Héroes y villanos. Odiados y amados. Orgullo y decepción. Sientas lo que sientas por los Biris, opines lo que opines de ellos, una cosa está clara: ellos no son nada sin el Sevilla y el Sevilla no es nada sin ellos. Las épocas oscuras más recientes del club han coincidido casualmente con enfrentamientos entre los ultras del Sevilla y la directiva. Cabe destacar el llamado "mes negro" de la pasada campaña en la que el club hispalense se vio fuera de Champions, de Copa y de la utópica lucha por la Liga. Pero desde que Pepe Castro permitiera que los Biris incluyeran su pancarta, otro gallo cantó.

En esta temporada el equipo se está dando cuenta del empuje de su jugador número 12. Los partidos fuera de casa del conjunto hispalense son un despropósito mayor que los que juega de local. Una temporada en la que el Sevilla no ha encontrado aún su juego y ya estamos en diciembre. En casa de los grandes el Sevilla no ha logrado ni un mísero punto. Madrid y Valencia fueron escenarios donde el Sevilla pareció no presentarse, y en Bilbao y Barcelona los jugadores desperdiciaron la oportunidad de puntuar en casa de dos históricos. El cuadro andaluz arrastra el escudo por los campos de España. Pero el cuento cambia al llegar a casa.

21 de noviembre de 2017. 21:30 de la noche. Estadio Ramón Sánchez Pizjuán. Un equipo vestido de blanco había sido vapuleado por uno de rojo y no fue precisamente beneficioso para la afición local. Tras ver como el Sevilla era humillado en la primera parte por el Liverpool, la afición decidió hacer lo que mejor sabe: animar. Ben Yedder y Pizarro correspondieron con goles al esfuerzo de la grada que vio como su equipo mantenía las opciones de avanzar en Champions. Una grada que no pitó a los suyos cuando iban perdiendo al descanso, que cantó "Sevilla échale más huevos pa' ser campeón" hasta la saciedad. Una grada que nunca se rinde o como dice su himno "una peña en Sevilla que no deja de animar". Los Biris siguen vivos pese a que han intentado acabar con ellos. Son irreductibles como Astérix y Obélix.

Pero donde hay luz también hay oscuridad. Como dijo una vez el presidente del club: "Los violentos no tienen cabida en el Sevilla FC". Ahí es donde entra el conflicto en la grada. "Los Biris son geniales hasta que hay un incidente o un ultra hace algo". Sea del Sevilla ese ultra o no. "Los Biris tienen una ideología que no comparto y ya dejan de ser mi grupo ultra, pero canto sus canciones cada semana y muero por ellos cuando veo lo que hacen por el Sevilla".

Después del incidente frente a los ultras de la Juventus, un gran sector de la afición criminalizó a los Biris. En todos los rebaños hay ovejas negras y si es cierto que algunas personas usan el nombre del grupo para ensuciar su imagen, lo mejor es que salgan de ahí cuando puedan. Los ultras del Sevilla llevan desde 1975 desviviéndose por el club, sin fallar. Han pasado años, jugadores y dirigentes; pero ellos se mantienen fieles. Del Nido no pudo acabar con su pasión y Tebas tampoco.

El expresidente sevillista tuvo un amago de expulsarlos de la grada, caso que acarreó casi una temporada en suspensión por parte de los Biris. Una temporada en la que el Sevilla no llegó a nada en el año 2012, dique seco entre la Copa del 2010 y la UEFA del 2014. La pelea entre los ultras del club hispalense y los aficionados de la UD Roteña en un amistoso de pretemporada dio de que hablar y llevó al club a una temporada sin pena ni gloria. Eso acabó solucionándose con la dimisión de Del Nido, pero los problemas seguirían con la llegada de Javier Tebas.

El actual presidente de LaLiga, conocido por su odio radical a los grupos ultras, ha mantenido una cruzada constante contra ciertos colectivos del mundo del fútbol. Biris Norte (Sevilla FC), Supporters Gol Sur (Real Betis), Riazor Blues (Deportivo de la Coruña) o Bukaneros (Rayo Vallecano) han sido los más afectados. El insulto se convirtió en algo tabú en los campos de fútbol, cuando de siempre se han realizado en las gradas de todos los estadios de España. Los intentos de Tebas de acabar con los ultras, de algunos equipos, han conseguido únicamente una férrea unión entre estos ultras contra la directiva de LaLiga.

Una pasión que parece no tener final y que ve como cada día más y más personas apoyan. LaLiga está en una cruzada contra los grupos ultras, algunos específicamente, pero es una batalla perdida. La grada del Ramón Sánchez Pizjuán no dejará de lado a los Biris, ya se ha demostrado más de una vez, gran parte por su comportamiento tras las nuevas normas aplicadas por el club.

El Cordiality ​que La Liga implantó como comienzo a su caza de brujas frente a los ultras supuso el cese a los insultos en los campos de fútbol. Esta ley en un principio no importó mucho a la afición, que veía como semana tras semana su equipo era multado por los insultos dirigidos hacia los rivales. En Nervión se prohibió insultar al eterno rival. Un partido sin insultos al Betis en el Ramón Sánchez Pizjuán era inconcebible hasta hace un año, pero ha ocurrido. Cantos de sátira que no pueden acarrear sanción siempre serán escuchados, pero el estadio vive una versión light de lo que era antes. Los Biris supieron aplicarse esta medida y se acabaron los insultos en el Ramón Sánchez Pizjuán. Momentos puntuales de alta tensión como la vuelta de exjugadores odiados, un derbi o un grave fallo arbitral son los únicos momentos en los que esta ley se rompe, pero los ultras del Sevilla han conseguido dejar de ser los más multados por LaLiga.

No sólo en partidos claves como el mencionado anteriormente frente al Liverpool, sino en todos los encuentros destaca el pulmón del Gol Norte. El más reciente el encuentro frente al Levante, donde un aguacero, una pobre entrada y un partido aburrido no pudieron con los Biris. El empuje de los ultras del Sevilla no cesó en ningún momento y ni la falta de juego e intensidad del equipo hicieron acallar sus gargantas. "Sevilla escucha, esta es tu grada // Biris no fallan, aquí no se para", que razón tenía quien inventó ese cántico.