Después de una temporada donde se logró la salvación holgadamente, e incluso se llegó a coquetear con los puestos de playoff, tocaba, un año más, una fuerte reestructuración de la plantilla. No en vano, desde que Javier Zubillaga ocupa el cargo de Director Deportivo de la entidad, el club había incorporado 50 jugadores, a una media de más de 15 por año. Además, habían sido tres los entrenadores que se habían sentado en el banquillo de Mendizorrotza. Con los nuevos fichajes se buscaba subir un escalón en competitividad y resultados, con la vista puesta en el playoff de ascenso.

Confección de la plantilla

Y esa revolución en la plantilla comenzaba por el cuerpo técnico. Alberto López, después de temporada y media en el club, con salvación en los últimos minutos incluida, abandonaba la nave con su objetivo cumplido: salvar al club con tranquilidad. Pocos reproches para el irundarra, que llegó con un club en la UCI y que logró revivir. Y la primera bomba del verano llegó con su sustituto. Se trataba de José Bordalás, en boca de la afición babazorra por un cruce de declaraciones con Alberto esa misma temporada y por su estilo de juego, calificado como excesivamente duro por buena parte de la parroquia vitoriana. Con él llegaba Nacho Fernández, que ya había sido su asistente en Alcorcón y en anteriores etapas. Ya con el entrenador, se comenzó la estructuración de su plantilla.

Y lo primero que hacía falta era fichar a un guardameta de garantías, después de un año en el que ni Manu Fernández ni Goitia rindieron de forma constante. El primero que llegó fue Pau Torres, un jugador, a priori, de un perfil bajo, aunque siempre con buenos números. Llegaba desde el Lleida, de Segunda B, donde siempre había tenido un rendimiento notable. A principios del mes de agosto el club fichaba a Fernando Pacheco, hasta entonces tercer portero del Real Madrid. Era una apuesta firme, pues firmaba por tres años.

En la defensa sólo dos hombres tenían contrato: Raúl García y Einar Galilea. El club también renovó a Laguardia. Con las salidas de Unai Medina, Galán, Jarosik, Migue y Xabi Castillo eran varios los puestos a reforzar en la zaga. Para el lateral derecho llegaron Carpio y Estrada. El primero llegaba de la Ponferradina y el segundo llegaba después de varios años con una presencia casi nula en la Real Sociedad. En el eje de la zaga se firmó a Pelegrín y Aritz Borda. El veterano central llegaba después de disputar varios partidos en primera con el Elche y el vasco firmaba libre desde el Rapid de Bucarest. El puesto de cuarto central seguiría correspondiendo a Einar Galilea. En el lateral zurdo, el club depositó toda su confianza en Raúl García. En verano no llegó ningún refuerzo para ese puesto, aunque en invierno se fichó a Iñaki, del Racing de Santander, al que ya se había intentado fichar en el mercado estival.

Foto: LFP.
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El denominador común de haber sido entrenados por Bordalás se vio especialmente en los fichajes del centro del campo. En la zona ancha Rafa García,  Juanma y Dani Toribio abandonaron el club. Manu, Jagoba Beobide y Sergio Llamas continuaban en el equipo. Para acompañarles se fichó a Sergio Mora, del Alcorcón. Veterano centrocampista, llegaba después de un mal año, en el que una lesión le tuvo apartado una gran parte de la temporada. Al poco del cierre del mercado el club fichó al magiar Krizstián Vadócz, libre, para paliar la falta de efectivos en esa franja. Éste salió del club en enero, tras la incorporación de Hernán Bernardello.

En la línea de tres cuartos Juli seguía una temporada más defendiendo los colores del Deportivo Alavés. No así Sergio Tejera, cedido por el Espanyol, que no llegó a las diez presencias ligueras y volvió al club catalán, para poner rumbo al Nàstic, recién ascendido a Segunda. En las bandas también se llevó a cabo una importante revolución. Sangalli y Lanza abandonaron el club. En esa zona el club contaba también con Toti, pero a mediados de julio, el jugador comunicó al club que había recibido una oferta del Bangkok Glass tailandés y rescindió su contrato con el Alavés. El club, por tanto, necesitaba varios efectivos en los extremos. El primero, Kiko Femenía, extremo derecho. Y el segundo el uruguayo Facundo Guichón, extremo izquierdo. A finales de julio el club incorporó a Dani Pacheco, cedido por el Betis. La dirección deportiva intentó el fichaje de un extremo derecho hasta el final del mercado, pero no fue hasta enero cuando llegó un efectivo, Dani Abalo.

