismo escenario viera alejarse una Liga en la que se dependía de sí mismo, el Barcelona echó a andar pero entre poco y nada queda de aquel equipo triste, gris, que no supo ganar al Atlético ante su hinchada. Nuevo entrenador, nuevos jugadores pero una misma idea que hacía más de dos años que no aparecía sobre el verde.

Luis Enrique alineó a Munir de titular en su primer partido y la mejor noticia para el equipo es que apenas nadie quedó sorprendido por ello. El madrileño, primero de la Comunidad que juega desde 2002 cuando lo hicieron Alfonso y Reina, se mostró con todo lo que reclama el asturiano día tras día: sacrificio, garra, entrega y hambre. Y a eso le añade un elemento fundamental para diferenciarlo del resto, la calidad.

El Barça se gustó ante un inofensivo Elche que apenas pasó del centro del campo pese a jugar 50 minutos con superioridad numérica tras la expulsión de Mascherano. Antes, Messi volvió hacer lo que mejor sabe, marcar. Doblete del argentino y debut goleador de la joven promesa del filial, Munir, que se ganó al Camp Nou desde el primer minuto. Todo era un camino de rosas para el Barça, que también venció a Villarreal gracias a un gol de Sandro, que también debutaba ese día en El Madrigal.

Athletic Club, Levante o Granada también sucumbieron, con suma facilidad, ante el poderío realizador del cuadro de Luis Enrique, que no encajó gol alguno hasta la jornada nueve, cuando perdió por vez primera en Liga, ante el Real Madrid. Antes, en Liga un empate ante el Málaga con el debut nefasto de Douglas y una derrota en París el día que el centro del campo azulgrana dejó de existir enturbiaron en cierto modo un comienzo que tuvo demasiadas sombras para la luz poco resplandeciente de los primeros meses.

Messi va tapando baches

InMessionante. El astro argentino merece un adjetivo propio para él porque nadie hace lo que sí que es capaz de conseguir el '10' azulgrana. Máximo goleador de la historia de la Champions, máximo realizador de la historia de los clásicos y un eterno etcétera hasta el día de hoy. Leo Messi es ya el mayor goleador de la historia de la Liga Española.

Telmo Zarra, goleador del siglo pasado del Athletic Club, dejó el registro en 251 tantos, cifra que parecía insuperable hasta que apareció el menudo delantero argentino allá por 2005, cuando batió por vez primera una portería en Liga. Fue ante el Albacete y supuso media Liga por aquellas fechas. Nueve años y medio después, Messi sumó ante el Sevilla los 253 goles con los que dejaba atrás al bueno de Telmo y ha superado lo que no fueron capaces de hacer los Raúl, Ronaldo, Quini, Hugo Sánchez y demás delanteros excepcionales que han pasado por la Liga.

Y es que el argentino comenzó el año discutido tras perder la final del Mundial. Sí, aquel en el que fue, discutidamente, coronado como MVP. Fue el mejor pero no el campeón y eso a Leo no le gustó, le dolió. Quien prefiere el bien general por encima del propio se sintió dolido y se quiso resarcir. Messi, sí, él, el que llevó a un país que llevaba desde el 1990 sin llegar a una final mundial y que desde 1993 no conoce el éxito, se llevó las críticas más feroces por no hacer campeona a Argentina. Le negaron el éxito, el elogio porque el balón no entró la tarde del 13 de julio en Maracaná.

Dolido como solo los más grandes pueden estarlo, el '10' se puso a 100 para devolver a los suyos, a los culés, lo que se les negó durante el 2014, cuando Martino, ahora seleccionador argentino, le quiso alejar de la gloria. La Liga es un hecho para el Barça y es gracias a Messi, al FC Messi, aquel menudo extremo que debutó con Rijkaard en 2003 es ahora el amo y señor del club más laureado del siglo XXI y, por suerte para sus fieles, seguirá siendo así.

Sin embargo, los números y tantos del argentino no impedían que al Barça, poco a poco, se le fuese la Liga por momentos. Un Madrid de récord se distanciaba cada vez que el conjunto culé se resbalaba en su camino.

Anoeta, la noche que lo cambió todo

El Barcelona iba cuesta abajo y sin frenos. En busca de retroceder para volver a ser el mejor equipo de la historia se había pasado de frenada y parecía volver a aquella trágica época de Gaspart y Rexach, donde Rivaldo clasificaba 'in-extremis' al equipo para Europa mientras el Madrid dominaba Europa.

El Barça estaba volviendo a los orígenes pero no a los de Cruyff y Guardiola, sino a los de Gaspart, Rexach o Serra Ferrer

El Barcelona de Bartomeu, Zubizarreta y Luis Enrique estaba volviendo a los orígenes pero no a los de Cruyff y Guardiola, sino a los de Gaspart, Rexach o Serra Ferrer. Donde antes estaba Messi marcando con el escudo para hacer al Barça campeón del Mundo se buscaba al Rivaldo de la época capaz de marcar de chilena para entrar en Europa. Y es que el Barça de Anoeta y anterior a él sufriría para llegar a Champions si no fuese por Messi, el hombre que casi todo lo puede. Y es que a lo único que podía agarrarse el socio culé, por suerte o por desgracia, es a él, al mejor jugador que ha vestido jamás la camiseta azulgrana.

Pero tras la debacle, la tempestad y luego la calma. El día después de Anoeta, Messi no acudió al entreno de puertas abiertas, Zubi fue cesado y Bartomeu convocó elecciones entre una crispación latente con el argentino y Luis Enrique como protagonistas principales. El Elche y el Atlético de Madrid en el Camp Nou eran los posibles verdugos del técnico asturiano, que estaba en la cuerda floja tras los encontronazos con el '10' culé.

