No todos los deportistas tienen los caminos que les gustarían, y es evidente que no todos toman las decisiones acertadas o adecuadas en los momentos oportunos. Ese tipo de cuestiones siempre son tortuosas y complicadas de analizar, hay ejemplos más claros que otros, pero el tiempo acaba poniendo a cada uno en su verdadero lugar. Quizás, el caso de Roberto Soldado quede encuadrado en ese grupo, o no, pero lo que está claro es que, tras un tiempo en el olvido para muchos, necesitaba salir de Inglaterra para poder reencontrarse consigo mismo, para poder ser el jugador que verdaderamente siempre fue. Marcelino García Toral y el Villarreal le han abierto las puertas de nuestra liga, de un sitio reconocible para él como la Comunidad Valenciana para volver a empezar y, hasta el momento, parece que el reinicio le está funcionando.

Mirlo blanco de una generación especial

Los inicios de Soldado en el mundo profesional están situados en la cantera del Real Madrid, lugar donde se formó a pesar de ser valenciano. Pronto su fútbol empezó a dejar destellos de calidad, asentándose en el equipo filial de la casa blanca. Cada temporada, su cifra goleadora aumentaba de forma exponencial, acabando con 21 tantos el año de un ascenso esperado. Soldado lideraba una de las mejores generaciones de futbolistas de la cantera madridista Junto a compañeros como Granero, Rubén De la Red, Arbeloa, Juanfran Torres, Jurado, Javi García o Borja Valero, entre otros, ascendió a Segunda División A después de una temporada mágica; aquel equipo entrenado por López Caro parecía confirmarse como una de las generaciones futbolísticas con más peso y talento de los últimos años.

Debut merengue y cesiones

Para Roberto, como para otros muchos chicos de la casa blanca, consolidarse en el primer equipo es una tarea dificultosa y llena de trabas, sin ir más lejos, la última gran estrella en ser un grande del Madrid ha sido Iker Casillas. Eso llevó a Soldado a encontrarse en un Madrid rodeado de grandes delanteros y donde los minutos estaban muy caros. Sus apariciones fueron esporádicas, pero nada reseñable como para que le dieran la oportunidad definitiva.

Eso le llevó a salir cedido rumbo a Osasuna, en primera instancia; allí conseguiría ser el máximo artillero del equipo y, además, fue partícipe del mayor éxito de la historia del club: Las semifinales de la UEFA. Tras proseguir con su progresión, regresó al Madrid para formar parte de la famosa plantilla que ganó la Liga de Capello, aunque su participación sería testimonial.

Para hacer caja, los blancos enviaron a Soldado al Getafe donde dio dos pasos más en su carrera en apenas dos temporadas, algo que le valió entrar por la puerta grande de un equipo como el Valencia.

Valencia fue la confirmación

En su Valencia natal, Soldado fue uno de los hombres importantes del conjunto ché, siempre metiendo goles, siempre aportando a que el equipo siguiera arriba y peleara por disputar la Champions temporada tras temporada. Su fútbol fue evolucionando hacia un perfil de goleador con olfato, de esos de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, siendo capaz de aumentar su cifra de tantos año a año como valencianista. En Valencia, Soldado se consagró como hombre gol Sin embargo, eso no le sirvió para encontrar su hueco en la selección a pesar de ser el español que más veces veía puerta; en ese sentido, Del Bosque prefirió contar con otros jugadores para las grandes convocatorias hasta la Copa Confederaciones de 2013, donde Soldado debutó en una gran competición como internacional, aunque sería la primera y la última hasta el momento.

Morir y renacer

Sus 24 dianas en la temporada 2012/2014 hicieron que su nombre sonara con fuerza para salir de un Valencia que no estaría en la máxima competición continental. Eso, sumado a su descontento con el proyecto que Amadeo Salvo quería plantear, hizo que Roberto hiciera las maletas una vez más, esta vez, con destino Londres. Allí espera un Tottenham que siempre busca dar un salto más en busca de mejorar sus resultados en la Premier League y, aunque comenzó la temporada viendo puerta y siendo importante, con el paso de los meses su presencia en el juego y, por ende, en el once comenzó a desaparecer.

Esas circunstancias no fueron las únicas que llevaron a Soldado a desaparecer, y es que un delantero vive del gol, no de sensaciones. Cuando el sabor del gol desaparece, cuando las redes no resuenan, todo es más difícil. Un delantero sin gol no es delantero, y Soldado dejó de serlo por un tiempo Esa vorágine terminó por llevarse por delante cualquier recuerdo que hubiese de su figura, llevándose por delante parte del buen trabajo realizado hasta el momento. Formar parte de los Spurs es una misión complicada, ya que los últimos proyectos no están cuajando como deberían o como a Daniel Levy le gustaría, por lo que, si las cosas van mal, con la presión encima, es difícil cambiar ciertas dinámicas.

Y cuando todo parecía perdido, cuando el mundo le había perdido de vista, el Villarreal le rescató para darle la oportunidad de renacer, y lo está consiguiendo. Sólo lleva unos partidos con el Submarino Amarillo, pero ya se ha reconciliado con el gol y las sensaciones son muy buenas. Para Marcelino, la participación de Roberto Soldado es casi indiscutible en la delantera y ahora con la lesión de Leo Baptistao deberá responder un poco más a la confianza que su entrenador ha puesto sobre su fútbol. En el Estadio de Gran Canaria volveremos a ver a uno de los mejores goleadores nacionales de los últimos años intentando continuar con su reinicio; esperemos que se guarde los goles, al menos, una jornada más.