Saber recomponerse. Luchar. Creer. Confiar. La España de Luis Enrique. Palabras entrelazadas que definen la travesía de un bloque que ha afrontado adversidades fuera del terreno de juego, dentro de él, que han aplacado críticas, han ilusionado a escépticos y han logrado ponerse en semifinales con tintes heroicos y reivindicativos. Los señalados se han erigido como héroes, en Copenhague contra Croacia y en San Petersburgo contra Suiza. España sufrió el cemento helvético, Suiza sufrió la fe española y en esa equidistancia, Unai Simón se vistió de santo.
Del juego de posición a la pesadez
La Selección encontró el gol antes que el juego. A los 7 minutos Jordi Alba y Zakaria habían contribuido a abrir a Suiza, pero desde los primeros compases, España mostró síntomas del juego de posición. Laterales bajos (Jordi Alba-Azpilicueta) construyendo para dar amplitud a unos extremos (Ferran-Sarabia) que fijan a los laterales rivales para ganar espacio por dentro, delantero centro (Morata) marcando a centrales e interiores (Pedri-Koke) atacando la espalda de los mediocentros para aprovecharse de los movimientos del delantero. Tras pérdida, presión coordinada y agresiva para continuar atacando, el sello de este equipo.
Sin embargo, la lucidez fue tornándose hacia una pesadez fruto del ajuste de Petkovic, que cerró el carril central y taponó a Sarabia y Ferran. El ritmo se perdió en los primeros 25 minutos y ni aún con Dani Olmo y Gerard Moreno la dinámica cambió. A 'La Roja' le siguen apareciendo las mismas dolencias que el primer día: falta de contundencia en las áreas, de movimientos de ruptura y de frescura cuando las piernas pesan. A pesar de Laporte, que lidió con la blandura de Pau Torres (error en el gol) y que volvió a ser el iniciador de los ataques bien desde el pase (en todos sus registros) o bien desde la conducción, y de Pedri, España careció de ritmo, y sin sorprender llegó a la prórroga, donde la furia volvió a lucir.
Cemento armado helvético
Suiza cambió el dibujo al 4-2-3-1 con Zuber y Embolo en los costados para taponar la progresión de España por banda. Sin el termómetro de Xhaka, Widmer y Vargas (entró en sustitución del lesionado Embolo) la hicieron crecer en el partido. El cuadro helvético se recompuso hasta volver a compactarse e imponerse en el duelo y en el remate aéreo. El balón parado y el centro lateral hacían temblar los cimientos de España. En lo defensivo, el arraigo de Zakaria como coche escoba, Elvedi (12 despejes), Ricardo Rodríguez (9 entradas y 12/13 duelos) y Akanji (11 recuperaciones y 9/12 duelos) formó una fortificación que se le atragantó a la Selección durante los 90 minutos.
Si para España la presión post-pérdida es identitaria, en Suiza lo es la competitividad. La intensidad la llevó a perseguir el gol hasta encontrarlo en Shaqiri y a resistir tras la expulsión de Freuler. Suiza se encomendó a su retaguardia, donde Sommer se erigió como jerarca. España fue encontrando grietas que el guardameta suizo iba cerrando. 10 paradas que sacaron de quicio a 'La Roja' y que llevaron el partido a la agonía de los penaltis.
Sufriendo sabe mejor
La prórroga llevó a San Petersburgo la mejor versión de España, nacida desde la altura de Busquets para dirigir la presión, robar y atacar cerca del área. Desde él, Pedri volvió a tomar vuelo en otro partido mayúsculo donde su desparpajo volvió a estallar. Superaba presiones, aparecía entre líneas, arriesgaba y aceleraba la jugada (5 pases clave), pero entre las virtudes, la diferencia volvió a ser la forma en la que leía el juego, ejecutando la acción maestra para dar sentido a la posesión. Sin balón, volvió a ser inconmensurable.
El dinamismo volvió, con Marcos Llorente rompiendo al espacio mientras se batía en duelo con el coloso de Akanji; Jordi Alba subiendo y sumando; y Dani Olmo, Oyarzabal y Gerard Moreno encontrándose en el pico del área y generando, pero chocando con Sommer y el error (6 disparos de Gerard Moreno). La amenaza no se materializó y así se llegó al desenlace del relato.
Busquets, Schär, Rodri, Akanji y Vargas fallaron. Gavranovic, Dani Olmo, Gerard Moreno y Oyarzabal acertaron, pero fue Unai Simón quien puso los tintes de épica para cobrarse venganza. Lo de Croacia quedó atrás con intervenciones decisivas en esa misma prórroga, pero Unai simbolizó como aún le quedaba por demostrar que la confianza de Luis Enrique era correspondida. Sommer fue héroe en los 120 y él lo fue en la tanda con dos paradas que metieron a España en su vorágine: recomponerse, luchar, creer y confiar. La Selección llega a semifinales empujada por la recomposición mental y futbolística de Unai.