Este domingo, Villarreal y Celta se enfrentarán en una nueva jornada de la Liga Santander. Por eso vale la pena abrir el baúl de los recuerdos y trasladarnos en el tiempo hasta el 15 de febrero de 2014. Una fecha que jugadores, directivos y aficionados del submarino amarillo prefieren no recordar. 

Castellonenses y Celtistas jugaban por la fecha 24 del campeonato liguero. El partido mostraba buenas sensaciones en la previa. Los jugadores del equipo local salían al campo con la frase "Gracias Fari" estampada en sus camisetas como homenaje a su compañero, Francisco Javier Farinós, que esa semana había anunciado su retiro del fútbol profesional.

Tras un partido chato y pobre, en el que las cosas no estaban saliendo bien para los dirigidos (en ese entonces) por Marcelino, Celta marcaba el primer gol tras un cabezazo de Orellana al minuto 82. Cinco minutos después, cuando los jugadores del amarillo buscaban el empate, el árbitro detuvo el juego. Había una gran humareda que provenía desde el área visitante. Una bomba de gas lacrimógeno fue arrojada desde la tribuna por parte de uno de los aficionados locales. Generando malestar en todo el estadio.

Tan solo unos segundos después de que el artefacto cayera en el terreno de juego, todos los jugadores comenzaron a abandonar el césped para no respirar el tóxico material. El que más la pasó mal fue el guardameta del Celta, Yoel, quien con cara de ahogo pedía agua para quitarse la comezón que sentía en sus ojos. 

Jugadores de ambos equipos abandonando la cancha. Foto: archivo VAVEL.
Jugadores de ambos equipos abandonando la cancha. Foto: archivo VAVEL.

El humo se esparció a un ritmo vertiginoso, a tal punto que llegó a las gradas. Los catorce mil simpatizantes que asistieron al partido, se vieron obligados a abandonar el estadio, temporalmente, por cuestiones de seguridad. El agresor, que no pudo ser identificado, al salió corriendo, después de realizar el acto, por una de las puertas de evacuación y aprovechando que habían otras personas que también salían del recinto, pudo infiltrarse entre ellas.

Tras más de veinte minutos de suspensión Fernández Borbalán reaundó el encuentro. A pesar de todo lo sucedido, Villarreal entró con la intención de conseguir el empate, con unas gradas casi vacías y un partido desvirtuado. Pero sucedió todo lo contrario. En un tiro libre, Nolito puso el 2-0 y sentenció las acciones.

En los días posteriores, lo futbolístico pasó a un segundo plano y los ojos del mundo se enfocaron en el bochornoso acontecimiento. Se llevó a cabo una investigación, sin frutos, para dar con el culpable. En un principio se especuló que podía ser un miembro de la Guardia Civil, pero posteriormente esa posibilidad fue descartada. Lo único que pudo confirmarse fue que la bomba había sido fabricada en Serbia, pero a partir de allí todo se redujo a especulaciones y rumores.

Como era de esperarse, el Villarreal fue quien pagó los platos rotos, con una multa de cuatro mil euros. Sin duda, una noche negra para el conjunto amarillo, en la que su afición quedó mal parada ante los ojos de todos. Más aún, cuando un par de meses después, otro "aficionado" le lanzó una banana desde su asiento al jugador del Barcelona, Dani Alves.