Vítor Manuel Martins Baía (Sao Pedro da Afurada, Portugal, 1969) se había formado en el FC Porto y, tras ocho años en la portería de los dragones abandonó su país natal para hacer historia en la portería de uno de los equipos más grande de Europa, el FC Barcelona.

Año 1996, el luso llegaba a Can Barça a cambio de 900 millones de pesetas. Bobby Robson estaba haciendo un conjunto campeón: Ronaldo, Giovanni, Blanc, Pizzi, Amunike, Luis Enrique y Stoichkov eran algunas de las estrellas de esa plantilla. Un equipo grande necesita un guardián de su bien más preciado a la altura, alguien que eche el cerrojo a la portería, controle el juego y ordene jugadores desde el lugar donde se tiene una visión privilegiada. 

El guardameta portugués llegaba para convertirse en el portero titular. 5 ligas de Portugal en ocho años y el récord de imbatibilidad de la liga portuguesa con 1191 minutos sin encajar un gol le avalaban.

La confianza de Robson

Estrenándose contra uno de los grandes, Baía jugó su primer partido oficial como portero culé contra el Atlético de Madrid en el estadio Montjuïc de Barcelona, siendo la ida de la Supercopa de España. Mostraba seguridad, tranquilidad y talante. Jugando con los pies, saliendo sin miedo y demostrando que era uno de los pocos porteros que se atrevían a salir con el balón rodando por el verde.

Imponente en sus salidas, y con manos salvadoras, no logró parar un penalti tirado por el atlético Pantic, el que sería su verdugo durante las temporadas que jugase en España. Finalmente, los hombres de Robson se harían con la victoria por 5 a 2 y, unos días más tarde, se alzarían con el título de supercampeones de España, ganando en el global por 6 a 5. Este sería el primer título de Baía tras su salida del Porto.

Titular indiscutible, con salidas impecables que hacían del disfrute de todo aficionado culé y del buen fútbol. Un muro bajo palos y puro espectáculo. Solo en su primera temporada como cancerbero  del equipo de Robson, ayudó en la consecución de 3 títulos: 1 Copa del Rey, 1 Recopa de Europa y 1 Supercopa de España, y acabando la liga pisándole los talones al campeón, el Real Madrid, a tan solo dos puntos.

 

Vítor Baía con el FC Barcelona. Foto: UEFA
Vítor Baía con el FC Barcelona. Foto: UEFA

                                                 Van Gaal y las lesiones le alejan del sueño culé

La temporada siguiente, año 1997/1998, Robson abandonaba el banquillo azulgrana y era sustituido por el técnico holandés Louis Van Gaal. La titularidad del astro portugués estaba prácticamente asegurada, hasta que en agosto de 1997 una lesión de rodilla por la que tendría que ser operado le alejaba de los terrenos de juego, y el segundo portero, Ruud Hesp, elegido personalmente por el nuevo entrenador, pasaba a defender la portería del FC Barcelona cumpliendo con creces.

A partir de aquí, nada volvió a ser como antes. El cuadro azulgrana se alzó en la temporada 1997/1998 con otros 3 títulos: 1 Liga, 1 Copa del Rey y 1 Supercopa de Europa, los que serían los últimos trofeos de Vítor Baía vistiendo la elástica del equipo catalán.

En la temporada 1998/1999, tras haber disminuido los minutos de los que disfrutaba el meta portugués, y habiendo tenido algún que otro enfrentamiento con Van Gaal, salía en calidad de cedido a su Porto, equipo del que jamás volvería.

Él mismo afirmó recientemente que abandonar el club catalán fue la decisión más difícil de su carrera, por lo que dejaba claro que su propósito había sido conseguir hacer historia en el Club y convertirse en una leyenda, algo que no logró, para sorpresa de todos.

 

Vítor Baía con la Champions conseguida con el FC Porto. Foto: FC Porto
Vítor Baía con la Champions conseguida con el FC Porto. Foto: FC Porto

 

Un fichaje frustrado

Atrás quedaban esos vibrantes partidos en los que se podía disfrutar de la intensidad y pasión del cancerbero portugués, como aquella inolvidable victoria por 5-4 frente al Atlético de Madrid en los cuartos de final de la Copa del Rey del 1996/1997.

Tras el pitido final, Baía rompía a llorar al culpabilizarse de los goles colchoneros encajados, dando a entender que podría haber hecho mucho más en alguno de ellos. Los culés habían llegado a perder por 0 a 3, pero tirando de orgullo consiguieron una gesta histórica y se impusieron finalmente en el marcador. De la Peña consolaba al portero ante la atenta mirada de la prensa.

El portero había llegado al FC Barcelona como una estrella, pero el papel que desempeñó en las filas blaugranas durante ese breve periodo de tiempo no gustó del todo a la afición local. La mente pareció ser su peor enemiga, una presión que no supo controlar debido a lo que se esperaba de él. Aún así, los números no engañan: después de haber jugado 39 partidos en la Liga española, sumando 3.510 minutos, consiguió dejar su portería a cero en hasta 14 encuentros.

Con su regreso a Portugal volvía a estar al máximo nivel, contando con el apoyo de equipo y afición. Con el número 99 a la espalda, como seña de identidad por el año de su regreso a casa, mantuvo el fortín de los dragones a salvo hasta su retirada del fútbol profesional en 2007.