1 de octubre. 20:05 (hora local de Doha). 19:05 en casi toda Europa.

La final de salto con pértiga comenzaba en el estadio Khalifa de Doha (Qatar). Los doce finalistas clasificados llegaban a la zona del salto con pértiga dispuestos a luchar por el título de campeón del mundo. Para algunos era su primera final. Para otros, era ya un enorme privilegio estar ahí después de una larga temporada. Y, para atletas como Sam Kendricks o Piotr Lisek, , era una nueva oportunidad para renovar título.

Esta final era diferente a la de los últimos años. Caras nuevas y caras ya semi o conocidas estaban en la final. Pero no estaba la principal.

El plusmarquista mundial Renaud Lavillenie le decía adiós al mundial en las semifinales. Una lesión hace apenas un año le hizo pasar factura al francés durante toda la temporada, complicando sus posibilidades de luchar por el único título que no tiene en su palmarés: el de campeón del mundo. Así, el mundial se le escapaba tras derribar la barra en 5.70, y con él, posiblemente, sus últimas posibilidades de conseguirlo.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

La photo résume ma soirée... Depuis les championnats du monde en salle à Doha en 2010, j’ai toujours été en finale... aujourd’hui à Doha, je passe au travers. Malgré des sensations pas si mauvaises, 5m60 au 1er essai, je fais l’inverse ensuite je ne m’engage pas à 570 et me rate totalement. C’est frustrant, rageant, décevant... mais c’est le Sport, c’est le saut à la Perche et il faut l’accepter. Je suis ni le premier ni le dernier à rater les qualifications, ca fait parti du jeu... Maintenant, à moi de rebondir en 2020 pour être meilleur. La satisfaction du jour c’est que mon frère @valentinlavillenie s’est qualifié pour la finale, c’est un grand plaisir pour lui! Merci pour le soutien. On se retrouve en 2020.

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La expectación en el estadio no era la de otros años. El mundial de Doha está más plagado de críticas que de récords. Las altas temperaturas y la poca involucración de un público minoritario asistente está provocando, no sólo que los atletas sufran, sino que la emoción se disipe con el aire acondicionado del estadio.

Aunque el público oriundo fuera escaso, la emoción de los extranjeros aficionados y familiares le daba una mínima emoción para empujar el evento al comienzo.

La altura comenzaba en 5.55. Todos los atletas, excepto el sueco Duplantis, que decidió empezar en la siguiente altura, pasaban la primera fase.

Quince centímetros más fueron los suficientes para descalificar a cuatro de los doce participantes de la final. Ben Broeders (BEL), Cole Walsh (USA), Augusto Dutra (BRA) y Bokai Huang (CHN) decían adiós a sus posibilidades de quedar, aunque fuera, cerca del pódium.

La siguiente fase, la de 5.80, fue la definitiva para aclarar quiénes iban a conformar el pódium. La criba se llevó por delante al italiano Claudio Michel Stecchi, que casi no lo contaba en el 5.70; al hermano de Renaud, Valentin Lavillenie; a los alemanes Raphael Holzdeppe y Bo Kanda Lita Baehre y al brasileño Thiago Braz, que en esta temporada parecía volver a renacer de entre las cenizas.

Tras esta última fase, las medallas ya tenían nombres pero no propietarios definitivos.

Comparando con la final de Londres en 2017, el americano Sam Kendricks y el polaco Piotr Lisek volvían a disputarse las medallas. Sin embargo, a diferencia de Londres, el casi veinteañero Armand Duplantis recogía el testigo de su ídolo y amigo Renaud Lavillenie para luchar por la medalla.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Something lite #borntofly

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El duelo estaba servido.

Los tres grandes protagonistas de esta temporada luchaban por ajustar cuentas de los últimos eventos. La temporada se había resumido prácticamente en un duelo a tres. Kendricks había superado a ambos en Oslo y Zúrich y ganando la Diamond en puntos; Lisek había tenido sus dos mejores campeonatos: en Laussane hizo 6.01, obteniendo el mejor récord de la temporada, el mejor récord del meeting y el récord nacional, y en Mónaco hizo 6.02, revalidando los títulos; y, Duplantis, había arrasado en el meeting de Stanford en Eugene frente a Kendricks.

