Para muchos, Leo Messi es el mejor jugador de la historia, y no es para menos. Desde su llegada al primer equipo, el argentino se ha convertido en la pieza sustancial del Barcelona y ha conseguido todo con el equipo blaugrana. Pero no siempre ha sido el Messi que conocemos ahora, el futbolista ha pasado una serie de cambios en su posición y en su juego para evolucionar en el jugador total que es hoy.

De la Masía al primer equipo

Leo llegó a la cantera del Barça en el año 2000, durante sus años de infantil. Rápidamente se dieron cuenta de que aquel jugador no era normal y escaló categorías hasta llegar al Barcelona B siendo apenas un juvenil de primer año. Durante su estancia en las categorías inferiores, Messi ha marcado 105 goles en 107 partidos, cifras impresionantes a pesar de que su posición inicial ya era delantero.

Pero Leo no era un delantero cualquiera, se movía con libertad por cualquier zona de tres cuartos de campo y ayudaba a la creación de juego en el equipo. Se podría decir que era muy similar al jugador que es actualmente, con la diferencia de la agilidad y velocidad que le otorgaba su categoría de juvenil. 

El 16 de noviembre de 2003, Messi debutaría con el primer equipo en un amistoso ante el Oporto a la edad de 16 años, de la mano del entonces entrenador Frank Rijkaard. A los 17 años, ya era uno más de la plantilla.

Por último, cabe destacar las actuaciones del joven Leo con la selección sub-20 de Argentina, con la que gano un mundial en el 2005, único logro nacional del jugador. Entrando desde el banquillo en el primer partido, Messi se volvió la pieza fundamental de aquel conjunto albiceleste y fue elegido balón de oro del torneo, además de ser el máximo goleador con 6 tantos.

Era Rijkaard

En la temporada 2005-06, Messi ya era fijo dentro del primer equipo. Durante esa campaña y las dos siguientes, la pulga se iría convirtiendo poco a poco en un habitual del once titular, compartiendo delantera con Samuel Eto’o y Ronaldinho, dos compañeros de gala para el joven Leo. Justo ese año ganó su primera Champions League, la segunda para el Barcelona.

En este periodo con el técnico holandés, Messi era un extremo puro que destacaba por su carácter individualista. Aprovechaba su regate, velocidad y agilidad para recorrer la banda con soltura y desde ese punto crear ocasiones para el equipo blaugrana. El aspecto que le faltaba a este joven Messi era conectar con sus compañeros, es decir, no pecar tanto de jugadas individuales y relacionarse más dentro del campo.

Durante esta época “Rijkaard”, la pulga tuvo actuaciones memorables en el Barça, como el partido ante el Chelsea en Champions (2005-06) o su primer hat trick como profesional contra el Real Madrid (2006-07). También marcó al que muchos llaman el mejor gol de la historia, una jugada “maradoniana” ante el Getafe que le consagró como una joven estrella.

El falso '9'

Tras la marcha de Frank Rijkaard y de una figura del equipo como era Ronaldinho, llegaría un entrenador que cambiaría el juego y el porvenir del Barça, Pep Guardiola. Una de sus primeras medidas fue darle un nuevo papel a Leo dentro del proyecto blaugrana, el de protagonista. Messi heredó el “10” de su maestro brasileño y fue la pieza angular de posiblemente el mejor Barcelona de la historia, junto a Xavi e Iniesta entre otros.

Una de las causas del flamante éxito de Guardiola fue el cambio de posición del argentino, que pasaría de ser un jugador de banda a un delantero que más que ser delantero centro se encargaría de conectar con los centrocampistas y crear huecos para que los extremos pudieran hacer goles.

Gracias a esta nueva posición, Messi multiplicó su cifra de goles llegando a marcar hasta cinco tantos en un partido. En el año 2012 batió el récord de goles en un año con 91 tantos. Todo esto se debe en parte a los buenos acompañantes que tenía el argentino en la delantera, jugadores como Henry, Pedro, David Villa o Ibrahimovic entre otros, que aportaban lo que necesitaba Leo para crear ocasiones de gol con total libertal.

En la primera temporada de Guardiola como entrenador, el Barcelona consiguió el “sextete” con Messi de protagonista, lo que le permitió conseguir su primer balón de oro en el año 2010 con tan solo 21 años. Fue la primera gran temporada del astro argentino como blaugrana.

El futbolista total

Con la llegada primero de Luis Enrique y después de Ernesto Valverde, Messi logró finalmente convertirse en un futbolista omnipresente, un jugador que aparece en todas las zonas del campo: cerca de la defensa para sacar el balón, en el mediocampo para la fabricación de juego y en tres cuartos para crear ocasiones en los últimos metros. Por todo ello, el jugón argentino se ha vuelto una pieza primordial para el Barcelona en los últimos años, hasta tal punto de existir una dependencia de Messi para que el juego del equipo fluya correctamente.

La reconversión de Leo se podría decir que llega por necesidad del conjunto blaugrana. Desde la marcha de Xavi y posteriormente de Iniesta, el equipo se quedó huérfano en la creación de juego y no supo sacar adelante el estilo que funcionaba con Guardiola. Por ese motivo, Messi se vio obligado a retrasar su zona de actuación en el juego y adoptar ese rol en el equipo. Ahora Leo se ha convertido en un futbolista total porque realiza el trabajo de Xavi, Iniesta y el suyo propio. El argentino es capaz de echarse el equipo a la espalda y ganar un partido él solo, una capacidad que pocos futbolistas han tenido a lo largo de la historia.

Actualmente, Leo Messi ha conseguido 6 balones de oro y 34 títulos en 15 temporadas con el Barcelona. A la edad de 32 años, la pulga se ha convertido en toda una institución tanto del equipo blaugrana, como del fútbol mundial, y por el nivel que está ofreciendo se puede esperar que queda mucha magia por dar en las botas del astro argentino.