Arriba, sólo Manu Barreiro, después de una temporada a un muy buen nivel, siendo el máximo goleador del equipo, continuaba en el equipo. Tanto Ion Vélez, a peor nivel en su segunda temporada, como Ranko Despotovic, que no llegó a dar el nivel goleador que alcanzó en Girona, quedaron libres. En su lugar llegaron David Torres, con la vitola de goleador después de varios años buenos en el fútbol griego y Gaizka Toquero, fichaje estrella del equipo, que llegaba para ser un emblema de un equipo que soñaba con el ascenso.

Titubeo inicial

El primer bloque de partidos de la temporada no pareció augurar la campaña que iba realizar el Deportivo Alavés. Si bien es verdad que dejó ya claro en que jugadores confiaba José Bordalás para su aventura en la categoría, los resultados simplemente dejaron entrever que el equipo no iba a pelear por descender. Una pelea que desde luego quería evitar la grada albiazul, la cual esperaba encontrarse un equipo aguerrido que les diera ilusión de cara a pelear por unos posibles play-off.

Foto: LFP.
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El primer partido de la temporada se disputó en Huesca un 22 de agosto. Un equipo recién ascendido que pagó caro su inexperiencia en la categoría en los primeros 60 minutos de la temporada. En ese inicio la alineación del Alavés casi la podría adivinar cualquier aficionado albiazul y fue la siguiente: F. Pacheco; Carpio, Laguardia, Pelegrín, R. García; Manu, Mora; Kiko Femenía, Juli, Guichón; Toquero. Con el cambio de Guichón por Dani Pacheco estaríamos ante la alineación que Bordalás mas utilizaría a lo largo de la campaña. Una alineación que puso el 0-3 en el marcador en el minuto 60, con goles de Kiko, Juli y Guichón, y que posteriormente se permitiría el lujo de recibir dos goles para acabar ganando 2-3 la primera jornada de la temporada del ascenso del conjunto albiazul. El debut en casa dio continuidad a la buena sintonía vista en Huesca, y el equipo logró derrotar 2-0 al Real Oviedo. Sin embargo la primera derrota llegaría la siguiente jornada cuando los vitorianos cayeron 3-0 ante la Llagostera, en un partido marcado por las dudosas expulsiones de Carpio y Manu García.

A partir de ese momento el equipo comenzaría una racha de partidos un tanto irregular. El siguiente partido como local supuso la derrota ante el Mirandés (2-3), equipo que le tiene cogida la medida a Mendizorroza, en un partido en el que el ex albiazul Sangalli logró anotar el tercer gol rojillo. Posteriormente el Deportivo Alavés ganó en Almería (0-2), partido en el que Raúl García marcaría uno de sus múltiples goles de falta a los que nos acostumbró durante toda la campaña. La plantilla así firmaba unas primeras cinco jornadas que le dejaban con nueve puntos en séptima posición.

En la sexta jornada se vivió el primer enfrentamiento ante el Leganés que se saldó con un 0-0 en un partido realmente competido, para que inmediatamente después los vitorianos cayeran en La Romareda por 1-0. Sin embargo, los albiazules recuperarían el instinto goleador ante Osasuna, equipo que había empezado realmente bien la temporada, ganando 3-0 en Mendizorrotza con goles de Toquero, Estrada y Manu García de penalti.

Foto: LFP.
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En la novena jornada el equipo cayó en Lugo 1-0, para situarse así en octava posición con 13 puntos, en un momento en el que Osasuna y Córdoba lideraban con 19 y el descenso venía marcado por Valladolid con nueve puntos. Quizás en ese momento el equipo todavía miraba de reojo hacia abajo, ya que en esta categoría una mala racha te coloca en la lucha por el descenso, sin embargo la historia de la temporada, como todos sabemos sería totalmente diferente.

