El universo es una obra sólo descifrable a través de las matemáticas, y como parte de él estamos regidos o programados por la vibración de unos números que nos acompañan en todo momento desde nuestro nacimiento. Hay quien dice que los números son fríos, que aíslan al ser humano convirtiéndolo únicamente en un guarismo sin personalidad, sin identidad propia, en una simple arandela de la cadena de montaje y efectividad de la masa, la sociedad de consumo, pero solo nosotros somos capaces de dotar a una cantidad numérica de significaciones espirituales, míticas y sentimentales. Por ello y sin perder en ningún momento la esperanza de que a través de las matemáticas podamos encontrar el alma, elaboro esta lista de atletas y seres humanos que consiguieron dotar al factor numérico de una personalidad mítica.

De numerología mítica hablamos y el 0 de Damon Hill nos muestra a un Capitán Zero de leyenda que portó el curioso número en dos ocasiones de forma consecutiva, tras abandonar Nigel Mansell en 1992 y Alain Prost en 1993, que como vigentes campeones del mundo tenían que portar el número 1. Paradójicamente las reglas de la Fórmula 1 que por retirada del vigente campeón obligaba a portar al subcampeón el dorsal número 0, le permitió al piloto homenajear a su padre, Graham Hill, que portó el citado guarismo cuando compitió en Le Mans en 1963 a bordo de un Rover BRM experimental. Tampoco debemos dejar en el olvido el blanco y mítico doble cero de Robert Parish sobresaliendo sobre el verde legendario de los Boston Celtics.

Ser un número uno en numerología, es símbolo de creatividad, liderazgo y autosuficiencia

Ser un número uno es la aspiración de todo atleta, la razón por la que compiten todos y cada uno de los deportistas, en numerología es símbolo de creatividad, liderazgo y autosuficiencia. Rafa Nadal y Roger Federer son números 1, y en el tenis la máxima aspiración de todo jugador siempre fue la de liderar el top diez de la ATP. El número uno representa a seres humanos ambiciosos y dispuestos a asumir riesgos para llegar a la cima. Es la sublimación del éxito. Como curiosidad y para la anécdota, recordar que fue el número que portaron el Beto Alonso y Ossie Ardiles, en la selección argentina en los Mundiales de Argentina de 1978 y España 1982, respectivamente.

Es el 2 para zagueros míticos como Berti Vogts, Cafu, Krol, Breitner, Dani Alves, Roberto Perfumo, pero también para un grande de la historia del balonmano como Magnus Wislander, cuyo dorsal con el citado número fue retirado por el club alemán Kiel, en el que forjó su leyenda. El número 3 queda identificado por laterales izquierdos inolvidables como Giacinto Facchetti, un defensa elegante que marcó una época, Nilton Santos la “Enciclopedia del fútbol”, un zaguero que enseñó al mundo el arte de defender y la maravillosa vocación atacante de los laterales brasileños, lección que tenía muy bien aprendida Roberto Carlos, otro número 3 de época con una potencia en su tren inferior pocas veces observada sobre un terreno de juego. El tres es Paolo Maldini, Corazón de Dragón, pues su recuerdo es una letanía de hazañas y gestos heroicos, los de un defensa tan grande como Il Duomo di Milano. Pero como no todo es fútbol en la numerología mítica, el tres fue también de Babe Ruth, un hombre nacido para triunfar cuyos 714 'home run' a lo largo de su carrera hicieron de él uno de los mejores bateadores de la historia, en una simbiosis de éxito junto con los New York Yankees y cuyo estadio se quedó pequeño para verle.

El dorsal 4 es tradición e idea en La Masía, es una posición, fue Ronald Koeman y es Pep Guardiola, con todo el simbolismo que ello conlleva. Es sin duda la mayor demostración de que en Barcelona a los chavales se les enseña primero a jugar antes que a ganar. Pues las victorias caerán como fruta madura, si la concepción del juego parte desde una posición sobre la que se edificó toda una escuela iniciática. Pero el citado número cuatro tiene una significación bien distinta en Madrid, donde su leyenda se asienta sobre la personalidad, la calidad y el espíritu de José Martínez “Pirri”, Fernando Hierro y Sergio Ramos.

