Casi siete temporadas han pasado desde que Stefan Sávic llegase a Madrid procedente de la Fiorentina. En el equipo italiano se convirtió en un ídolo, además de capitán, pocos años después demostraría por qué fue un miembro tan importante de la Fiore, pero esta vez en el Atlético de Madrid.
Los años han pasado...
Sávic aterrizó en el Atleti después de la marcha de Miranda, posiblemente uno de los defensas más importantes de la historia del club, y compartiría defensa con un jovencísimo José María Giménez y el veterano e histórico Diego Godín. No le costó mucho adaptarse, al principio se limitó a hacer su trabajo, pero poco a poco empezó a identificarse más y más con las rayas rojiblancas de su camiseta. Con la marcha de Godín le tocó dar un paso al frente y convertirse en el eje sobre el que giraría toda la defensa. No iba a ser fácil sustituir al uruguayo, pero el aceptó el rol y desde entonces hasta hoy, se ha proclamado rey de la defensa rojiblanca.
Sávic lleva ya a su espalda más de doscientos partidos, tres goles y tres asistencias, pero no es por sus datos por lo que el montenegrino se ha ganado el respeto de los colchoneros. Stefan Sávic es un líder nato, hecho para llevar un equipo a su espalda y así lo ha demostrado desde la primera vez que se puso la camiseta rojiblanca, pero además hay que añadirle ese estilo de chico malo, que busca al rival y que defendería a su equipo por encima de su vida.
Cuidado, perro peligroso suelto
Stefan ha dejado para la historia muchísimos momentos que le han llevado a convertirse en un capitán sin brazalete, como aquella intervención contra Osasuna después del gol de Budimir o, sin ir más lejos, como reaccionó la noche del miércoles con Foden y los jugadores del City después de que estuviesen toda la segunda parte riéndose del Atlético de Madrid. Son todas estas reacciones las que han llevado a la aprobación y el cariño de la afición colchonera, porque al final, el montenegrino hace lo que cualquier aficionado del Atleti haría: defender a su equipo por encima de los que quieren reírse de él.
Jugadores así son los que elegirías para llevarte a una guerra siempre y el club colchonero tiene la suerte de tener a uno de ellos en su plantilla, que siente las rayas como cualquiera que está en la grada animando, por eso, Stefan Sávic es un capitán más, pero que no necesita un brazalete para demostrarlo.