Brotes verdes

Principios de noviembre. 12 jornadas de liga disputadas. El Deportivo Alavés cae al undécimo puesto de la tabla después de perder por 2-0 en Tenerife en un partido para olvidar. Un partido en el que no se atacó. Un partido en el que no se defendió. Un partido en que supuso una enorme desilusión para muchos, que habían visto un equipo capaz de estar arriba en la liga, por fin. Eran 12 jornadas y el equipo parecía condenado a estar en tierra de nadie. Parecía demasiado bueno para sufrir por el descenso, pero no parecía al nivel de los que iban a estar arriba. Parecía, pero las apariencias engañan.

Todo empezó donde tenía que empezar, en Mendizorroza. 14 de noviembre. El Girona, aun temible por su hazaña de la temporada anterior, llega a Vitoria a tres puntos de los babazorros. El partido empieza bien gracias a la asociación Toquero-Juli, que ponen por delante al Alavés. Minuto 15, y Mendizorrotza vuelve a sonreír. Llega el 30 y se tuerce el gesto. Einar ve la segunda tarjeta amarilla y se va a la calle. El panorama no parecía el más favorable. Menos aun en la segunda parte, cuando Dani Pacheco también es expulsado con doble amarilla. Como queriendo compensar, aunque de forma justa, el visitante Mata también lo es dos minutos más tarde. De ahí hasta el final, sufrimiento. Pero victoria. Y no una cualquiera, no. La primera de muchas.

Foto: LFP.
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Segundo asalto. 21 de noviembre. Martínez Valero de Elche. Tampoco un partido para la historia. Parecía un partido condenado al empate a cero, un justo e insípido empate a cero. Hasta el minuto 75. Falta al borde del área. Raúl García coge el balón, lo coloca, coge carrera, y lo mete por la escuadra. 0-1. Hasta el final, otra vez, sufrimiento. Pero, otra vez, victoria. Tercer asalto. 28 de noviembre. El Mallorca visita Mendizorroza. Sergio Pelegrín, con la inestimable colaboración del visitante Wellenreuther pone el definitivo 1-0 en el marcador y al equipo a las puertas del ascenso directo. Puertas que se abrieron la semana siguiente en Valladolid. Dani Pacheco, en el 6, pone el 0-1 con un gran gol. Otro gran gol, de Villar en el 48, pone el 1-1. Femenía, en el 61, con un tanto a la altura de los anteriores logra el 1-2. El Deportivo Alavés, cuando se atisbaba el final de la primera vuelta, era segundo. Estaba en puestos de ascenso directo. Puestos que no ha abandonado en todo el año.

La semana siguiente, frente al Alcorcón, no consiguieron pasar del empate. La única mancha en esas ocho jornadas. Siete días más tarde, en la que sería la última jornada del año, un gol de Toquero en la segunda mitad dio los tres puntos al Alavés frente a la Ponferradina en El Toralín. Con 33 puntos en 18 partidos, y sólo cinco derrotas, los hombres de Bordalás se encaminaban con paso firme al ascenso. Ya en la primera jornada del 2016, en fechas navideñas y contra un rival especial, el Bilbao Athletic, los babazorros vencieron por 3-0, con goles de Sergio Mora, Juli y Manu García. En Soria, la semana siguiente, Sergio Llamas marcó el 0-1, logrando otra vez la victoria por la mínima que tanto ha rentabilizado el equipo este año.

La semana siguiente, cerrando la primera vuelta, llegó la derrota. Una derrota que los babazorros no conocían desde el mes de noviembre. En esos dos meses, un balance de siete victorias y un empate catapultó al equipo a la primera plaza. En ese tiempo se vieron los primeros brotes verdes de un equipo que a base de tesón y trabajo ha logrado el ascenso.

