El fútbol en muchas ocasiones es injusto, una balanza caprichosa que se inclina de cualquier lado sin entrar en ningún tipo de consideración ni memoria. En otras ocasiones es muy justo, y lo que ha pasado esta noche es simplemente lo que tenía que haber pasado, que el equipo que mejor juega se alce con la victoria.

Venía lanzado el Athletic, que acababa de eliminar nada más y nada menos al Barça, y que se medía contra el líder de LaLiga, un equipo al que se había enfrentado hasta en tres ocasiones desde diciembre, saliendo perdedor en todas. Se abría una oportunidad de oro para resarcirse de la derrota en la Supercopa de España, y no la iban a desaprovechar los leones.

@realmadrid
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Hubo un factor dominante en las tres victorias del conjunto blanco, es francés y lleva el nueve a la espalda: Karim Benzema. La estrella madridista ya silenció San Mamés en apenas 15 minutos de la competición doméstica, pero una lesión, y el PSG a la vista le han impedido estar disponible, un factor que ha pagado muy caro el Real Madrid.

Dominio absoluto

No se puede hablar de dos equipos en el campo, pues solo pareció que el Athletic Club saltó al césped tras el pitido inicial. Dominio absoluto por parte de los leones, que no solo demostraron mucha más garra y personalidad, sino que hicieron gala de un físico privilegiado y muy trabajado, con Raúl García presionando y Dani García abarcando todo el centro del campo.

Precisamente fue el centrocampista vasco quien creó la primera ocasión del partido, un zapatazo que puso en alerta a Courtois y avisaba de lo que estaba por venir. No es que el equipo de Marcelino exigiera mucho más al portero belga, sino que se asentaron en campo madridista y nadie era capaz de desplazarlos de allí.

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El mejor del Real Madrid fue una vez más Éder Militão, quien junto con Nacho completaron un partido de sobresaliente, achicando agua y dando miles de vidas a su equipo, incapaz de crear peligro ofensivamente ni de sacar el balón tras presión. El brasileño dio una clase magistral de cómo defender en el área, mientras que Íñigo Martínez hizo lo propio en la suya, para alivio tanto de Courtois como de Agirrezabala.

Ancelotti, señalado

Se pueden sacar muchas conclusiones de la derrota del Real Madrid, pero casi todos los dedos señalan en la misma dirección, un banquillo donde el técnico ha sido incapaz de imponerse, donde la pizarra no ha funciona y donde las decisiones, tanto iniciales como posteriores no parecen haber convencido a nadie.

Fueron varios los errores, como no ser consciente del estado físico de Vinícus, prácticamente inexistente o elegir a Marco asensio como falso 9, una posición donde el balear ni ha conseguido imponerse ni ha generado nada de peligro, muy perdido en todo el encuentro. Las soluciones tampoco mejoraron lo presente, dejando sin ningún minuto a jugadores que podían haber revertido la posesión como Jović, Bale o Hazard.

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No toda la culpa es suya, y es que por un momento parecía que podía haber revertido la situación y haber equilibrado al equipo, en unos diez minutos finales donde se notó la presencia de Isco y Camavinga, que se sumaron al cansancio del equipo vasco y empezaron a generar un fútbol para el Real Madrid que había tardado ochenta minutos en aparecer, con Asensio brillando por primera vez.

Todos los avances se vieron interrumpidos por Casemiro, cuyos fallos en ambas áreas resultaron definitivos y trascendentales. Primero se equivoca en un remate, donde lo tenía todo de cara para anotar gol y su disparo salió muy blandito, pero el verdadero fallo vino en un balón en su propia área, donde un despeje sin convicción cayó en los pies de Vesga, que da un pase letal para que Berenguer se zafe de Nacho y desate la locura en San Mamés.

Tropiezo doloroso del Real Madrid, que ve así empañada una temporada que estaba siendo prácticamente perfecta en todos los sentidos, con un partido para olvidar y la sensación de que se deben mejorar muchas cosas en poco tiempo para enfrentarse al PSG. Por su parte, gran partido del Athletic Club, que elimina a dos de los grandes equipos españoles y se planta en semifinales, buscando el pase a la final y así sumar lo que sería su tercera final de Copa del Rey consecutiva.

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