Es el 5 igualmente una forma de concebir el fútbol en Argentina, la conceptualización filosófica del fútbol del Río de la Plata, un número con personalidad propia. Portar ese mítico número implica ser el inicio del juego, el hombre que se ofrece y distribuye. Es el amor por la pelota, encarnado en la figura de Fernando Redondo. Sin duda un guarismo con una dilatada y diversa personalidad en la historia del fútbol, como la granítica profesionalidad de Carles Puyol, un número que vistió la elegancia de Franz Beckenbauer, también la de Zidane que con ese número demostró en el Madrid que Nureyev podía jugar al fútbol. Tan histórico y legendario como el visible 5 de Nigel Mansell, pintado de rojo y que propició que Murray Walker, comentarista de la BBC, le apodara como Red5. De sus 31 victorias en Fórmula 1, 27 de ellas fueron con ese dorsal, que le acompañó durante 93 grandes premios. Da para mucha leyenda el número cinco, pues a la espalda de Joe Dimaggio, el "Yankee Clipper" lucía el citado número para firmar 56 juegos consecutivos bateando de hit -marca lograda en la serie de 1941- constituyendo uno de los récords más antiguos en Ligas Mayores e inalcanzable para las nuevas generaciones.

El 6 en el fútbol queda indefectiblemente vinculado a dos jugadores emblema que lideraron a dos de los mejores equipos de la historia del fútbol, el Milan de Arrigo Sacchi y el Barcelona de Pep Guardiola. Pues serían inconcebibles esas dos obras maestras sin la presencia de Franco Baresi y Xavi Hernández. El citado número cobra importancia capital en la NBA, pues fue el dorsal que portó Bill Rusell, para muchos uno de los mejores jugadores de la historia del baloncesto, un pivot que protagonizó junto a Wilt Chamberlain la rivalidad más poderosa de la historia de la Liga norteamericana.

Sócrates, profeta del fútbol, nacido a las puertas del Amazonas, encerraba en su pierna derecha toda la sabiduría de la mítica Biblioteca de Alejandría

Aunque George Best suele ser identificado con el número siete, el fútbol total que llevaba en cada centímetro de su cuerpo le hizo parte legendaria del ocho, el diez y el once, pues solía elegir su número dependiendo de la posición que más ocupara durante el partido. La mística futbolística del Manchester United con el 7 tiene un peso histórico fundamental pues lo portaron nada menos que Best, Cantona, Beckham y Cristiano Ronaldo. Algo muy similar sucede en el Real Madrid, donde los nombres de Juanito, Butragueño, Raúl y ahora CR7, confirman que el siete no puede ser un número más, sino íntimamente ligado a la leyenda, como también lo fueron los números 7 de Keegan y Dalglish en el Liverpool. El siete es la Excelentísima Orden del Imperio Británico, es Sir Stanley Matthews, era Corbatta, que tenía alma de Garrincha, ángel de piernas torcidas que hizo del número siete una forma de vida.

Símbolo de poder es el número 8, que en el fútbol encuentra a sus dos más geniales iconos en las figuras de Bernd Schuster, el más fiable motor alemán conocido de la historia y Sócrates, profeta del fútbol, nacido a las puertas del Amazonas, que encerraba en su pierna derecha toda la sabiduría de la mítica Biblioteca de Alejandría. Pues el 8 está cercano a la eternidad y lleva el disfraz del infinito en su interpretación grafológica.

El número 9 se define con una frase de Bill Shankly: “Si estás en el área y no sabes qué hacer con la pelota, métela en la red y ya lo discutiremos luego”. El nueve es el delantero centro, es el gol, la razón del fútbol; y esa razón no encuentra otro emperador que Alfredo Di Stefano, que dotó a las matemáticas del fútbol de una significación mucho más amplia y profunda. Antes de Don Alfredo el nueve era el área, el ariete, la tradición, tras él fue otra cosa. En cualquier caso el nueve siempre será el gol y con él brillaron Bobby Charlton, Uwe Seeler, Ronaldo, Hugo Sánchez, Telmo Zarra, Kubala, Lineker…

El 10 es el enganche, la imaginación, son los cinco dieces de la Brasil 70, es el factor diferencial de Orei Pelé, de Messi y será por y para siempre el D10S de Diego Maradona. Es por tanto el número áureo del fútbol, la divina proporción, la letra griega Φ (φ-fi) en la pierna izquierda de Maradona. El número de oro, el dorsal que retiró el Real Madrid del añorado Fernando Martín y el número que paseó una leyenda del balonmano como Talant Dujshebaev.

