No acostumbra el Betis a volar alto, y el vértigo impidió a los de Pellegrini creer en la victoria. La jornada era propicia para mirar a las nubes en busca de objetivos serios. Una victoria daba plaza Champions a los verdiblancos, que se quedarían a tan solo dos puntos del líder. Pero era demasiado bonito para ser cierto.

El rival era propicio. Un rival directo por los puestos nobles de la tabla, con una plantilla pensada para competir en Europa y con varias bajas importantes. Tanta igualdad sentó mal al Real Betis, que enseguida dejó claro por qué no está preparado para pensar en volar más alto. El partido lo decidió el propio Betis y sus errores individuales. Los verdiblancos, que solo habían perdido tres encuentros en 2021, todos ellos ante equipos de Champions, volvieron a demostrar que ante rivales de entidad el vértigo les oprime y la teórica inferioridad aflora, impidiéndole alzar el vuelo.

No fue desequilibrado el partido en su inicio. El Villarreal empezó mandón, y lo fue durante gran parte de los minutos, y el Betis aceptó su rol pasivo y la oportunidad de ponerse por delante a través de contraataques. William Carvalho tuvo ya en el minuto ocho una clara ocasión desde fuera del área. Con la tranquilidad a la que nos tiene acostumbrados, el portugués se acomodó el balón en la frontal y disparó manso, pero bien colocado a la izquierda de la portería de Rulli. La estirada del argentino acabó en córner y sirvió para poner sobre aviso al Villarreal.

Pero la falta de posesión y el rol protagonista que adquirieron los de Emery desde el inicio pronto empezaron a dar problemas a Betis. Yeremy Pino fue el primero en imponerse en el área. Un mano a mano bien resuelto por Rui Silva pudo costarle al Betis el primer tanto en contra en el minuto 12. Más tarde, la falta de contundencia de Pezzella y las dudas de Rui Silva volvieron a conceder ventaja en el área al Villarreal. Danjuma se encontró el balón en el área y superó a Rui Silva que se había quedado a media salida. Édgar, muy atento, evitó bajo palos el primer gol de submarino amarillo.

Mucha igualdad, numerosos acercamientos de peligro, pero pocos goles marcaron la primera mitad en La Cerámica. Hasta que Bellerín decidió cambiar la suerte de su equipo regalando el cuero a Danjuma en la salida de balón. El delantero amarillo no perdona y conduce el balón hasta el área bética para vencer a Rui Silva, tras zafarse de Pezzella con un quiebro. El Betis veía como, en el minuto 46, el buen hacer de sus hombres y la teórica igualdad sobre el verde se esfumaban. La primera mitad concluyó con un gol a cero para el Villarreal.

La segunda parte comenzó con un guion similar al de la primera. Pero con un Betis afectado por el tanto en contra y con menor actitud para la remontada que en otras ocasiones. El miedo a volar impidió a los de Pellegrini mirar a la cara al Villarreal durante el segundo tiempo. Los cambios, lejos de aportar, intensificaron las flaquezas de los verdiblancos. Tello parecía tener poco que decir, mientras que Rodri y Borja Iglesias apenas entraron en contacto con el balón durante la segunda mitad.

La falta de orgullo de los verdiblancos hizo crecerse al Villarreal, que fue ganándole terreno con el paso de los minutos. Danjuma, desatado, siguió buscando la portería de Rui Silva y en el minuto 68 anotó su segundo gol. Un pase medido en profundidad de Moi, tras otro error defensivo del Betis, dejó solo al neerlandés frente al arquero bético. Y este puso su firma a la sentencia del Villarreal.

A raíz del segundo tanto de Danjuma, el Real Betis bajó definitivamente los brazos. Fekir estaba fuera del partido y la ausencia de Canales se notó más que nunca. El tercer tanto del Villarreal estuvo mucho más cerca de subir al marcador que el primero bético.

El Betis se va al parón décimo con doce puntos. Los de Pellegrini han desperdiciado una oportunidad de oro para planear sobre los puestos altos de la tabla y afrontar los próximos encuentros con la moral por las nubes. Ante el Villarreal, los verdiblancos han sufrido la segunda derrota de la temporada, de nuevo ante un rival directo por los puestos de arriba.

Ahora, el técnico chileno tiene dos semanas por delante, antes del encuentro ante el Alavés, para hacer que sus hombres crean que es posible mirar hacia arriba. Hasta que el Real Betis no crea en sus propias alas, no podremos verle volar.