Bruce Arians siempre fue distinto en una liga en la cual parece que lo único que existe es la propia competición. Mientras que otros predicaban con que el fútbol es lo más sagrado e importante, Arians siempre defendió que lo verdaderamente importante era la vida fuera de los terrenos y que esto solo era un trabajo. Un trabajo que adoraba pero algo que no era lo único que importaba.

Esto, unido a su lenguaje, le transformó en una personalidad. Mientras otros trataban de mantener más o menos su lenguaje o de construir su personalidad, Bruce Arians reventaba las máquinas para pitidos norteamericanas debido a sus constantes insultos, hablando como suele hacerlo cualquier persona y sin cortarse en ningún momento. Esto le convirtió en uno de los personajes más queridos por parte de la afición de la NFL, pero fue su fútbol el que le dio la oportunidad de ser uno de los mayores nombres de esta década.

Tras años en la universidad, Arians fue nombrado el QB coordinator de los Indianapolis Colts en 1998, siendo el primer entrenador de Peyton Manning en la NFL, ganando por ello mucho reconocimiento. Tras ello se marchó a los Cleveland Browns donde como coordinador ofensivo logró llevar al equipo a playoffs, logrando anotar treinta y tres puntos a pesar de la derrota frente a los Pittsburgh Steelers en la única aparición del equipo de Ohio en playoffs en este siglo.

Gracias a ello fue llevado primero como coordinador de WR y luego como coordinador ofensivo de los Pittsburgh Steelers, lugar en el cual ganó dos Superbowls a pesar de las críticas por su estilo de juego. En 2011 el equipo decidió no renovarlo y el propio Arians se planteó la retirada como él mismo ha confirmado varias veces. La decisión parecía tomada hasta que Chuck Pagano (con él que coincidió en Cleveland Browns) le pidiese que hiciese de coordinador ofensivo de los Colts.

Debido a la leucemia de Pagano, Arians tuvo que ascender a entrenador jefe por primera vez en su carrera en la NFL a sus ya sesenta años. La experiencia no solo fue buena, fue extraordinaria, llevando al equipo a nueve victorias y tres derrotas durante los doce partidos que estuvo como entrenador, metiendo al equipo en la wildcard y llevándose el premio al entrenador del año.

Con este palmarés los Cardinals decidieron arriesgar y firmarle para tratar de darle una opción a una de las franquicias menos exitosas de la historia de la NFL. Y, sin duda alguna, con Bruce Arians lo consiguieron. En el primer año los Cardinals alcanzaron un 10-6; en el segundo llegaron a un 11-5 a pesar de que se lesionasen Carson Palmer y Drew Stanton, el récord de la franquicia, solo para ser eliminados en primera ronda frente a los Panthers.

Pero 2016 fue verdaderamente el año del equipo de Arizona. Sin tantas lesiones, el equipo alcanzó la mejor temporada de su historia con un récord de 13-3, el premio a mejor y la primera victoria en playoff de la carrera de Arians, ganando a los Green Bay Packers y llegando a la final de conferencia, un partido en el que los Panthers maniataron sin gran problema al equipo de los Cardinals.

Tras dos malos años de 7-8-1 y 8-8 el entrenador ha decidido retirarse lo cual, unido a la retirada de Carson Palmer y las dudas respecto al futuro de Larry Fitzgerald, han acabado con una de las mejores franquicias de los últimos años y la sensación de que podían haber conseguido un anillo en un año con algo más de buena suerte. Aún así, estos Cardinals serán recordados durante mucho tiempo gracias, entre otros, a Bruce Arians y a cómo ha cambiado la cara de una franquicia que no hace tanto era una de las bromas de la NFL.