Un 5-0 copero ante los ilicitanos y un 3-1 ante los vigentes campeones de Liga dieron aire al técnico, que a lomos de Messi, Neymar y Suárez conseguía once victorias consecutivas para después caer ante el Málaga y levantarse con otras nueve, que significaron un +4 con el Madrid y un pase a los cuartos de final de la Champions, una vez la final copera ya era un hecho.

Por la puerta grande

El partido de ida en el City of Manchester como referencia a lo que debe ir, y ser, el Barça de Luis Enrique. Hilando más fino todavía, los primeros 45 minutos que se vivieron allí en la ida de los octavos de final de la UEFA Champions League. Un equipo herido en su orgullo tras perder ante el Málaga atropelló al cuadro de Manuel Pellegrini con una actuación memorable que, por momentos, hizo recordar al socio culé los años y momentos vividos entre 2008 y 2012, con Pep Guardiola en el banco azulgrana.

Tras eso, PSG en cuartos, con exhibiciones de Iniesta, Neymar y Suárez para que se produjera el retorno más deseado. Pep Guardiola volvía a casa. En la previa, el de Santpedor comentaba que el talento no se puede parar, defender, en relación al argentino Leo Messi y 24 horas más tarde, el que fuese la pieza básica de su Barça, le dio la razón.

Dos goles y una asistencia en los últimos 15' le bastó al '10' para sentar a Boateng y levantar a las casi cien mil personas del Camp Nou

Dos goles y una asistencia en los últimos quince minutos de partido bastó al '10' para sentar a Boateng y levantar a las casi 100.000 personas que abarrotaban el Camp Nou. El Barça tenía pie y medio en Berlín. Sin embargo, para llegar a la capital germana tuvo que poner el medio pie que les faltaba. No vencieron pero dio la sensación que fue porque no quisieron. Dos goles de Neymar y, pese a la derrota por 3-2, a la final.

Messi comanda el triplete

Pudo ser de muchos, pero fue de él. Nadie en la historia tuvo tanta incidencia sobre el club con las botas puestas como él. Ni Alcántara, Kubala, Cruyff o Xavi, nadie, en los 116 años que cumplirá el FC Barcelona en noviembre, ha tenido la importancia de él, de Leo Messi, el menudo argentino que comenzó como habilidoso extremo y que acabará, por suerte para los culés, como amo y señor del club de sus sueños, del que le ha dado todo y al que le ha devuelto la gloria 365 días después de tocar el subsuelo con Martino.

El tanto del argentino en el Calderón dio al Barça el primero de los tres títulos. El segundo, en el Camp Nou, ante el Athletic y con obra de arte incluida. el tiempo se paró. O al menos esa sensación se vivió en el Camp Nou. Lionel, siempre él, encaró a Balenziaga, que ya había mostrado sus ganas de frenar al argentino. Él, Leo, se deshizo del lateral, también de Rico y de todo aquel que le hacía frente o al menos lo intentaba. Tras entrar al área recortó hacia dentro a Laporte y fusiló escorado a Herrerín.

Messi. Siempre, él, en cada uno de los partidos que disputa, más todavía en esta parte final, hasta que el argentino quiso el Athletic fue superior pero apenas un cuarto de hora después de la mayor pitada al himno de España que se recuerda cogió el cuero y gambeteó, ordenó, jugó y goleó y, sobre todo, disfrutó. Y es que cuando Leo sonríe, el Barça es feliz y, en este caso, el conjunto vasco fue le danmificado.

Faltaba poner la guinda. Los goles de Rakitic en el primer acto y de Suárez y Neymar en el segundo dejaron en nada el gol de Morata. Messi no marcó aunque fue desequilibrante en acciones ofensivas y se echó el equipo a la espalda participando indirectamente en los tres tantos. El triplete dejó de ser un hecho para convertirse en realidad.

El adiós del más laureado

Xavier Hernández i Creus, Xavi, ha decidido poner fin a su carrera como jugador del club catalán tras casi 17 años en el primer equipo. 16 años, 9 meses y 17 días desde que aquel 18 de agosto de 1998 Louis van Gaal le diese la alternativa en la Supercopa de España ante el Mallorca, en el Lluis Sitjar, donde fue titular y, además, anotó un gol.

6136 días después, en Berlín, en la final de la UEFA Champions League frente a la Juventus de Turín de Andrea Pirlo, puso fin a una intachable carrera llena de superaciones, títulos y, sobre todo, fútbol. Porque si hay algo que describe al egarense, eso es el fútbol, el balón. Xavi, jugador que más veces ha lucido en su pecho el escudo de su club, de su vida, ha dado todo por los colores blaugrana. Más de media vida entre las paredes del club y casi 17 años en el primer equipo avalan al bueno de Xavi, al que solo se le pueden dar las gracias.

Porque si hay algo que describe al egarense, eso es el fútbol, el balón

Xavi mejor que nadie ha sabido llevar la imagen y filosofía del Barça allá por donde ha ido. No ha sido la estrella e incluso se ha sido demasiado injusto en algunas fases de su carrera. Siempre a la sombra de las grandes estrellas del equipo como Rivaldo, Ronaldinho, Eto'o o Messi. Xavi siempre ha estado ahí y solo con su ausencia se valorará en la medida que merece lo que ha significado su presencia.

Se irá a Qatar pero no permanentemente. No es un adiós, sino un hasta pronto. Cuando más lo necesite el club, como pasó con Guardiola, Xavi aparecerá para volver a poner el orden que un día comenzó a poner sobre el verde, también cuando Pep empezaba a poner fin a su carrera como azulgrana. Y todo porque Xavi es una parte del club, de su historia, del Barça, de su escudo y, sobre todo, de sus aficionados.