Cruce de intenciones en la Cerámica, duelo donde ninguno podría perder y donde ambos necesitaban esos tres puntos que terminaron cayendo para los locales. Se presentaba el Celta con más dudas que certezas, aunque con la moral por lo alto tras la victoria en el último momento ante el Mallorca, mientras que el Villarreal tenía un ojo puesto en cada semana, un ojo en Alicante y el otro en Génova, donde el Juventus derrotaba a la Sampdoria.
No fue una primera mitad limpia ni bonita, con ambos técnicos tratando de buscarse las cosquillas y de impedir que pudieran aparecer los jugadores claves. Así centró Emery su ofensiva en el flanco derecho del Celta, donde defendía un Kevin Rodríguez que llevaba varias jornadas sin acumular minutos, pero a quien tocaba sustituir a Hugo Mallo.
Así se llegó al descanso con un 0-0 insuficiente para ambos equipos, pero que ninguno parecía saber cómo revertir, hasta que apareció la mejor versión del Villarreal, esa que va encerrando al rival poco a poco en su área, como un tipo de tortura china que no termina hasta el pitido inicial del árbitro. Se empezaron a suceder las ocasiones a favor del submarino amarillo, que veía como en el minuto 55 se marchaba alto un remate de Danjuma casi a bocajarro, que sería el aviso de lo que estaba por venir.
Siempre Trigueros
Así empezó a combinar cada vez mejor el Villarreal, que a punto estuvo de adelantarse gracias a Pedraza, pero que lo hizo poco después, en el minuto 63, gracias a un disparo de Parejo, que vino precedido por una gran jugada colectiva, con un balón que se inventa Danjuma para Trigueros, que esperaba en el área y que, rodeado de rivales decide soltar una especie de tacón para el centrocampista madrileño, que no se lo piensa y dispara, contando con la ayuda de un Dituro muy blanco que podía haber hecho muchísimo más. Jaleaba la Cerámica, sonreía el Villarreal y se sentía homenajeado Alberto Moreno, con su compañero mandándole ánimos en la celebración.
No varió en nada el guion, y se fue haciendo más grande el Villarreal, a la vez que el Celta intentaba encontrar la manera de parar todas las ofensivas locales. Entró en escena Samu Chukwueze, muy discreto en la primera parte, pero que se creció en la segunda, y vaya sí lo hizo, regalando sombreros a Javi Galán y regateando continuamente a uno de los laterales más rápidos de toda la competición.
Así, con Trigueros apareciendo en todas las partes del campo, con Pedraza actuando de correcaminos y con un Chukwueze quien nadie sabía por donde podía salir se llegaron a los diez últimos minutos, con Coudet poniendo toda la carne en el asador y el Celta intentando anotar un gol, un intento de asedio que terminaría con Dituro rematando desde fuera del área en el último minuto.
El técnico argentino puso a todo lo que tuvo disponible en el campo, incluso a un Orbelín Pineda que no parece ser de su gusto, pero a quien decidió no darle ni un minuto fue a su compatriota Cervi, uno de los que estaban siendo fundamentales en el último tramo y que no solo tuvo que esperar su oportunidad en el banquillo sorprendentemente, sino que nunca tuvo chance.
Nuevo tropiezo para el Celta, que se despide prácticamente de su sueño europeo a expensas de lo que hagan Valencia y Athletic, pero más ubicado en zona de nadie que peleando por algo. No valió el esfuerzo final, primero por un gran Rulli que detuvo un disparo muy peligroso de Iago Aspas, y después por Aissa Mandi, que salió en el descanso para librar de minutos a Albiol y terminó siendo el héroe del partido, con un despeje poco ortodoxo sobre palos, evitando que Brais Méndez corriera al banderín de córner a celebrar el empate.
El Villarreal, en cambio, respira aliviado porque ha superado una prueba de las difíciles, y con nota, y plantea ya su viaje a Italia, donde espera una Juventus y una clasificación a cuartos de final, que llega en un buen momento de forma, sin Gerard, pero con varios de sus jugadores muy enchufados, listos para la batalla que les espera y preparados para dejar su huella en la Champions League.