A priori, ningún aficionado de ningún equipo quería ver al Nápoles encuadrado en una eliminatoria con su equipo, pero el destino o el azar quiso que ese equipo fuera el Villarreal. Lejos de quejarse, el Submarino Amarillo se puso manos a la obra para preparar la eliminatoria con la mayor humildad posible.

Es un equipo que está en un gran momento de forma, llegan al partido después de haber perdido el liderato en la pasada jornada frente a la Juventus, pero con ganas de redimirse. Cuando preguntas a alguien por el mejor jugador del Nápoles, todo el mundo contesta que Higuain, o incluso se oye algún comentario de Callejón, pero hay un jugador, desde mi punto de vista, mucho más importante en el esquema de Sarri, Marek Hamsik.

Corría el 27 de julio de 1987 cuando Marek abrió los ojos por primera vez, en una ciudad que no pasa de los 80.000 habitantes, llamada Banská Bystrica. Hamsik se crió en el seno de una familia de deportistas, siendo su padre también jugador de futbol, su madre jugadora de balonmano, con algún gran título incluso, y su hermana Michaela, que actualmente es jugadora de balonmano y está casada con el también futbolista Walter Gargano.

Sus primeros pasos en el futbol profesional los dio en el Slovan de Bratislava, uno de los grandes de su país, pero que en ese momento estaba en la Segunda División eslovaca. Aun así, su debut llegó en 2004 y fue tal la adaptación al equipo y la diferencia de juego con sus compañeros que ese mismo año dio el salto a un país mucho más conocido futbolísticamente como es Italia, de la mano del Brescia.

Marek Hamsik en sus inicios en el Slovan de Bratislava | Foto: web oficial Zemplín Michalovce.

Tras tres años en el conjunto del norte de Italia, Marek Hamsik dio el salto definitivo en su carrera, pasando a uno de los históricos del Calcio, el Nápoles, aquel conjunto en el que un día jugó uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol, Diego Armando Maradona. Comenzaba así en 2007 una historia de amor entre jugador y equipo que continúa hasta la actualidad, de esas que el dinero no puede romper.

Pocos títulos ha conseguido, debido a que le ha tocado jugar en una época de explendor para la Juventus de Turín, pero son algunos de los grandes de Italia, tres son los que podemos contar: una Copa de Italia en 2012 y dos títulos en 2014, Copa y Supercopa de Italia.

Casi diez años de magnífico fútbol los que ha dado el mediapunta eslovaco en la ciudad de Nápoles. Dos cosas le caracterizan y le diferencian de los demás jugadores, su cresta de mohicano y esas medias bajadas hasta la mitad de la espinilla.

Marek Hamsik en un partido disputado la pasada temporada | Foto: Zimbio.

En el apartado internacional, Hamsik capitanea la selección eslovaca desde hace algunos años y su gran logro se produjo en aquella cita que tan buen sabor de boca nos dejó a los españoles, el Mundial de Sudáfrica, donde además de conseguir la clasificación para él, logró pasar de grupos, siendo el verdugo de la Italia de Marcelo Lippi, y donde posteriormente fue eliminada por la que después sería finalista Holanda.

En definitiva, mucho ojo en el partido con el jugador de la cresta que lleva las medias bajadas y el 17 a la espalda.