Francisco Román Alarcón Suárez, conocido como Isco, ha disfrutado de su mejor año con la camiseta del equipo que apostó por él cuando deslumbró en Málaga. Con un papel que parecía relegarlo al banquillo por las actuaciones de la BBC y el asentamiento de Casemiro en el centro del campo madridista, el mago se esforzó todavía más por ganarse los minutos. Las lesiones -sobre todo, la de Gareth Bale- estuvieron de su lado para que saltara al campo a convencer a Zidane. Y lo hizo. A base de juego, genialidades, trabajo defensivo y en definitiva, espectáculo, se ganó a pulso la titularidad.

Cuando más se hablaba de su posible marcha del club blanco, apareció la magia de sus botas para desvirtuar todos los rumores. Su fútbol enamoró como siempre lo había hecho en otras campañas, pero esta vez para conseguir algo muy ansiado en la entidad desde hace años: el título de Liga. Sus actuaciones ligueras fueron tan prodigiosas que se ganó también un puesto en el once de Champions. Ahora deseará poner la guinda en Cardiff.

Un inicio complicado

La competición doméstica no comenzó para el malagueño como él hubiese deseado. Zidane repetía una y otra vez que si Benzema, Bale y Cristiano estaban disponibles no iba a variar el sistema. Además, el brasileño Casemiro era vital para el equilibrio del equipo. Con las alineaciones así, Isco no tenía hueco. No lo digo yo, lo dicen las estadísticas: en las primeras 6 jornadas tan solo disputó 55 minutos y en el 10º partido solamente había jugado los noventa minutos en dos ocasiones, contra Alavés y Betis a domicilio.

El centrocampista español apenas estaba siendo protagonista, aunque a partir de dicha jornada comenzó a participar más. Tampoco llegó a completar encuentros enteros -dada la política de rotaciones del técnico francés- pero su papel fue creciendo y el equipo lo notó. El juego del Real Madrid se beneficiaba cuando el balón pasaba por sus botas. Se perdió el partido contra el Sevilla en el Pizjuán y contra el Barça en el Bernabéu. No fue casualidad que el conjunto madridista perdiese ambos duelos, sin él sobre el campo. 

Benditas lesiones

Si hubo un jugador de la plantilla que se vio beneficiado por la mala suerte de algunos como Bale, ese fue Isco. Aunque no sea plato de buen gusto decir eso porque las lesiones son lo peor que tiene el fútbol y ningún futbolista se alegra por la baja de un compañero de equipo. Pero la realidad fue que ese hueco que el malagueño no tenía en el once, de repente se abrió.

El galés era indiscutible en el esquema 4-3-3 de Zidane y no había nada que negociar, a pesar de las constantes quejas de los aficionados madridistas que deseaban a Isco de titular. Estaba claro que solo había un puesto para los dos. La coincidencia era evidente cuando Bale podía jugar (en las primeras jornadas de Liga) e Isco era suplente o apenas jugaba. Después, cambio de roles pero con el delantero en la enfermería blanca.

Gareth estuvo hasta 10 partidos no disponible hasta su reaparición en la jornada 23. Luego, volvió a caer en desgracia para los últimos cinco encuentros de la competición. Aquí, el centrocampista de Arroyo de la Miel aprovechó al máximo los minutos para sentirse más que importante y llevar al Real Madrid a ser invencible. 

Pero con un análisis más exhaustivo se aprecia que no solamente el galés dejó sitio al malagueño. Las rotaciones de 'Zizou' para dar descanso a otros futbolistas como Modric, Kroos o Casemiro en determinados encuentros también facilitaron su ascenso al once. Sin olvidar que el brasileño estuvo lesionado unas semanas o que Asensio, James y Kovacic también disfrutaron de la titularidad. El entrenador intentaba repartir minutos para todos. 

