27 de junio de 1987, Zaragoza. Atlético de Madrid y Real Sociedad disputan la gran final de la Copa del Rey ante una Romareda abarrotada. En los banquillos, dos mitos del fútbol como Luis Aragonés y John Benjamin Toshack. El partido, vibrante, acaba con un marcador de 2-2, y la prórroga no sirve para desequilibrar la balanza hacia ningún lado. En la tanda de penaltis, un decisivo Arconada impone su ley y la Real se convierte, por primera vez desde que usa el nombre de Real Sociedad, en campeona de Copa. 

En 2021 se cumplen 34 años de aquel hito y la Real vuelve a encontrarse con la posibilidad de levantar un título de Copa. Sería el primero para toda una generación de errealzales que solo han podido ver la final de Zaragoza a través de Internet y que no saben lo que es ver a un capitán txuriurdin levantar un trofeo al cielo. 

Nos hemos puesto en contacto con Ernesto e Iñigo, dos aficionados que vivieron en primera persona aquella noche en Zaragoza. Se trata de un bonito ejercicio de nostalgia y sabiduría para las generaciones más jóvenes a partes iguales. A continuación, cuentan para VAVEL sus recuerdos de aquella histórica noche, algunas anécdotas y datos curiosos, y analizan el ambiente previo de aquel entonces con el actual.

  • La previa y el partido

Iñigo tenía 22 años en 1987. Recuerda la víspera perfectamente. "El día anterior hice el último examen de toda la carrera, por lo tanto mi estado de ánimo era excelente". Tras acabar su carrera, cogió el coche hacia la capital maña. "En la autopista yendo a Zaragoza había muchos coches con matrícula San Sebastián, nos hacíamos señales y toques de bocina unos a otros animando a la Real, era como una procesión con un ambiente increíble".

En Zaragoza estaba afincado ya desde hacía varios años Ernesto, a quien la designación de la sede de la final le supuso una gran alegría. Este aficionado txuriurdin recuerda con cariño el ambiente que se vivía en la ciudad: "El ambiente estuvo muy bien. Zaragoza estaba completamente dominado por las dos aficiones, aunque creo que éramos más los de la Real. Había varias charangas, mucha fiesta. La gente de la ciudad también se apuntó". Iñigo va incluso más allá: "yo no recuerdo ver a gente del Atlético de Madrid, todo era gente de San Sebastián", sentencia.

"El equipo suscitaba dudas, era un equipo en transición, y llegar a la final de Copa fue algo no muy esperado y grandioso. Quedaban algunos jugadores de la época dorada pero habían entrado otros jugadores jóvenes como Begiristain que todavía no habían explotado", afirma Iñigo. No obstante, ambos recuerdan un partido bonito y vibrante. Ernesto recuerda el momento decisivo del encuentro: "en los penaltis todo el mundo gritaba "¡no pasa nada, tenemos a Arconada!" y fue verdad. Paró uno de los penaltis y el otro lo falló el Atlético yo creo que por puro miedo de tener a Arconada en la portería". 

  • La celebración

Preguntados por la celebración del título, ambos concuerdan en resaltar la grandeza del momento. "Lo celebramos dando botes, abrazándonos, gritando, "¡¡no pasa nada, tenemos a Arconada!!", que realmente era EL grito de guerra. Ganar un título es una alegría enorme. Espero que los jóvenes lo sientan también pronto", nos dice Ernesto, quien también nos deja una reflexión acerca del valor de ganar un título para la Real: "en el caso de un club como la Real se siente una gran satisfacción por el mérito especial que tiene el trabajo con la cantera, el buen hacer desde las raíces. Es un premio a las cosas bien hechas. Es una satisfacción, creo, bastante superior a la que sienten los aficionados de clubes como Madrid o Barcelona".

Iñigo nos comenta lo siguiente: "el título de Zaragoza lo recuerdo con mucha más emoción que el ascenso. Para mí fue como lo de Gijón, donde también estuve. El impacto anímico de ganar un título es incomparable a cualquier otra cosa". Y sentencia, en clara advertencia a los jóvenes: "hasta que no ocurre no te das cuenta, no te lo puedes imaginar".

  • De Zaragoza a Sevilla

Saltando al presente, preguntamos a ambos aficionados si observan, covid al margen, diferencias entre los días previos a aquella final respecto a la que se disputará en Sevilla el próximo 3 de abril. "La ilusión es la misma, no ha cambiado en exceso. Los que más hemos cambiado somos los que estábamos ahí hace 34 años", comenta Ernesto entre risas. Iñigo coincide en el diagnóstico en cuanto a la ilusión, pero apunta dos diferencias: "una es que en este caso existe la sensación de que el encuentro es más trascendente porque es contra el Athletic. Hay un plus de dramatismo que no había entonces que creo que no es bueno. La otra es que en aquel entonces no había grandes expectativas en torno a la Real, íbamos con bastante inocencia. Para esta, como hemos tenido que esperar tanto, hemos visto que la Real ha pasado por muchos momentos diferentes de juego. La gente se ha hecho demasiadas ilusiones y se ha puesto muy derrotista varias veces a lo largo del año. Eso en el 87 no pasó, y lo recuerdo de manera más agradable, no hubo tanto tiempo para reflexionar y comerse la cabeza".

Desde VAVEL queremos agradecer a Iñigo y Ernesto su tiempo. Queda por ver si, dentro de otros 34 años, las generaciones futuras podrán entrevistar a los aficionados txuriurdines del presente sobre aquella copa ganada en la Cartuja ante el eterno rival.