Desde la remontada del Madrid en Sevilla, el alirón blanco parecía cuestión de tiempo, y así ha sido. El choque entre Real Madrid y Espanyol fue, en realidad, un puro trámite, pero la goleada blanca por 4-0 sirvió al cuadro blanco para volver a coronarse campeón.

¿Cómo se fraguó el partido desde los banquillos?

Comenzando por el conjunto local, Carlo Ancelotti alineó un once inusual pensando en la vuelta de la eliminatoria contra el City, pero con la garantía suficiente como para vencer el choque. Thibaut Courtois en meta; Lucas Vázquez en el lateral derecho, Casemiro y Vallejo como pareja de centrales, y Marcelo en el lateral izquierdo; en la medular, Luka Modric estuvo acompañado en esta ocasión por Camavinga y Dani Ceballos; por último, en ataque Asensio, Mariano y Rodrygo formaron el tridente.

Ancelotti sonriendo I Imagen: Getty Images
Ancelotti sonriendo I Imagen: Getty Images

Esta alineación plagada de novedades deja muchos aspectos para analizar. En primer lugar, la versatilidad de Casemiro para poder ejercer como central. El brasileño dejó patente que, si por algún casual el equipo volviera a necesitarle en esa demarcación, el pivote madridista puede cumplir sin ningún problema. Además, su compañero en el centro de la zaga, Jesús Vallejo, que apenas ha contado con minutos durante toda la campaña, supo estar a la altura y no desentonar en la gran actuación blanca.

Asimismo, Camavinga y Ceballos, que volvieron a partir de inicio como ocurrió en Pamplona, evidenciaron que son el futuro de este Real Madrid. El francés rompió líneas una y otra vez, mostró su facilidad para encontrar el último pase a los hombres de arriba, se asoció en multitud de ocasiones con sus compañeros de la sala de máquinas y rozó la perfección con una actuación estelar. Por su parte, el utrerano fue el mejor futbolista del encuentro junto a Rodrygo Goes. Ceballos volvió a dejar claro, tal y como afirmó su entrenador, que merece muchos más minutos de los que ha disputado y, rindiendo a este nivel, no cabe duda de que los va a tener. El centrocampista andaluz desbordó una y otra vez con regates de ensueño y caños que levantaron en más de una ocasión al Santiago Bernabéu.

Ceballos pisándola I Imagen: Getty Images
Ceballos pisándola I Imagen: Getty Images

Por último, en la faceta ofensiva, cabe destacar el partido de Rodrygo Goes. Asensio y Mariano también rindieron a un gran nivel, pero nadie pudo ensombrecer la actuación magistral de la joven perla brasileña del Real Madrid. El extremo madridista fue un dolor de muelas para la zaga blanquiazul. Cada vez que Rodrygo tocaba el balón o encaraba, conseguía hostigar la meta de Diego López, dado que resultaba imparable para sus defensores. Dejando de lado los dos goles que supusieron la guinda al pastel, el partido del brasileño vuelve a dejar a Ancelotti en la tesitura de contar con él desde el inicio o emplearle de revulsivo en la segunda parte.

En el lado opuesto, Vicente Moreno, a pesar de tener casi asegurada la permanencia, salió con todo para intentar retrasar el alirón madridista. Diego López partió bajo palos; la defensa de cuatro la formaron Aleix Vidal en el lateral derecho, Sergi Gómez y Calero como pareja de centrales, y Cabrera en el lateral izquierdo; la sala de máquinas estaba compuesta por Melendo, Herrera, Sergi Darder y Vihena; y, en último lugar, Puado y RDT formaron doble punta en ataque.

Vicente Moreno I Imagen: Getty Images
Vicente Moreno I Imagen: Getty Images

Por parte del Espanyol cabe destacar la actuación de Raúl de Tomás. El canterano madridista sigue ganando enteros para que Luis Enrique cuente con él en la selección española y, sobre todo, para que algún grande de Europa deposite los ojos en un futbolista que va a dar mucho que hablar.

Así transcurrió el partido

El encuentro comenzaba con la ilusión madridista por levantar su trigésimo quinto título liguero y la esperanza del conjunto catalán de rascar algo del Santiago Bernabéu. Desde que el colegiado diera inicio al choque, el Real Madrid impuso su superioridad notablemente. Las internadas de Rodrygo por banda y las triangulaciones entre los centrocampistas y Asensio que bajaba a combinar eran reflejo del dominio blanco. El Espanyol se mostró impotente ante la gran actuación merengue y apenas creó peligro a la zaga madridista.