Foto: LFP.
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Bache contra los grandes

El Deportivo Alavés, tras esta gran racha, comenzó unos partidos en los que no conseguía ganar fuera de Mendizorroza a pesar de ser uno de los mejores equipos visitantes de toda la Liga Adelante. Llegaba un periodo en el que se tenía que enfrentar de seguido a equipos importante en la Segunda División y en los que podría afianzar el liderato. Leganés fue la primera parada de todas, y no les salió bien a los pupilos de Bordalás que salieron derrotados por 2-0 y perdieron después de mucho tiempo el primer puesto de la clasificación. Aún así, el equipo vitoriano seguía con la filosofía del partido a partido imprimida por el técnico alicantino y no se venían abajo.

Tras no conseguir una victoria en Mendizorroza frente al Zaragoza, en un partido que se le puso de cara al Alavés antes del descanso jugando contra diez, llegó un palo con la derrota ante los vecinos de Osasuna. En El Sadar, los jugadores albiazules impotentes ante la actuación del árbitro, no pudieron lograr puntuar a pesar de haberse puesto por delante en el marcador. Parecía que el equipo vitoriano iba a seguir bajando su rendimiento y dejar de ser un candidato al ascenso después de no sacar el triunfo en casa ante el Lugo.

Foto: LFP.
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Pero la conjura del Deportivo Alavés dio sus frutos y el rumbo del equipo cambió con dos victorias fuera de casa. La primera de ellas, en Córdoba, un partido infernal con idas y venidas continuas en el que el equipo albiazul se impuso 2-3 con una nueva alineación basada en el trívote defensivo para proteger el resultado fuera de casa. Y seguida, en tierras manchegas, el Alavés se impuso al Albacete con un gol solitario de Manu Barreiro y fue a partir de este momento, como confesó Bordalás a final de temporada, cuando el mismo y el equipo comenzaron a creer en el ascenso a Primera División.

Asentamiento en el ascenso directo

Estos últimos resultados dieron mucha confianza y moral del equipo que se mostró muy fuerte tanto en Mendizorroza como fuera de Vitoria. La plantilla de José Bordalás sólo dejó de puntuar en Girona, encuentro en el que las ocasiones del conjunto albiazul no quisieron entrar y el Alavés perdió por la mínima. Desde Albacete, cuatro victorias y tres empates que hacían al Glorioso un serio candidato al ascenso y que además le permitieron llegar a la penúltima jornada de Liga con posibilidades de lograr el ascenso en Mendizorroza como premio a la temporada de los albiazules y de su afición.

Un final feliz

Si bien el equipo de Jose Bordalas no ha sido una maquina excelsa de buen juego y deleite para los sufridores de Mendizorroza, el equipo tirando de excelencia defensiva ha conseguido llegar a la estación final de trayecto a la velocidad de un tren cercanías. Un tren de cercanías, que si bien había salido con mucho tiempo antes que sus compañeros de vía, ha conseguido llevar una velocidad crucero lenta pero segura.

Foto: LFP.
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Seguro que más de uno se acordara del discurso de Bordalas con dos ingredientes significativos de este equipo: "Solo pensamos en el siguiente partido" y "cada día nos queda menos para conseguir la salvación", tanto menos les quedaba que cuando se han dado cuenta de donde estaban solo faltaban dos jornadas para el final de temporada. Ese trabajo en lo deportivo de hormiguita, también se ha visto plasmado en lo administrativo y en lo que es más importante en los fondos de Mendizorroza.

El equipo ha sabido enganchar aficionados a la grada, sin nada que envidiar a ningún campo de Segunda División y algunos de Primera.Las terribles depresiones que dejo un ucraniano hace diez años al equipo tocado de muerte, se olvidaron a falta de una jornada y al día siguiente desde la balconada de San Miguel en la Plaza de La Virgen Blanca con cánticos que decían: "Animo pues, con entusiasmo hay que luchar para lograr de nuevo aquellos triunfos, que dieron gloria al equipo y la ciudad" o el nuevo himno " Es que yo sin ti Bordalas, no sabia como iba a subir, llévame a 1ª”.

Foto: Deportivo Alavés
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