La Selección Española arrancó la EURO 2020 dejando buenas sensaciones en lo que a control y juego se refiere. Dominó de forma despótica frente a una Suecia entregada que concedió el balón para salvaguardar su área en busca del empate. La Roja encadenó 917 pases por los 162 de su rival y ostentó un 85% de posesión, pero fue incapaz de derruir el muro escandinavo. Centros, pases filtrados, disparos de media distancia y remates dentro del área se sucedieron sin que ninguno besase la red de Olsen. España sigue sin convencer por el mal que la adolece desde que David Villa y Fernando Torres dejasen la camiseta en el baúl de los recuerdos, allá por 2014.
Tras 7 años, el rompecabezas sigue sin encontrar la pieza, cuya silueta replica al gol, que lo complete. España afronta esta Eurocopa con una doble perspectiva, la del vaso medio lleno, o la del vaso medio vacío. Medio lleno por lo positivo que dejó su juego, medio vacío porque esa positividad se fragua cuando toca abordar la faceta más importante del fútbol, y que por A o por B, no se consigue. Aunque la visión sea negativa, España dejó ingredientes para confiar, por la presión, la recuperación tras pérdida, el atrevimiento y la movilidad. En definitiva, dejó fortalezas, tales como estas:
Koke piensa, España juega
Koke fue Alfa y Omega para España. Manejó el partido, estimuló la circulación, filtró pases y centros dañinos al área, realizó cambios de sentido que agitaban la posesión y se encargó con su movilidad de dar más ritmo a la jugada. Interpretó las necesidades, y se las echó a la espalda para ser él mismo quien iniciase jugada y la finalizase. Derrochó liderazgo, confianza y la sabiduría táctica que España precisa para hacer efectivo su dominio. Además, ordenaba posiciones o buscaba escenarios con los que potenciar a Marcos Llorente. Para ello se lateralizó, invitando al "lateral" a ascender pegado a la cal. Koke dejó una primera media hora de partido excelsa, el tramo en el que la Selección convenció y generó.
El despertar de Pedri
El canario se convirtió en el jugador más joven en debutar con España en la fase final de un gran torneo con 18 años, 6 meses y 18 días. En el inicio de partido se perfiló bien, participando en la circulación, pero no fue el Pedri que España necesitaba hasta el tramo final. Apegado a la base de la jugada participó en la ralentización del juego, hasta que Thiago hizo acto de presencia. Su entrada como pivote dio más confianza a Pedri para levantar la cabeza y reproducir su fútbol. Se reactivó e hizo que el peso de la victoria cayese en sus botas.
El vértigo que pudo causarle el escenario lo zarandeó proyectando a Jordi Alba para que llegase a línea de fondo y el juego adquiriese profundidad. España merodeó la meta de Olsen desde él y sufrió el mismo "mal" que golpea al Barça, la responsabilidad creativa en manos de un 'niño'.
Lo diferente, Dani Olmo
El delantero que mejor leyó cómo atacar a Suecia. Entre la pesadez de la segunda mitad, él batallaba entre líneas para disuadirla trazando desmarques, apareciendo entre líneas y dotando a España de un poderoso argumento para crear ataques. En una selección sin desequilibrio en el 1vs1, sus movimientos se convierten en regates. Surge de la nada entre centrocampistas y centrales para ser apoyo o para buscar el área, porque también interpreta muy bien cuándo atacar el espacio que más dificultades suscita a la Selección. La inspiración de Olsen impidió que abriese el marcador.
La falta de sincronía de Ferran y Marcos Llorente no afectó a Jordi Alba y Dani Olmo, que se acompasaban el uno al otro a partir de sus movimientos. El todo-futbolista del Leipizg (porque puede jugar de prácticamente todo) exhibió porqué es y a de ser un fijo para Luis Enrique.
Los cambios
Thiago, Sarabia, Gerard Moreno, Oyarzabal y Fabián entraron en busca del gol que no encontraron, pero mejoraron visiblemente la imagen de España. El centrocampista del Liverpool entró cuando el juego demandaba su frescura y respondió a la demanda. Dibujó cambios de sentido que dinamizaron y dieron un nuevo sentido al ataque. Sus enriquecedores minutos manifiestan que España lo necesita el campo.
Gerard Moreno participó en la mejoría de España en el área con sus movimientos, aunque su espacio sea más escorado a la derecha. Rondó el gol a partir de los centros de Sarabia (muy enchufado realizando centros con sentido) y Jordi Alba. La dolencia que sufre Morata con el gol invitan a pensar en él como alternativa o como complemento, porque 30 goles no pueden quedarse en el banquillo.
El líder es Luis Enrique
La presión y recuperación post pérdida que impida al rival crecer en transición volvió a erigirse como la gran fortaleza del equipo, que expresó como su líder lo tiene en la banda. La Selección se ha convertido en un equipo de autor, con sus ventajas e inconvenientes, pero todo bebe de la mente del técnico asturiano. La versión desplegada fue positiva, ahogando a Suecia en el campo, pero sin la contundencia para hacerlo en el área. 17 remates, 5 a puerta, ponen el foco en el problema que muchos personifican en Álvaro Morata.
Trabajar, crecer sobre la actitud practicada y progresar en el juego ofensivo terminará llevando el gol a la Selección, porque cimientos, futbolistas y determinación la hay, solo falta encontrarla.