Llevo años pidiendo a FIFA que obligue a jugar idéntico tiempo efectivo en todos los encuentros y es ahora cuando los dirigentes se han percatado que los teóricos 90’ que se deben jugar no son los mismos en Inglaterra que en Francia; ni en Alemania que en Italia y que donde se disputa menos tiempo efectivo de juego es en LaLiga.

En España el tema ocupó la pasada semana los titulares porque en el minuto 99, dentro de los 10’ que decidió añadir el árbitro del Español-Atlético, los colchoneros marcaron el gol de la victoria. La afición rival y la prensa, acostumbrados a que no se pasase de los 6’, no daban crédito al añadido, que incluso debió ser superior.

Los datos estadísticos son demoledores. En LaLiga 2021-22 solo se están jugando 51’ de juego real de los 90’, lo que nos llevaría -a tenor de la norma reglamentaria en vigor, que obliga al árbitro a recuperar las pérdidas de tiempo, sea por la razón que sea- a incrementar de forma escandalosa cada periodo. Y eso no se hace.

La realidad en el fútbol continental nos ofrece una horquilla que va desde esos 51’ de España hasta un máximo que no alcanza los 60’ en la Champions. El incumplimiento de la regla es culpa directa de la Internacional Board (IFAB) en parte dependiente de FIFA, y, por no exigírselo, de UEFA y confederaciones restantes, federaciones, ligas, árbitros)

Me indican desde FIFA, que para el cambio precisan 6 votos de los 8 que deciden en la Internacional Board : 4 pertenecen a FIFA -y están obligados a votar en un mismo sentido- y uno por asociación fundadora de la IFAB: Inglaterra, Escocia, Irlanda y Galés.

A simple vista parece sencillo conseguir ese acuerdo porque el problema no se puede resolver con que el árbitro intente acertar más en los minutos que debe ampliar, sino que se tiene que descargar a los árbitros de esa obligación. FIFA debe instar a la Internacional Board a tomar el acuerdo por el que los encuentros se disputen a un tiempo efectivo. Mi propuesta, a tenor de los datos estadísticos que se ofrecen, es que los partidos duren 60’ reales, dividido en dos períodos de 30’ cada uno.

De esta forma se acabarían los debates sobre si acertó el árbitro y se reduciría la violencia de la afición, en especial en los últimos minutos del partido, porque un reloj pondría fin a la estrategia del entrenador tramposo, que basa su táctica en la pérdida deliberada de tiempo, provocando que ardan las gradas por constantes lesiones fingidas de porteros, calambres -siempre del equipo al que favorece el marcador- ó por el retraso en lanzar faltas o saques de banda, de esquina, de puerta…

Por eso se hace obligado el cambio. Gana el fútbol que será más justo, pero, en especial, serán los árbitros los grandes beneficiados con esa “vacuna”, que no es necesario inventarla, porque ya existe, y es gratuita, contra la picaresca de técnicos,, jugadores o de aquellos recoge balones bien adiestrados por delegados inspirados en el “Master” que en cada partido ofrecía el catedrático sevillano Cristóbal Soria, influenciado por el paso por Nervión de la escuela de Bilardo.

Es difícil entender que sea desde Suiza desde donde surjan las mayores trabas para utilizar de verdad el reloj en el fútbol. Ya debieron haberlo puesto en hora hace mucho tiempo como el básquet. fútbol sala, waterpolo, hockey patines…

El mejor ejemplo de lo imprescindible que es el cambio que pido lo ha vivido el Atlético en tan solo siete días. Hace una semana apareció como el “beneficiado” por el colegiado ante el Español… y este sábado es el “perjudicado” ante el Athletic, porque se puede dudar si la última jugada -el envío de Oblak que podía facilitar el triunfo- se produce dentro o fuera del tiempo reglamentario… mientras veíamos como el Español pasaba de “perjudicado” ante el Atleti, a “beneficiado” por el añadido ante el Betis.

Ambos debates harán correr rÍos de tinta y cientos de horas de radios y TV,. Se cerrarán sin otro “acuerdo” que “la culpa es de los árbitros”, salvo en lo que se refiere a la violencia que seguro que se cobrará sanciones varias. Esas jugadas, con el reloj a la vista de los espectadores, no habría suscitado ni la más mínima discusión.

No retrasemos más la llegada al fútbol del juego efectivo. Eso no debe discutirse. El serio problema con el que nos encontramos es comprobar si a los rectores suizos, como me parece, se les ha parado el reloj del sentido común.

 

Augusto César Lendoiro

Ex-Presidente R.C.Deportivo

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