 

Era más que obvio que la emoción iba a estar servida con la nueva "Holy Trinity" del salto con pértiga. Sin embargo, en el primer salto, la decepción se apoderaba de todos. Los tres fallaban el primer intento en 5.87. Parecía que la final iba a acabar pronto.

Segundo intento en 5.87. Lisek lo supera. Duplantis lo supera. Kendricks lo derriba. El que era actual campeón del mundo parecía que le quedaba aún más lejana la posibilidad de revalidar el título. Tercer intento. Kendricks vuelve al juego.

Se complica la competición en 5.92. Lisek y Duplantis no lo superan a la primera. Kendricks deja a todos perplejos con el salto después de sus intentos en 5.87. El polaco arriesga. Decide abandonar 5.92 y pasar a la siguiente altura. Duplantis lo intenta una segunda y vuelve a fallar. Los nervios empiezan a aflorar. Al joven sueco se le escapa la medalla de oro poco a poco. Tercer intento. Duplantis vuelve al ruedo.

Sin embargo, en 5.97, Lisek se cobra su decisión. Arriesga. Abandonar una altura y pasar a la siguiente le daba solo dos intentos como oportunidad para pasarlo. Arriesga en 5.97. Pero no gana. El bronce es para el polaco.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

#polishboy 😁 #nike #orlen #kiapolmotor

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El duelo Kendricks vs Duplantis volvía a repetirse.  

La deportividad y talento personificado frente al niño prodigio de la pértiga.

Sam Kendricks buscaba revalidar el título. A sus 27 años, el estadounidense llegaba a la final de Doha con un palmarés mucho más largo que el de su contrincante: Bronce en Río 2016, dos platas en los mundiales indoor y oro en la copa continental.  Comenzó en la élite en el mundial de Pekín de 2015, donde quedó en novena posición, ganando el siguiente mundial con la altura de 5.95. Su mejor marca era de 6.06, que había conseguido esta temporada.

Armand 'Mondo' Duplantis, por otro lado, a pesar de tener un palmarés más pequeño, había comenzado fuerte la competición cuando era el único que decidía saltarse los 5.55. El atleta más joven de la élite del salto con pértiga ya se había estrenado en un mundial en Londres 2017 cuando tan sólo tenía 17 años. Aunque tan sólo pudo superar los 5.50, ya empezaba el sueco a despuntar. Un año más tarde, en el europeo de Berlín, lo demostró. Pasó de ser un mero noveno clasificado a campeón de Europa con tan sólo 18 años. Y, por si la hazaña fuera poca, obtuvo la medalla batiendo varios récords, entre ellos el mundial sub 20, saltando 6.05. El pequeño Duplantis había entrado en la élite.

Y allí estaban. Dos grandes amigos luchando por la medalla de oro en 5.97. Dos nulos cada uno les hacía cada vez estar más cerca del final. Pero se resistían a perder. Duplantis superaba a la tercera la altura, y Kendricks contraatacaba.

La decisión final llegó con el 6.02, marca que ambos en algún momento de su carrera habían sobrepasado con creces, pero que pudo con ellos. Si Duplantis fallaba los tres intentos, Kendricks se convertiría de nuevo en el ganador mundial. Y Duplantis los falló. Y Kendricks falló sus dos primeros también. Pero se colgó la medalla de oro.

La competición finalizaba con un Duplantis que aceptaba resignado pero orgulloso la derrota. Tener 19 años y conseguir ser subcampeón del mundo después de una temporada sublime era ya todo un privilegio.

Saludaba al público cuando su gran amigo Kendricks se acercaba hasta la colchoneta para abrazarle. Parecían dos niños que habían echado la tarde jugando y no compitiendo por el premio mundial. Primer y segundo puesto compartiendo abrazos. Y el tercer puesto quiso completar el cuadro. Lisek corrió hasta ellos y desató las risas entre los tres.

Una estampa llena de deportividad, admiración y amistad en una de las competiciones más importantes de sus carreras. Una estampa que quedará para el recuerdo. Una estampa que puso el broche final a la mejor competición de toda la temporada.