El Real Madrid fue un vendaval, una bestia salvaje a la que soltaron en el Wizink Center, como los intrépidos leones en el antiguo Coliseo Romano, frente a un Maccabi que no pudo hacer más que chocarse contra un muro, competir contra un equipo que no tenía rival y tratar de romper el techo de una estructura sin fisuras, porque cuando los de Pablo Laso alcanzan este nivel, hay muy pocos conjuntos en Europa que puedan sobrevivir.

Es el momento de la verdad en la temporada, y el Real Madrid lo sabe, que ha aprovechado todos estos meses malos para aprender, todavía más, crecerse y coger fuerzas para lo que venía por delante. No estaban muertos, por si alguno lo dudaba. Lo demostraron en el primer partido de la serie, donde ganaron sufriendo, pero lo consolidó en el segundo, con una aplastante victoria y la sensación de que las piezas importantes están enchufadas.

El idilio con el triple

Una de las claves de este Madrid arrollador es la relación con la línea de tres, y es que hay momentos donde los pupilos de Laso no ven una canasta, sino una piscina que solo se puede llenar con balones que vayan al fondo. Así se gestó la primera ventaja, con un 3/3 en triples, con dos de Goss y otro de Hanga, y un 2+1 de Yabusele, que empezaba a visar de que este era su partido para lucirse.

@RMBaloncesto
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Se sucedieron un par de alternancias en el marcador, pero no lo iban a permitir por mucho tiempo los locales, que en ataque brillaban, pero en defensa curraban. Todo el mérito, o casi todo, fue de William-Goss, que se puso el mono de faenar y le hizo la noche imposible a Wilbekin, cuyo conato de venganza se quedó en el primer triple inicial, pero que apenas pudo aportar mucho más, con ocho puntos y ninguna asistencia, amén de unos porcentajes bastante pobres.

Poirier

Y es que en el Real Madrid cada día hay un héroe diferente. Si en el primer encuentro fue Causeur quien apareció con la estrella encima de la cabeza, en esta ocasión le tocó el turno a su compatriota pívot, a Vincent Poirier. Fue un todoterreno el ‘17’, que no solo anotó, 15 puntos, reboteó, 10 rebotes, sino que encima brilló, con 31 de valoración, siendo el sustento de los suyos y la principal razón de que cogieran una renta que ya no perderían.

El rebote sería una de las claves, especialmente el rebote ofensivo, con 10 en la primera mitad, y ahí es donde brilló el francés, que ya llevaba nueve en la primera parte y que estaba demostrando una superioridad en la zona frente a la que ningún jugador podía hacer nada. El partido estaba en sus manos, y él lo sabía.

Efecto Llul

Entre tanto, mérito a Poirier no se puede obviar a la otra gran estrella de la noche, Sergio Llul. El balear tendrá demasiados años y un gran cansancio a sus espaldas, pero cuando saca la varita de paseo es el mejor, y frente a Maccabi decidió hacer magia, apareciendo en el primer cuarto y sumando nueve puntos consecutivos, tres triples seguidores que no es que dieran alas a su equipo, sino que lo convirtieron en un cohete cuya próxima parada es la 'Final Four'.

Se fue ovacionado al final del partido por un Wizink Center lleno casi hasta la bandera, que coreaba su nombre dentro de la fiesta en la que se había convertido el partido para los aficionados, que desde el comienzo de la tercera mitad ya no necesitaban ser ese sexto hombre que levantara al Madrid en las noches grandes, solo pasárselo bien. Terminó Llul con 17 puntos, 5/9 en triples, 3 asistencias y 18 de valoración, pero dejando en el recuerdo varios momentazos de los suyos, como un triple para cerrar el tercer cuarto.

Abultada victoria del Real Madrid, un 95-66 que refleja muy bien lo acontecido en el encuentro y que permite a los de Pablo Laso no jugárselo todo en Israel, colocar un 2-0 en la eliminatoria y necesitar solamente una victoria para entrar en la ‘Final Four’ a la que no pudieron acceder la temporada pasada.

Terminó el partido siendo una fiesta para el Real Madrid, con Yabusele luciéndose (16 puntos), Causeur anotando triples, y Juan Núñez disputando casi cuatro minutos y repartiendo tres asistencias en ese periodo de tiempo, luciéndose ante el público que le está viendo crecer y tirando la puerta abajo en busca de más minutos, demostrando a Laso que puede tener más peso en la plantilla. Todo son buenas noticias en el Wizink Center, que ha vivido la mejor versión de su equipo en la temporada, y que puede dormir tranquilo sabiendo que, el Real Madrid se ha despertado en el mejor momento.

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