Tres exhibiciones

Alavés, Deportivo y Sporting de Gijón. Las plantillas de los tres equipos españoles vieron como un mago recorría el césped con el balón pegado al pie. Un regate por aquí, un recorte por allí. Una 'croqueta' para irse de uno, dos, tres... Y a punto de marcar un gol antológico en El Molinón ante la boquiabierta afición asturiana. Antes, un gol por la escuadra fabricado en apenas un metro y precedido de un fantástico malabarismo. Para lograr los tres puntos basta con un disparo ajustado a la cepa del palo tras un giro de tobillo simplemente exquisito. La magia de Isco Alarcón. Esa fue su más espectacular actuación, pero no la única. 

Después de demostrar todo lo que podía ofrecer, Zidane le alineó en Champions también y el malagueño no defraudó. Los jugadores rivales solamente podían pararle con faltas. Así se las gastaron en el Bayern y Atlético. La mejor medicina era el fútbol. Marcó el gol que dejaba sin opciones a los colchoneros y fin. En el último partido de Liga, asistió a Cristiano para que encarrilase la victoria que daba el título. De nuevo, Isco. 

El balance

¿Por qué es la mejor campaña de Isco con el Real Madrid? Pues porque sus números y títulos así lo justifican, a falta de saber si sumará otra Champions a su palmarés. En la Liga Santander ha jugado un total de 1637 minutos en 30 partidos (18 como titular y 12 como suplente) en los que ha acumulado 10 goles, 8 asistencias y 126 balones recuperados. Además, en varios encuentros llegó a superar los 10 kilómetros recorridos. En trofeos, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes se suman a la copa de Liga. 

Su evolución

Para jugar en un club de las dimensiones del Real Madrid la clave está en no rendirse nunca. Seguir día a día luchando por tu sueño: triunfar vestido de blanco. Saltar al terreno de juego y que todo el Santiago Bernabéu coree tu nombre. O aún mejor, que todo un estadio rival te ovacione al ser sustituido. No hay mayor satisfacción para un futbolista que sentirse querido por la gente. Que valoren tu trabajo y el espectáculo que les brindas en el césped. 

Isco es de esos jugadores. Desde el primer pie que puso en tierras madrileñas ha tenido que remar a contracorriente para ganarse la camiseta. Primero fue su contacto con el resto de jugadores y su entrada en el equipo, tras su reciente fichaje en 2013. Luego, la competencia con James Rodríguez en una posición similar a la suya. Y finalmente, la llegada del 'Príncipe de Gales' a la capital también mermo sus opciones de jugar más.

Pero lejos de frustrarse, el mago malagueño solo pensaba en entrenar duro, esforzarse al máximo y dar todo de sí. Así evolucionó para ser mejor futbolista y con Ancelotti aprendió a jugar en una demarcación que no le era habitual. Tenía que ayudar en tareas defensivas y lo hizo con creces. Al talento, se le sumaba la solidaridad del trabajo en el centro del campo.

Obviamente esto repercutió en sus labores ofensivas y a Isco se le pedía por entonces más aportación en forma de goles y asistencias. Esta temporada ha conseguido ambas peticiones. Además, no ha dejado atrás el mono de trabajo cuando el equipo lo requería. Está claro que si juega más arriba, aporta más al ataque y si está más retrasado, no tanto. Pero Isco ha contribuido a todo, según le exigía el técnico francés dependiendo del partido y rival. 

Y no podía terminar la que ha sido su competición de la mejor manera, en el estadio que le vio crecer: La Rosaleda. Toda Málaga se reunió allí para ver el regreso del futbolista más querido y más admirado. 

Todos los asistentes -incluida su familia y por supuesto, su hijo Isco Junior- se pusieron en pie, gritaron y aplaudieron al mago. Sentir el cariño, la alegría y el sentimiento de ser malagueño era el mejor escenario posible para festejar su primer título de Liga. En su casa, ante su gente. Donde Isco maravilló, donde no se olvidan de él.