Rodrygo la tuvo al inicio del partido, pero Diego López realizó una magnífica parada para mandar al limbo esa oportunidad. No obstante, pocos minutos más tarde, el propio Rodrygo volvió a encarar, desbordó a su par y soltó un latigazo al ángulo inferior izquierdo del portero para subir el primero al luminoso. El brasileño no había saciado su hambre de gol y en la siguiente que tuvo volvió a anotar. En esta ocasión, el extremo robó un esférico en la salida de balón espanyolista, volvió a encarar, pero esta vez batió a Diego López chutando al palo corto. Así pues, con este resultado de 2-0 enfilaron  vestuarios sendos conjuntos.

Rodrygo dedicando su gol I Imagen: Getty Images
Rodrygo dedicando su gol I Imagen: Getty Images

A la vuelta del descanso nada cambió, el conjunto local continuó dominando y mostrándose infinitamente superior. Esta superioridad madridista volvió a transformarse en gol en el minuto 55. Camavinga dirigió un contragolpe de esos que gustan en el Bernabéu. El francés condujo y condujo hasta que, en el momento idóneo, habilitó a Marco Asensio para que el mallorquín hiciera el tercero del encuentro.

Celebración del gol de Asensio I Imagen: Getty Images
Celebración del gol de Asensio I Imagen: Getty Images

El Bernabéu era una auténtica fiesta. Aquello ya olía a Cibeles, a celebración, a fiesta… en definitiva, a liga. Pero esta liga, dominada de cabo a rabo por el Real Madrid, merecía un desenlace distinto. Esta liga, sin lugar a dudas, ha estado protagonizada por dos hombres que merecían poner el punto y final a esta gran historia que ha redactado el Real Madrid en la presente campaña, y así fue. Benzema y Vinicius, que habían comenzado en el banquillo para descansar, saltaron al verde para sellar una liga que va a llevar sus nombres inscritos. El brasileño encaró y corrió por banda izquierda como acostumbra y la puso atrás para que Benzema remachara el encuentro. Otro gol fabricado por una dupla que está haciendo historia en LaLiga, en Champions y en el Real Madrid.

Celebración Benzema y Vinicius I Imagen: Getty Images
Celebración Benzema y Vinicius I Imagen: Getty Images

Cómo fue la celebración postpartido

Los tres pitidos finales del colegiado dieron paso al jolgorio madridista. Los bailes, las risas, los cánticos y las bromas invadieron al Bernabéu. Aquella celebración definió perfectamente al Real Madrid.

¡Enhorabuena Carleto!

En primer lugar, el manteo a Ancelotti. En mitad de la celebración blanca, todos los futbolistas se dirigieron hacia su entrenador para alzarle al cielo de Madrid. El reconocimiento a su técnico define a la perfección el papel de Ancelotti desde su llegada. El Real Madrid de la pasada campaña era un equipo perdido, sin fútbol, sin ideas y, sobre todo, sin soluciones. Sin embargo, desde la llegada de Carlo, este equipo ha adquirido una personalidad, un estilo y una ambición que era absolutamente necesaria.

Ancelotti manteado por sus jugadores I Imagen: Getty Images
Ancelotti manteado por sus jugadores I Imagen: Getty Images

Podría decirse que Ancelotti ha conseguido en esta temporada lo mismo que hicieron sus futbolistas con él, elevarles al cielo del fútbol. Ancelotti es el artífice de que este Madrid se haya mostrado intratable en liga, sea Supercampeón de España y, en estos momentos, sea semifinalista de la Champions League. 