El 11 siempre será un salvadoreño Mágico, también la genial desgana de un dibujo animado llamado Romario, es Abebe Bikila corriendo por Roma descalzo y también Paco Gento, la Galerna del Cantábrico. El “11” vio igualmente a 4 Campeones Mundiales de Fórmula 1 en la década del 70, Jackie Stewart (1971), James Hunt (1976), Niki Lauda (1977) y Jody Schekcter (1979).

Cuentan del 12 que es el dorsal menos deseado por los futbolistas, quizás el más infravalorado, pero paradójicamente la camisa doce representa a una de las aficiones más fieles de la historia de este deporte. La doce de Boca, nacida curiosamente en una gira por España del conjunto de la azul y oro en 1925. Una bonita historia iniciada de la inventiva del por entonces futbolista de Boca, Antonio Cerrotti que bautizó al único hincha que viajó desde Argentina con ellos como el jugador número 12. Su nombre Victoriano Agustín Caffarena, al que apodaron Toto y que simbólicamente representa a la afición. Es el doce también un número mágico para los seguidores del futbol sala, pues el citado dorsal representa la magia de Alessandro Rosa Vieira, más conocido como Falcão, uno de los mejores jugadores de la historia de este deporte.

Paradójicamente la camisa doce representa a una de las aficiones más fieles de la historia de este deporte. La doce de Boca

La superstición en torno al número 13 se remonta al menos hasta la antigua Mesopotamia en la que ya se produce la omisión del número en el código de Hammurabi, desde entonces se ha extendido casi por todo el mundo adaptándose a la cultura, creencias e historia de cada región. Pero trece en deporte tiene dos reyes vigentes a los que difícilmente se les destronará, el Torpedo Gerd Muller, que decidió endorsarse dicho dorsal en dos Mundiales consecutivos con efectos positivos. En el de México de 1970 que le llevó a ser máximo goleador con diez tantos y en la cita celebrada en su propio país la República Federal Alemana en el que sus cuatro goles, le dieron la victoria en semifinales y final. El otro el de otra leyenda, el hombre récord de la NBA, un gigante llamado Wilt Chamberlain, el hombre de los cien puntos.

El 14 es el número de Johan Cruyff, dorsal que adoptó como el de la suerte tras usarlo en el Ajax al regresar de una larga lesión en 1969, cuando el 9 ya era propiedad de otro compañero. Desde entonces ese número se identifica con el “holandés volador”, también en cierta medida con el Fútbol Total, y son muchos los futbolistas que han elegido el citado número como escuela iniciática, tanto por admiración al jugador tulipán, como por lo que representa. En otra modalidad deportiva encontramos el número 14 de Don Hutson, receptor abierto de los Green Bay Packers, el primer receptor estelar de la liga y el jugador más dominante en los primeros 25 años de la NFL.

Con el 16 brilló Joe Montana, el brazo de la ley, el mejor quarterback de la historia, el 16 de los 49ers, un talento innato, un brazo excelso, un jugador irrepetible. Como irrepetible fue el dorsal 16 del mítico portero de balonmano David Barrufet, retirado por el Barça. Es recuerdo el número 16, pues a sus dos dígitos se agolpan, se arremolinan sentimientos sevillistas, todos fundidos a la zurda de diamante de Antonio Puerta. Tras la muerte del camerunés Marc-Vivien Foé después del partido de semifinales de la Copa FIFA Confederaciones 2003, el Lens y el Olympique de Lyon decidieron no asignar a nadie más el número 17. A una leyenda durante muchos años inalcanzable queda vinculado el número 19 de Freddie "the Fast" Spencer, que en 1985 conquistó los campeonatos de 250 y 500 cc. De recuerdos presentes se compone el número 21, pues aunque el tiempo es puente y puede ser abismo, en el caso del citado dorsal la presente eternidad se hace física para la memoria perica en la figura de Dani Jarque. Recuerdos presentes de eternidad como los que destila el fútbol de un poeta llamado Andrea Pirlo.

