¿Cómo es el tiempo, eh? Imparable, rápido, lento, efímero, eterno... Un segundo puede ser una vida y una vida puede ser un segundo. Sin embargo, ¿qué es el tiempo? Porque el tiempo no se puede ver, ni oír, mucho menos tocar; para los filósofos un concepto, para los científicos una magnitud física, para los más escépticos el tiempo no existe y para los más ortodoxos el tiempo lo es todo, ya que nunca vuelve.

Que romántico es lo relativo del tiempo; esa sensación de que los segundos se convierten en horas, ves la vida a tu alrededor continuar a la misma velocidad que siempre, pero el reloj no lo acompaña, él prefiere bajar una marcha e ir más lento. Ocurre lo mismo al contrario, en ocasiones es la vida la que se queda atrás, mientras el reloj decide que es el momento de seguir acelerando y cuando te quieres dar cuenta, han pasado horas en tan solo minutos. Ese aspecto rebelde del tiempo de acelerar y frenar cuando solo él quiere, esa desobediencia hace que en ocasiones todo gire en torno a él. 

Puedes preguntarle a cien personas diferentes que significa el tiempo para cada uno de ellos y siempre obtendrás una respuesta diferente, porque todos somos dueños de nuestro tiempo y lo manejamos a nuestro gusto, pero el tiempo pasa para todos y eso sí que es irremediable. 

Una frase que nunca falta cuando se habla del tiempo es que cada segundo cuenta, y es cierto, cada segundo cuenta, porque nunca vuelven, una vez se van se convierten en recuerdos, en pasado. Es entonces cuando nace la nostalgia, esa sensación de añoranza, de echar de menos tiempos anteriores. Las personas somos una fusión de sentimientos de añoranza por el pasado y ansia por el futuro, las ganas de volver contra las ganas de seguir avanzando, pero en esta lucha siempre el ganador es el mismo. 

Una historia contada segundo a segundo

Ahora me dirijo a ti, lector, para preguntarte, ¿te parecen mucho 315576000 segundos? ¿y si te digo 3652 días te parecen menos? Entonces 10 años te parecerán insignificantes, ¿no? Ahí lo tienes, lo relativo del tiempo, como ese número ilegible de segundos poco a poco se acaba convirtiendo en tan solo diez años con unas operaciones matemáticas. El tiempo es el mismo, pero al mismo tiempo no lo es.

La realidad es que diez años son muchos, yo por ejemplo ni recuerdo que era de mí hace tanto tiempo y mi yo del pasado probablemente ni se imaginaría que hoy 23 de diciembre del 2021 estaría escribiendo sobre el tiempo y lo volátil que es para hablar de un entrenador de fútbol argentino que hizo, hace y hará historia en el Atlético de Madrid. 

Volvamos por un momento esos diez años atrás de los que hablaba antes, supongamos que estamos en aquel 23 de diciembre del 2011. El Atlético de Madrid acaba de anunciar que Diego Pablo Simeone será el nuevo entrenador del primer equipo después de los malos resultados que había conseguido Gregorio Manzano durante los primeros meses de la temporada. No suele ser normal sustituir a un técnico a mitad de campaña, pero la ilusión desborda a los rojiblancos y una nueva oportunidad se presenta ante ellos.

Seis meses después, ese ex jugador argentino que parecía un parche a la mala situación del equipo rojiblanco levantaría el que se convertiría en su primer título como técnico del Atlético de Madrid, la UEFA Europa League en Bucarest. Simeone había llegado para quedarse. 

Simeone celebrando la Europa League | Foto: Atlético de Madrid
Simeone celebrando la Europa League | Foto: Atlético de Madrid

Al año siguiente no le costó demasiado vencer al campeón de la Champions League. Un 1-4 en la Supercopa de Europa certificó al equipo colchonero como el mejor equipo del viejo continente. Creo que muchos recordaréis ese "Se busca rival digno para derbi decente", pues después de ese día lo encontraron. Aún se me ponen los pelos de punta cuando recuerdo el cabezazo de Miranda en el Bernabéu, Futre gritando como uno más de los tantos que se encontraban en ese campo como si fuesen de otro país, Koke colocando la bandera del Atleti en el centro de la "casa blanca", Gabi ondeando esas rayas rojiblancas por cada rincón del estadio vecino. Se había hecho historia, muchos se atrevieron a decir que se había roto una maldición, pero lo que estaba claro es que todo era gracias a él, al de traje negro que corre y se deja la voz en la banda, como si de uno de los jugadores del campo se tratase.

Simeone celebrando la Copa del Rey | Foto: Atlético de Madrid
Simeone celebrando la Copa del Rey | Foto: Atlético de Madrid

Temporada 2013/2014, probablemente una de las temporadas a la que más cariño le guardo. Esa banda de jugadores locos, los del juego duro, los del balón parado, los defensivos. Diego Costa desatado, Arda Turán actuando de estrella, el muro que formaban Godín y los demás... Estoy seguro que también te he provocado un poco de nostalgia, esa de la que hablaba al principio. Campeones de liga casi veinte años después, dejando atrás a uno de los mejores Real Madrid y Barça de la historia, pero no contento con eso, Simeone nos hizo soñar con la innombrable. "El fútbol es injusto", pensé mientras veía como se nos escapaba por segunda vez una Copa de Europa en el último suspiro, comprendí que todo es cuestión de segundos, como decía, lo relativo del tiempo.

