No acapara portadas, huye de protagonismos, pero su luz acaba hechizando. Lejos de lo mediático y de las notas envolviendo a su figura, Leila Ouahabi acaricia los acordes de una célica melodía. La sonrisa del fútbol trota con sutileza por el flanco izquierdo del Barça Femení, adueñándose de un costado que busca la esencia que desprende. Acunada bajo cielo de la Ciudad Condal, sus raíces besan el calor de tierras marroquíes. Los rasgos marcados sobre su tez despiertan la naturaleza de una auténtica guerrera que no se olvida de su linaje.

Está dónde quiere estar. La vida de Leila no se entiende sin el cuero ardiendo bajo sus pies. Nacida en Mataró, sería en Vilassar del Mar dónde el aroma de su calidad acabaría por romper los moldes de una sociedad que buscaba, sin saberlo, una estrella en la que creer. Impulsada por su hermano Nabil, el fútbol acabaría convirtiéndose en el hilo conductor sobre su vida, encontrando en las entretelas de un balón el principal pretexto para dar el salto a un nuevo nivel.

Leila Ouahabi en el Johan Cruyff. Foto: Noelia Déniz, VAVEL

La cuna de una estrella

Rodeada de chicos, en las filas del Vilassar del Mar los indicios de su resplandor comenzaban a eclipsar. Lejos de achicarse, Leila Ouahabi entablaba los primeros pasos en el fútbol descubriendo sin complejos una versatilidad brillante sobre el verde. Destapando una vertiente ofensiva incontestable y adaptándose a cualquier zona del tapete, el FC Barcelona no tardaba en llamar a su puerta.

Con sólo 13 años, los brazos de La Masía se abrían para recibir a Leila Ouahabi. Sin ruido, pero con una clase magistral, la jugadora azulgrana escalaba de forma gradual por todas las categorías inferiores del club catalán, llegando al primer equipo de Xavi Llorens en 2011. Con un papel secundario a las órdenes del técnico del Barça Femení, Leila colocaba su granito de arena en la consecución de la primera Liga en la historia del escuadrón femenino (2011/2012) dónde lograría además nutrir su palmarés esa misma campaña con la Copa de la Reina, éxitos que volvería a repetir un año después.

Leila llegaba al primer equipo en 2011, ganando la primera Liga en la historia del Barça Femení

Leila este curso con el Barça Femení. Foto: Noelia Déniz, VAVEL

Envuelta con cuatro títulos a sus espaldas, Leila decidía en verano de 2013 abandonar el club de sus amores en busca de minutos que le permitieran crecer. Sin perder el calor del Mediterráneo, la catalana recalaba en el Valencia CF, la armada que le permitió lograr su primera llamada con la selección absoluta. Sin titubeos, abanderando sus ideas, Leila rechazaba la cita con la Federación de Marruecos para envolverse con orgullo con los colores de la ‘rojigualda’.

De regreso a casa

Descorchando un fútbol prometedor, tres años a orillas del río Turia bastaron al Barça para intentar recuperar la clase de una jugadora en especie de extinción. Sin pensárselo, aceptando el desafío, Leila Ouahabi regresaba de nuevo a casa la temporada 2016/2017 con las maletas llenas de experiencia y la madurez necesaria para afrontar el reto. Leila, que emprendía sus primeros pasos en un Barça Femení respirando los aires de un fútbol desaliñado y marchaba cuando el fulgor de su mejor versión comenzaba a despegar, regresaba tres años después con el fútbol femenino confeccionando su propio lugar.

Tras tres años en el Valencia CF, Leila retornaba al Barça Femení la temporada 2016/2017, convirtiéndose en una pieza clave hasta la fecha

Ella, que comprende los entresijos del carril como nadie, se asienta com comodidad en el lateral izquierdo del Femení. Al amparo de una velocidad exultante, la catalana ha logrado establecerse en la pizarra como pieza indispensable en el motor del navío azulgrana. Una correcaminos, trotando por el flanco izquierdo con decoro y calidad, su mera presencia pegada a la línea de cal atemoriza al rival. Sin perder de vista la vocación ofensiva, con el ‘15’ a la espalda abrillanta el ataque del escuadrón, mimando con delicadeza un cuero que siempre le busca. Estrechando una pegada genuina gracias a su zurda, Leila Ouahabi emerge para desatascar las líneas defensivas más atrancadas. No vive del gol, pero lo disfruta como nadie. Enfundada con una sonrisa especial, los ángeles explotan llenos de júbilo cuando la carrilera fusila la red. Siempre singulares, siempre teñidos de un color peculiar, sus dianas abrazar el sabor de un fin importante.

Leila en una acción del partido en el Johan Cruyff. Foto: Noelia Déniz, VAVEL

Cómoda en una posición que no le guarda ningún secreto, la capacidad de superación de Leila quedaba patente la temporada 2017/2018, una de las más grises al compás de un balón. Una rotura en el ligamento cruzado de la rodilla izquierda le obligaba a pasar por el quirófano en diciembre de 2017, apartando más de siete meses a la azulgrana lejos de los terrenos de juego. Fe y convicción envolvieron su aura, emergiendo con robustez el curso 2018/2019 para guiar al Barça Femení hacia una campaña histórica.

A sus 26 años, Leila arranca en su sexta temporada con el primer equipo con el objetivo de volver a estrechar las mieles del cetro liguero y seguir agrandando la historia del club catalán en territorio Europeo. Dos Ligas y cuatro Copas de la Reina atesoran su particular palmarés con hambre de más. Tocada con la varita de los Dioses, el manantial que florece de sus botines le aguarda un largo recorrido. Engrandecida al olor de un buen ataque, la gran zancada de su zurda coronando la banda de banderín a banderín no alberga ninguna duda. Leila sonríe, y el fútbol se posa a sus pies.

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