España iba a Maribor para recoger lo sembrado en fase de grupos, cargada de la certeza que desprendía un grupo de jóvenes prometedor y ejecutor del fútbol que ya impera en el libreto nacional. Sin embargo, la suerte dio la espalda a una Rojita que no supo materializar lo generado ni consolidar lo creado en los minutos decisivos. Portugal pisa la final en busca de su primer Europeo. España cae en la orilla. 

La izquierda agujereando 

El argumento principal de ambos equipos gira en torno al balón y al protagonismo que sus medulares albergan. La materia prima ibérica desprende desparpajo, pero la tesis pasa por un dominio que nutra al mecanismo. 

Bryan Gil tan tierno como aventajado, olió el flaco contoneo de piernas de Dalot y fue a encararle para bailarle. De telonero del sevillista estaba Cucurella, irrumpiendo por dentro y proyectándole, creando una sociedad que concentró un alto porcentaje de los ataques de España. Portugal buscaba a Vitinha, Braçanga, Vieira y Gedson para concatenar combinaciones que les condujesen al área, pero fue Leao quien replicó la danza de Bryan. El rossonero hizo a Mingueza víctima de un giro maquiavélico con el que inventó la ocasión más amenazante del primer tiempo. Minutos después, volvió a morder al espacio hasta que Óscar Gil y Mingueza le dejaron sin pista. Leao se tiró en un intento de pillería que le costó la cartulina y la "desaparición" del encuentro. 

Javi Puado no tuvo un exceso protagonismo en 3/4 / FOTO: EFE
Javi Puado no tuvo un exceso protagonismo en 3/4 / FOTO: EFE

Tras el arreón luso, España se activó. Presión arriba a la salida, recuperaciones cerca del área, Zubimendi ostentando el peso creativo y Bryan Gil y Cucurella disrumpiendo sobre la izquierda. La Rojita finiquitó el primer tiempo poniendo música sobre las inmediaciones del área portuguesa, pero sin atreverse a pisar escenario.

Bombardeo sin fuego

El descanso dejó a Bryan Gil en la grada en un movimiento desconcertante de Luis de la Fuente por la rebeldía que el extremo había impreso sobre el costado. Miranda le sustituiría, empujando a Cucurella a los metros desde los que soltaría una volea que acabó escupida por la madera. España inclinó el campo desde el vértigo y enlazó ocasiones en los caóticos quince primeros minutos. 

Bryan Gil se marchó cuando mejor estaba / FOTO: UEFA
Bryan Gil se marchó cuando mejor estaba / FOTO: UEFA

Manu García encontró espacios en el carril interior para probar el disparo y conectar con Javi Puado; Brahim jugueteaba con sus amagos para quebrajar la zaga; y Jorge Cuenca aparecía con peligro a balón parado. Portugal sudaba para bloquear el bombardeo español, y aunque Florentino equilibrase por momentos la balanza, la dinámica de La Rojita era imparable. 

A Rui Jorge le comían las dudas que su equipo desprendía y optó por agitar el equipo sacando a Leao, Dany Mota y Bragança por Jota, Baró y Tiago Tomás. Luis de la Fuente aprovechaba el parón para dar entrada a Yeremi Pino por Brahim, que estaba siendo la personificación del desborde. El siguiente movimiento de tablero sacó a Manu García por el 'lince' Sancet, que debutaba con la sub21. 

Vieira celebrando el gol / FOTO: UEFA
Vieira celebrando el gol / FOTO: UEFA

Los cambios potenciaron a Portugal y desconectaron a España, que pasó a redundar en el centro lateral como si las ideas se hubiesen reducido a esa esfera. La falta de chispa despertó al enemigo y condenó a La Rojita en una acción donde la suerte le dio la espalda. Vitinha sacó el catalejo para proyectar un balón largo hacia la carrera de Vieira. El 23 buscó a Tiago Tomás cuando pisó área, pero en su envío se entrometió Jorge Cuenca para dotar al balón de un efecto endiablado que superó a Álvaro Fernández. Una parábola cargada de infortunio sacó a España del Europeo Sub21. Diez minutos separaban al partido de la prórroga, pero ni con los seis de prolongación ni con Abel Ruiz como medida desesperada, la Selección fue capaz de empatar el encuentro. 

 

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