El 22 es el dos elevado a las cotas más altas de la capacidad de superación, un símbolo de victoria personificado en la historia de Eric Abidal. Hay 23 pares de cromosomas en cada célula de nuestro cuerpo y en aquel cromosoma número 23 que determina el género sexual de los seres humanos descansa parte de la genética y el destino de nuestras vidas. Unas vidas que transcurren en los 23 segundos en los que nuestra sangre tarda en circular por nuestro cuerpo para regresar de nuevo a la máquina cardiaca que mueve nuestros sueños y late al ritmo de nuestros sentimientos. 23 segundos de ingravidez, 23 instantes de universo en los que su corazón alimenta y pone en marcha los 650 músculos que entran en explosión para volar y colgarse de la nada, cima del mundo en la que el aire se apellida Jordan, que contempla a los mortales y otea desde las alturas el tablero mágico que fue testigo de su ingrávida leyenda.

Los dorsales 27 y 28 son míticos para la escudería Ferrari, puesto que cumpliendo las normas por las que se regía entonces la Fórmula 1, heredaron los dos citados números de la escudería Williams en 1980. A partir de ese momento se inició la sequía del equipo Ferrari, que pese a los fichajes de ilustres pilotos como por ejemplo Michele Alboreto o Nigel Mansell, no pudieron deshacerse del maleficio hasta 1990 cuando ficharon a Alain Prost. De estos dos dorsales capítulo aparte merece el número 27, por su simbolismo y significación, siempre ligado a la eternidad de dos pilotos. A Gilles Villeneuve, mucho más tras su muerte en 1980 y al grandioso Ayrton Senna que ganó el campeonato del mundo con el número 27 en 1990.

El 32 es un número mágico, un número de poder, para los hebreos era el número de la sabiduría porque 32 fueron los caminos trazados por Abraham para llegar a ella.

Para un jugador de la NFL un número representa su identidad. Para muchos aficionados, un número representa un jugador. Y el dorsal 32 corresponde a Jim Brown, el mejor jugador en la historia de la liga y considerado por algunos como el mejor corredor de todos los tiempos. El 32 es un número mágico, un número de poder, para los hebreos era el número de la sabiduría porque 32 fueron los caminos trazados por Abraham para llegar a ella. Según la tradición, 32 fueron los pilares sobre los que se asentó la ciudad de Babilonia. Precisamente en la Gran Babilonia tuvo su origen el término magia, derivado de magi, uno de los elementos religiosos incorporados por los magos en la antigua ciudad de la baja Mesopotamia. Y en la raíz etimológica e histórica de la citada palabra descansa la historia de un joven llamado Earvin Johnson Jr., que con aquel número mágico a su espalda recorrió los 32 caminos trazados para llegar a la sabiduría y leyenda del basketball. Simplemente Magic

Existen dos dorsales retirados en la NBA para dos jugadores abrumadoramente excepcionales, el primero de ellos es Larry Bird, el mejor alero de todos los tiempos. Todos los lanzadores sueñan con ser Bird, palabras mayores para la historia del baloncesto y el Boston Celtics, el mejor tirador conocido que hacía todo bien; y el segundo Scottie Pippen, un jugadorazo, un guepardo del basket que brilló a la sombra de un Dios del aire como Jordan. Su dorsal 33, que era el número de Bird, fue retirado por los Bulls.

