Pablo Gabriel García Pérez (Uruguay, 1977) era un mediocentro defensivo de esos de los que te gustaría tener siempre en tu equipo pero que odias cuando está en el equipo rival. Un tipo duro, sobrio y con carácter. Un internacional por Uruguay que llegó a disputar 66 partidos con la Celeste, y al que pudimos disfrutar durante 3 temporadas en Osasuna.

Pablo García llegó a Osasuna el verano del 2002, como un descarte del Milan. No era su primera vez como profesional en España, ya que anteriormente había estado en el filial del Atlético de Madrid y cedido en el Real Valladolid, aunque sin disponer de muchas oportunidades. De ahí, tras el descenso del club rojiblanco, pasó al conjunto lombardo, donde llegó a debutar en la Champions en un partido frente al Galatasaray. Sin embargo, su participación en el equipo de San Siro no era la suficiente, por lo que la temporada siguiente fue cedido al Venecia, donde también disputó la Serie A. En la capital del Véneto llegó a jugar 14 partidos, pero tampoco sirvieron para acabar de convencer a la directiva del Milan de su continuidad. Y, como decíamos anteriormente, la temporada 2002/03 Pablo García acabó recalando en la ciudad de Pamplona.

En el equipo rojillo disputó 3 temporadas con la camiseta rojilla, en las cuales el club navarro sufrió un poco los apuros del descenso que los dos años anteriores. Pero, si hay un momento destacado en esas 3 temporadas, ese es evidentemente la final de copa del año 2005, la primera y única en la historia de Osasuna hasta hoy, y donde el uruguayo acabó expulsado en la prórroga. Poco después de esa final, el uruguayo fue traspasado al Real Madrid, empezando así otra vez su periplo por varios clubes.

En su llegada al club blanco, vivió una de las temporadas más convulsas que se recuerdan en la entidad, en la cual sucedieron la destitución de Vanderlei Luxemburgo y la dimisión de Florentino Pérez como presidente del Real Madrid. A pesar de eso, y del pobre rendimiento en general de los merengues, Pablo García logró hacerse un hueco en el once blanco, disputando 22 partidos de liga y 4 de Champions. Al verano siguiente, tras las elecciones y el fichaje de Capello, se le comunicó que no se contaba con él, y las dos siguientes temporadas fue cedido al Celta y al Murcia, donde disputó 19 y 21 partidos respectivamente.

En el verano del 2008, el charrúa finalizó contrato con el Madrid y fichó por el PAOK de Salónica, donde estuvo hasta el invierno de 2014 disputando la liga griega y competiciones europeas en diversos años. En esta etapa llegó a ser dos veces subcampeón de la liga de Grecia, en los años 2010 y 2013. Si bien su fichaje se vió como un paso hacia arriba del club y se le consideraba uno de los jugadores principales del mismo, con el paso de los años fue perdiendo poco a poco su protagonismo en el campo. Ese declive futbolístico no le quitó el cariño de la grado, al contrario, su fuerte carácter y entrega hacían de él uno de los jugadores más queridos de la afición del PAOK.

En el invierno del 2014, tras solo haber disputado 3 partidos en la primera vuelta de la liga, fue traspasado al Skoda Xanthi, donde solo disputó otros 3 partidos antes de rescindir su contrato y finalizar así su carrera como jugador. No tardó mucho en volver a Salónica, ya que el verano de 2015 se anunciaba su incorporación al cuerpo técnico de las categorías inferiores del club. Si bien en la primera temporada comenzó como ayudante en el equipo sub17, al año siguiente fue ascendido a equipo sub19 del que a día de hoy sigue siendo entrenador principal.