Simeone celebrando la Liga | Foto: Atlético de Madrid
Simeone celebrando la Liga | Foto: Atlético de Madrid

Es difícil levantarse de algo así, muchos hubieran abandonado en ese momento, pero él no. Respiró, miró al frente y siguió su camino, sabiendo que la vida es caprichosa, pero sin tenerle miedo a lo que le depararía el futuro.

El fútbol le devolvió su pequeña venganza con esa Supercopa de España al inicio de la temporada, pero no fue suficiente, nunca lo será. Como olvidarse de ese 4-0 en el Calderón a nuestros vecinos de blanco, de vez en cuando aún resuena en mi cabeza eso que cantó Sabina de: "Y entraron uno, dos y tres, y le dedico el cuarto al tonto portugués". Pero seguía sin ser suficiente, el Cholo Simeone no estaba conforme.

El equipo rojiblanco con la Supercopa de España | Foto: Atlético de Madrid
El equipo rojiblanco con la Supercopa de España | Foto: Atlético de Madrid

Milán, cuánto daño nos hiciste. Lo teníamos otra vez en frente, la oportunidad de dejar atrás los fantasmas del pasado, de levantarla por Luis y todos los guerreros de la 74, de levantarla por todos los que derramaron lágrimas en Lisboa, de levantarla por los nuevos y por los que ya no estaban entre nosotros, pero se nos volvió a escapar. Dolió, puede incluso que más que Lisboa. Tocó lamerse las heridas y levantarse una vez más.

Nadie nos podrá quitar nuestros cánticos bajo la lluvia de Madrid, sabiendo que nosotros no necesitábamos títulos para ser ganadores, sabiendo que sería la última vez que retumbaría ese himno que tantos disgustos nos ha traído en el viejo Calderón, sabiendo que perdíamos en el campo, pero ganábamos en la vida. Porque sí, estamos muy orgullosos de no ser como vosotros.

Quién nos iba a decir que acabaríamos la 17/18 en Lyon, celebrando la que en ese momento parecía un título menor. Mira lo que provocaste Diego Pablo, ¿una Europa League un título menor?, que mal acostumbrados nos has tenido. No nos olvidemos de que volvimos a ganar una Supercopa de Europa, contra los de blanco. Sí, lo hicimos, vaya que si lo hicimos. Por cierto, que se me olvidaba, bienvenidos al Estadio Wanda Metropolitano.

Simeone celebrando la Europa League con Godín | Foto: Atlético de Madrid
Simeone celebrando la Europa League con Godín | Foto: Atlético de Madrid

Fíjate lo que lograste Cholo, que la 18/19 a muchos les pareció mediocre, todo porque no se ganó ninguno de los grandes títulos de la temporada, sin embargo volviste a entrar en octavos Champions y acabar segundo a ocho puntos del Real Madrid. Si eso es una temporada mediocre que a mi no me la cambien nunca.

Llegó la COVID-19 a nuestras vidas, pero lo más importante llegó aquella noche mágica en Liverpool, con todo en contra, como a él le gusta. Si alguien pregunta que es el Atlético de Madrid, aquel 2-3 en Anfield lo representa perfectamente. Nunca se me va a borrar esa imagen de Morata pidiendo perdón, mientras la mitad de la plantilla se tira encima de un Llorente desfallecido, al mismo tiempo que Giménez se llevaba la cámara de campo. Bendita Locura, de Diego Pablo Simeone.

Morata celebrando el gol en Anfield | Foto: Atlético de Madrid
Morata celebrando el gol en Anfield | Foto: Atlético de Madrid

Qué decir del 2020, el año del Seat Panda, el año de los contagiados, el año del Elche, Osasuna, Valladolid... Volvimos a ser campeones, los mejores de España, ¡qué temporada!

Simeone celebrando la Liga | Foto: Atlético de Madrid
Simeone celebrando la Liga | Foto: Atlético de Madrid

Y después de todo, aquí estamos, tú, yo y nuestra nostalgia provocada por este viaje entre nuestros recuerdos. Diez años resumidos en un puñado de palabras, tantos momentos que ni caben en la mente. Cuando te decía que el tiempo es relativo a esto me refería, durante estos diez minutos que has estado leyendo esto has atravesado 315576000 segundos, 3652 días, 10 años... Y quién sabe, puede que si lo vuelves a leer hayan pasado otros diez años, es lo bonito que tiene el tiempo, que es incontrolable. Lucha eterna entre nostalgia de querer volver a esos diez años pasados y ansia de conocer lo que nos depararán los diez años futuros, pero que ojalá lo que tengan en común sean a Diego Pablo Simeone.