En los libros de citas más memorables de la historia futbolística hay un espacio especialmente reservado para las machadas. Hay pocos momentos más bonitos en el deporte rey que la victoria del pequeño. Lo inesperado, lo que rompe las estadísticas es lo que le otorga gran parte de la magia al fútbol, lo que lo aleja de las simples matemáticas. Y su recuerdo permite soñar. Los seguidores valencianistas, de cara al encuentro contra el FC Barcelona del próximo sábado, echarán seguramente la vista atrás, melancólicos, y fantasearán con repetir alguna de las memorables victorias que el equipo che ha conseguido contra los de la Ciudad Condal

El Valencia estaba sumido en una profunda crisis. Anclado en la parte baja de la clasificación, era evidente que el conjunto che tenía jugadores para aspirar a mucho más, pero se encontraba atado de pies y manos bajo el yugo de un entrenador empecinado en una idea de juego que a fuerza de derrotas se había demostrado que no iba a funcionar. Las jornadas pasaban y nada mejoraba, por lo que la directiva che se vio obligada a prescindir de los servicios de su míster. Y llegó un entrenador italiano, un viejo lobo curtido en mil batallas procedente de la Fiorentina, para parchear el maltrecho barco valencianista y sacarlo a flote. El partido frente a un Barcelona que se jugaba el título fue el punto de inflexión para un Valencia que se disponía a escribir las páginas más brillantes de su historia

Ranieri da instrucciones a Luis Milla | Foto: leverade.com
Ranieri da instrucciones a Luis Milla | Foto: leverade.com

No se habla de la presente temporada, a pesar del parecido. Es lo que ocurrió en el curso futbolístico 1997-1998. Los paralelismos con la historia son evidentes, y la afición valencianista, pasional como ninguna, ya sueña con poder reeditar el resurgimiento que siguió a la llegada de Claudio Ranieri al banquillo de Mestalla

El Valencia inició su andadura aquel año 1997 con Jorge Valdano de primer entrenador. Tras unas cuantas jornadas y con el equipo en puestos de descenso, el técnico argentino fue sustituido finalmente por Ranieri. Sus inicios fueron duros y los resultados se hicieron de rogar, pero poco a poco el conjunto valencianista consiguió salir del pozo. Y entonces llegó la visita del 19 de enero al Camp Nou

Una remontada histórica

El Valencia parecía ya recuperado, pero los fantasmas amenazadores del descenso estaban aún presentes. El Barcelona había pinchado en los últimos partidos, frente a Real Sociedad y UD Salamanca, merced a goles encajados en los últimos minutos, y había cedido la primera posición en favor del Real Madrid -aunque con dos partidos menos-. Se presumía un duelo emocionante en el que el Barça partía como favorito, pero el entrenador azulgrana, el siempre receloso Louis Van Gaal, no quería correr riesgos y salió con toda la artillería, con Luis Figo y Rivaldo a la cabeza. 

El encuentro prometía y pronto demostró que no iba a defraudar con un intercambio de golpes que comenzó nada más el árbitro decretó el inicio del partido. El Valencia fue el primero en asustar con un tiro desde fuera del área de Adrian Ilie que se estrelló en el palo ante la pasividad de Hesp, portero azulgrana. Esta ocasión metió el miedo en el cuerpo a los aficionados culés, que comprobaron cómo el Valencia no iba a ser ni mucho menos un rival fácil en un escenario de encuentro a ida y vuelta. No obstante sería el Barcelona quien se adelantaría en el marcador merced a los fallos defensivos ches. Iván De La Peña, que había salido en sustitución de Pep Guardiola antes de que transcurriesen veinte minutos de partido, filtró un pase entre líneas a la carrera de Sergi. Ni Djukic ni Cáceres acertaron a despejar su centro y Luis Enrique, completamente libre de marca, puso la testa para adelantar a su equipo. 

