Joan Laporta llegó, tras ser elegido presidente del Barça con dos objetivos deportivos claros: el primero, la renovación -urgente- del vestuario; y la segunda, la renovación de Messi. El recién estrenado presidente del club catalán se ha encontrado una situación financiera poco boyante. En 2018, la deuda de los de la Ciudad Condal se cifraba en 159 millones de euros; hoy el agujero llega hasta los 1.044 millones. Esta situación ha obligado a los culés a solicitar préstamos y créditos bancarios bajo la previa aprobación en la asamblea de socios.

A pesar de encontrarse en un escenario tan negativo en lo que a la contabilidad se refiere, Laporta ya ha anunciado -y cerrado- fichajes como los de Depay, Agüero y Emerson. De este último la entidad azulgrana se encuentra en deuda no solo con los de Heliópolis, sino también con el Atlético Mineiro, club procedente del lateral brasileño por el que Barça y Betis acordaron traspasar conjuntamente. Por su parte, el Betis ya ha anunciado la llegada de Sabaly para cubrir el flanco derecho, el fichaje de Miranda y Víctor Ruíz, y el refuerzo de Rui Silva bajo palos, además de la renovación de Ruibal y Joaquín. 

Con esto el FC Barcelona debe a los del Benito Villamarín un total de nueve millones de euros, aunque también es cierto, que la relación acreedor-deudor entre ambos clubes es recíproca y los sevillanos todavía tienen pendiente por abonar en las arcas de Can Barça 151.000 euros por el fichaje de Bartra, y 200.000 por la cesión de Carles Aleña.

El exponencial decrecimiento en los ingresos del Barça y del resto de clubes a raíz de la pandemia, así como la política de pagos aplazados normalizada en el fútbol actual, y la mala praxis financiera ha propiciado que se presencien escenarios tan comprometidos como en el que se encuentra hoy un club histórico como es el FC Barcelona.