El 34 siempre fue el dorsal talismán para Ivano Balic, uno de los gigantes de la historia del balonmano y el que portó una bestia del baloncesto como Shaquille O´Neal, también número de culto en la NFL, pues fue portado por Walter Payton, corredor de los Chicago Bears y considerado el jugador más versátil de todos los tiempos. El 42 rompió prejuicios y cadenas, pues el 15 de abril de 1947 saltaba al campo por primera vez Jackie Robinson el primer beisbolista afroamericano en incursionar en Grandes Ligas. Lo hizo con el equipo de los Dodgers, entonces de Brooklyn, vistiendo el dorsal 42. Cada año la Baseball Major League conmemora ese momento, y desde el año 97 acordó como homenaje, retirar el dorsal 42 de todos los equipos.

En el margen derecho de la historia encontramos el 45 de James Worthy, el gran socio de Magic en los Lakers del 'showtime', número retirado con honores por el equipo de Los Angeles. Cuenta el 46 con un espíritu pionero, un carácter de líder, mucha creatividad y autoridad para imponer las ideas propias. Unas ideas y una forma de pilotar que convirtió a Valentino Rossi en el mejor piloto de la historia. El 51 tiene una larga y mítica tradición en el Tour de Francia, pues con el citado dorsal coronaron su gloria en Los Campos Elíseos, Eddy Merckx, Luis Ocaña, Bernard Thévenet y Bernard Hinault. Por los cuatro tiempos de los ventrículos y las aurículas de nuestro encogido corazón una honda cólera que se transforma en incontenible llanto circula a escasos centímetros del asfalto del circuito de Sepang, donde el dorsal 58 de Marco Simoncelli es doloroso epitafio.

El 73 es el dorsal que llevaba Nadia Comaneci cuando consiguió el primer diez de la historia, dicen que somos nuestros recuerdos, aquellas imágenes con las que convivimos en tiempos pasados. Imágenes desterradas y sustituidas por otras nuevas que, de alguna manera, nos provocan cierto vértigo de perder aquellos momentos que con tanta intensidad formaron parte de nuestras vidas. Y nadie como Nadia nos hizo sentirnos realmente vivos en Montreal 1976…

Es el 81 un número mágico pues fue el dorsal que portó Federico Martín Bahamontes 'El Aguila de Toledo' en su maillot en aquel mítico Tour del 59. Un sueño es el número 93 de Marc Márquez, saltan chispas de un carenado tumbado, nos inclinamos ante los 68 grados de su vertiginosa ambición. Un símbolo, un icono del motociclismo el dorsal 93, en el que el número 99 de Jorge Lorenzo se resiste a ser arrasado por el huracán Márquez.

Existen dos mitos que quedaron vinculados por un número, un dorsal con el que lustraron el momento cumbre de sus vidas deportivas, el primero de ellos el norteamericano Bob Beamon, que en los JJOO de México de 1968 realizó el salto perfecto. Era un 8 de octubre de 1968 y Beamon superó en 55 cm la anterior plusmarca, dejándola en unos impresionantes 8'90. Un récord que constituyó todo un desafío hasta el día que Mike Powell logró romperlo, 23 años después en Tokio. El segundo de ellos, otro atleta de leyenda, Sebastian Coe, que en los JJOO de Moscú de 1980 logró un oro y una plata. Ambos con el 254, un número y dorsal para la gloria.

En uno de los momentos más delicados de la historia de la humanidad, el 733 de Jesse Owens desafió al mundo blanco en los JJOO de Berlín de 1936

En suelo de la Alemania nazi, en uno de los momentos más delicados de la historia de la humanidad, el 733 de Jesse Owens, un atleta negro, desafió al mundo blanco en los JJOO de Berlín de 1936. Con el 903 ganó tres medallas de oro y batió tres records del mundo el mítico Emil Zatopek en las disciplinas de 5000 mt, 10000 mt y la maratón de los JJOO de Helsinki de 1952.

Dijo Galileo que la naturaleza está escrita con caracteres matemáticos y amplió Pitágoras afirmando que el número es la esencia de todas las cosas. Números con duende, números con alma, con personalidad. Numerología mítica pues las matemáticas nos descubren nuevos mundos que nos atrapan, aquellos con los que se identifican las gestas y logros de los dioses de nuestro tiempo, deportistas que al límite de su creatividad y su físico, eligieron a los números como notarios de sus propias leyendas.