Hasta siempre, capitán

En segundo lugar, es digno de mención el papel en el día de ayer y durante toda la temporada de Marcelo. El capitán blanco realizó un partido bastante completo y volvió a demostrar que está listo para cuando el míster lo necesite. Para un futbolista de la talla del brasileño debe ser extremadamente complejo asumir un rol secundario y, aun así, el lateral madridista lo ha aceptado y ha sido capaz de estar a la altura por amor a ese escudo, esa camiseta y ese club que por siempre le estarán agradecidos. Marcelo es un ejemplo, un ejemplo de todo. Marcelo simboliza el sueño de aquel niño que comenzó jugando en las canchas de Brasil y que veía a su ídolo, Roberto Carlos, enfundarse la elástica blanca. Marcelo representa la capitanía y el sentimiento por unos colores por encima de todo (el dinero, las ofertas tentadoras, los proyectos ganadores de otros equipos…). Marcelo proyecta la alegría, vitalidad y entereza que caracteriza al madridismo. En definitiva, Marcelo representa al Real Madrid, a su Real Madrid

Marcelo y Cibeles I Imagen: Getty Images
Marcelo y Cibeles I Imagen: Getty Images

La noche del sábado debió ser una montaña rusa de emociones para el capitán blanco. La emoción del título logrado se vio empañada por la tristeza de una celebración que sabía a despedida. El brasileño cogió el micro en Cibeles, entre lágrimas, para pronunciar un discurso que pone los pelos de punta a cualquier madridista. El eterno capitán agradeció cada uno de sus momentos en el club de su vida, afirmó estar viviendo un sueño que no sabía cuando terminaría y aseguró que disfrutaría cada uno de los segundos que le quedaran como futbolista del Real Madrid. Eres una leyenda, eres historia viva del Real Madrid, eres el capitán con el que el madridismo siempre soñó. Hasta siempre, capitán

Una comunión perfecta

Del mismo modo, otro de los aspectos a destacar en la celebración es la comunión entre los pesos pesados y la afición. El reconocimiento que mostró el madridismo, tanto en el Bernabéu como posteriormente en Cibeles, con futbolistas como Modric, Vinicius, Alaba y Benzema hacen ver la gran relación que existe entre futbolistas y aficionados.

El primero de ellos, Modric, hizo los honores entonando el célebre “Cómo no te voy a querer…” en Cibeles para desatar la locura madridista. Y, tras la finalización del cántico, toda la afición se rindió al centrocampista croata coreando sin cesar su nombre.

Lo de Vinicius con el Bernabéu y viceversa no es nada nuevo. El brasileño fue el alma de la fiesta y no dejó de bailar, bromear y, sobre todo, besarse ese escudo al que tanta estima tiene.

Vini levantando LaLiga I Imagen: Getty Images
Vini levantando LaLiga I Imagen: Getty Images

Por su parte, Alaba, a causa del idioma, no parecía entender muy bien la petición de la grada madridista que no dejaba de aclamar “Alaba levanta la silla”. Vini hizo de traductor y trasladó al austriaco lo que estaba pidiendo el estadio. Nada más enterarse, el “4” madridista pidió una silla a los operarios del Real Madrid y, cuando la tuvo en su poder, comenzó a levantarla una y otra vez para prolongar el jolgorio merengue.

Alaba levantando la silla I Imagen: Getty Images
Alaba levantando la silla I Imagen: Getty Images

Por último, Benzema atrajo todos los focos en la tarde-noche del sábado. Primero, porque Marcelo le llevó consigo para recoger el título liguero; y, posteriormente porque la afición no dejó de pedir el Balón de Oro para su goleador. Desde la salida de Cristiano, al que se le echó de menos y se le homenajeó en el minuto 7 por la trágica pérdida de su hijo, el Real Madrid no había encontrado ninguna figura con la que volcarse para que ganase el Balón de Oro. Pero, observando la pasada temporada y lo que llevamos de esta, los méritos del galo son más que suficientes para que el año que viene France Football le otorgue el premio a él.

De la trigésimo quinta... a la decimocuarta

En conclusión, esta liga tiene diversos nombres propios: Ancelotti, Vini, Benzema, Modric, Marcelo… Sin embargo, todos ellos coinciden en que el mérito de todo lo cosechado en esta temporada debe recaer en el colectivo. El Real Madrid ha logrado ser un equipo, una familia. La unión que se observaba en la celebración no es casualidad y es el resultado de una gran praxis en la gestión del vestuario. Esta liga es más que merecida, es el resultado de un trabajo tanto técnico como futbolístico digno de admirar. Pero esto es el Real Madrid y aquí no hay tiempo para celebraciones ni festejos. Hoy ya toca pensar en el Manchester City, en Guardiola y en lograr el billete a París. En definitiva, habiendo guardado en la vitrina la trigésimo quinta, ahora les toca ir a por la decimocuarta.