Al inicio de la segunda parte entró el 'Burrito' Ortega, que a la postre sería decisivo para culminar la remontada 

En el descanso Ranieri dio entrada al 'Burrito' Ortega en detrimento de Luis Milla para dotar de velocidad a los contragolpes valencianistas e intentar la remontada. Pero los errores defensivos ches continuaron y el Barcelona volvió a golpear sin piedad con dos tantos en menos de cinco minutos. En el 49', Figo interceptó un pase de la zaga valencianista y se la dejó a Rivaldo, que batió con tranquilidad a Zubizarreta. Tres minutos después Cáceres, en propia meta, coló el tercer tanto culé al intentar despejar un centro desde la izquierda de Sergi. Los minutos fueron pasando, se llegó al ecuador de la segunda parte y el Barcelona aún mandaba 3-0 en el electrónico. El encuentro parecía visto para sentencia. 

Pero el Valencia no se iba a rendir. A pesar de lo abultado del marcador en contra, lo siguieron intentando al menos para dar la cara. Y comenzó a morder. Primero fue otro cabezazo que se fue al palo. Lejos de desmotivarse ante su falta de acierto, el combinado valencianista siguió apretando y agobiando al Barcelona en su propio campo, y por fin llegó el primer tanto. Un error en la salida azulgrana acabó con la pelota en los pies de Morigi, que había entrado minutos antes por Gaizka Mendieta. El centrocampista argentino se la cedió a Ilie y éste al 'Piojo' López, que se la devolvió desde la frontal a Morigi para que definiese ante la salida de Hesp. Corría ya el minuto 69, por lo que aquel gol parecía simplemente anecdótico. Sin embargo, menos de cuatro minutos después apareció de nuevo Claudio López para meter definitivamente al Valencia en el partido. Carboni se marchó en velocidad por la banda izquierda del ataque che y puso un centro medido a la cabeza del delantero argentino, que no falló. Quedaban algo menos de 15 minutos para culminar la remontada o sacar un meritorio empate. 

El 'Piojo' López firmó aquella noche la primera de muchas actuaciones memorables contra el Barça

Aguantaba atrás el Barça, ya mentalizado de que el partido se les podía ir de las manos. El Valencia, por su parte, hacía lo imposible para que el arreón no hubiese sido en vano, consciente de que un contragolpe azulgrana podía acabar de un plumazo con todos los esfuerzos. Pasado el minuto 85 de juego, parecía que sería el Barcelona quien se llevaría los tres puntos a pesar de todo. Pero en esas apareció otra vez Claudio López, que aquella noche comenzó su metarfosis para convertirse en la bestia negra de un Barcelona que nunca supo pararle. El argentino cazó un balón despejado a la salida de un córner y puso las tablas de un potente zurdazo desde fuera del área. El éxtasis valencianista contrastaba con la incredulidad del equipo azulgrana, que sufría los pitos de todo el Camp Nou. Pero lo peor estaba por venir. Las televisiones aún no habían terminado de repetir el golazo del ‘Piojo’ cuando Ariel Ortega recibió un pase en profundidad por la izquierda, se plantó en el área con velocidad y batió a Hest en el uno contra uno. Lo imposible se había consumado. El ‘Burrito’, en el fragor de la celebración, se quitó la camiseta y fue expulsado por doble amarilla. Nada importaba ya. El Barcelona, hundido, no presentó mucha batalla en los minutos finales, y tras el pitido final se fue cabizbajo a vestuarios en medio de una monumental pitada. Los de Van Gaal, a pesar de todo, acabarían ganando aquella Liga con 74 puntos, once de ventaja sobre el Real Madrid. 

En cuanto al Valencia, imbuido de épica tras aquel partido, no volvió a temer por la supervivencia en la categoría. Claudio Ranieri cambió por completo la cara del conjunto che y logró terminar la temporada en novena posición, con lo que consiguió la clasificación para la Copa Intertoto. El siguiente año acabaría con el equipo valencianista en cuarta posición y la consecución de la Copa del Rey, en la mágica final del estadio de La Cartuja, frente al Atlético de Madrid. Algo grande se estaba gestando en la ciudad del Turia. Lo que ocurriría durante los años venideros es historia del Valencia y el fútbol español.

La plantilla valencianista celebra la Copa del Rey de 1999 | Foto: Valencia CF
La plantilla valencianista celebra la Copa del Rey de 1999 | Foto: Valencia CF