El Real Madrid se despidió de la Liga con una victoria in extremis en Valdebebas sobre el Villarreal; victoria que no le sirvió en lo absoluto porque el Atlético, por su parte, remontó en Pucela y se llevó el título. El Madrid fue perdiendo buena parte del partido, pero Benzema empató en el 86 y Modric marcó el 2-1 en el 92. Pareció milagroso que el Madrid ganara tras ofrecer un partido tan malo, pero nada había que celebrar porque para el momento de la remontada blanca el campeonato ya se había teñido rojiblanco.

La temporada, que ha sido para el Madrid una montaña rusa, plagada de lesiones y con el entrenador en entredicho, termina sin una sola conquista que presumir más allá de una Champions League digna en la que cayeron en semifinales muy a pesar de todas las circunstancias.

Submarino con toda la artillería

El Villarreal, pese a jugarse el miércoles la final de Europa League en Gdansk (Polonia) ante el Manchester United, puso de inicio a su once de gala, sin especulación alguna por parte de Unai Emry.

El Madrid necesitaba la victoria y esperar que el Atleti no ganase en tierras vallisoletanas, pero su partido resultó decepcionante, de los peores que ha jugado en los últimos meses. No es que el equipo jugara sin actitud, pero era todo nervios e imprecisiones, sin una idea clara de por dónde penetrar a un Villarreal mucho más fresco físicamente.

El conjunto amarillo siempre se notó más cómodo sobre el terreno de juego, mejor ordenado. Aunque fue un partido aburrido, con pocas ocasiones y sin que los porteros tuvieran que intervenir apenas porque nadie encontraba buenas posiciones de remate.

En medio de un juego lleno de incógnitas, los suplentes del Madrid saltaron de gozo en la grada con la noticia del gol pucelano pero la sonrisa se les congeló en el rostro un minuto después, en el 19’, cuando Yeremy Pino hizo un gran control en el área blanca y batió a Courtois para adelantar a la visita.

Un fútbol pobre en Valdebebas

El gol despertó Madrid, que no ganó en calidad de juego porque ahora mismo su fútbol parece desgastado y sin variantes, sin chispa ni frescura alguna. Antes del descanso tuvo dos tibias ocasiones, un remate de Modric al lateral de la red y un cabezazo de Casemiro a las manos de Rulli al 45’, remate que representó el único intento a puerta de un primer acto jugándose el título de liga.

La segunda parte empezó con el Madrid igual de nervioso, pero los blancos marcaron en el 55’ tras un centro de Casemiro rematado por Benzema que parecía estar ligeramente en posición ilegal. Mientras el VAR validaba o no el tanto, el Atlético marcó el empate en Pucela y para completar la desilusión blanca De Burgos de Bengoetxea desde la sala VOR confirmó que el delantero francés estaba en fuera de lugar. Entraron Isco y Rodrygo por Vinícius y Asensio en un pobrísimo partido de los dos extremos.

Remontada in extremis

El Madrid siguió apretando sin encontrar puerta, marcó el segundo el Atlético y Zidane introdujo una triple sustitución bastante extraña: Mariano entró por Casemiro, Odriozola por Nacho para jugar con tres centrales y Marcelo por Miguel; cambios que surtieron efecto porque el Villarreal se apagó. Benzema marcó en el 86’ el 1-1 y el Madrid se fue arriba tirando más de orgullo que de fútbol. Mariano tuvo la victoria en una contra que no supo cómo resolver, pero Modric acertó con un golazo en el 92’. Ni en las peores circunstancias el Madrid pierde la fe porque es algo que lleva en su ADN. Si se puede ganar, se gana, aunque solo sea una cuestión de orgullo.

El silbatazo final llegó y con ello la culminación de una temporada compleja, llenas de circunstancias adversas y de un sabor amargo al irse de vacío.