A perro flaco todo son pulgas, o eso al menos es lo que pueda pensar un aficionado optimista de los Sabres para buscar algún tipo de consuelo. Pero lógicamente, también habrá otros aficionados, los que más, que piensen que esta temporada de los Buffalo Sabres está siendo una auténtica vergüenza, y tienen varios motivos para pensarlo. 

El primero y más evidente de todos, es la clasificación, los Sabres ocupan el último lugar del torneo con mucha diferencia respecto al siguiente. En 32 partidos de liga sólo han ganado seis, además, con 16 derrotas consecutivas ostentan la peor racha en muchos años, concretamente desde que los Pittsburgh Penguins perdieran 18 seguidos en 2004. 

Pero eso por supuesto no es todo, de esos 16 partidos, en 13 de ellos, los Sabres han marcado dos goles o menos, y sólo en dos ha logrado llegar al tiempo extra y a los penaltis. Un panorama macabro para cualquier aficionado que se precie, y más aún, teniendo en cuenta que el equipo lleva desde la temporada 2010-2011 sin entrar en playoff, y que en esta nueva campaña, con gerente general nuevo y todos los fichajes, hacía indicar que sería la buena, la definitiva para los Sabres. Nada más lejos.

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Así es, una vez destituido Ralph Krueger la semana pasada, tomaron el mando el entrenador principal, Don Granato y su ayudante Matt Ellis, pues bien, pocas horas antes del partido de este pasado jueves noche ante los Pittsburgh Penguins, los Sabres lanzaban un comunicado en redes que leía que, tanto Granato como Ellis causarían baja por protocolo COVID-19. De locos. 

Como consecuencia de ello, el gerente general Kevyn Adams se sentó en el banquillo, y la derrota por 4-0 es el colofón a esta historia de terror que sin duda firmaría el mismísimo H.P. Lovecraft, y que tiene muchos visos de continuar.

Volviendo otra vez al lugar del sufrido y harto aficionado Sabre, uno quiere encontrar explicaciones racionales y deportivas a todo lo que está pasando, y aunque es una labor no exenta de dificultad, lo cierto es, que se puede arrojar algo de luz a tan sombría situación.

Yendo al quid de la cuestión, y una vez cesado Ralph Krueger como entrenador principal de los Sabres, las miradas no pueden centrarse en otro sitio que en la gerencia general, dónde este año la ostentaba por primera vez Kevyn Adams. Y es que, al principio de temporada la labor de Kevyn Adams estaba siendo buena, dio un nuevo aire a la franquicia, los pesos pesados del equipo estaban muy contentos con él, y además, nada más llegar consiguió traer a jugadores estrella como Eric Staal o Taylor Hall, que ahora no verían mal salir del club.

Visto lo visto, es bastante seguro que Kevyn Adams no hizo una buena planificación de la temporada, es muy posible que la plantilla no esté compensada en todas sus líneas y Adams no lo supo ver cuando debía, que los fichajes no hayan justificado en el hielo el precio que se ha pagado por ellos, la maldita lesión de Jack Eichel que ha arrastrado desde la pretemporada y que lo tiene aparcada fuera del hielo, y muchas más situaciones que han lastrado al equipo esta temporada, y que por supuesto, no pueden ni deben servir como justificación a una década de decepciones una tras otra.

Y puede que eso no sea lo peor, y lo peor esté por llegar, ya que casi seguro jugadores importantes se marcharán ahora o en verano, y que haya que hacer una recomposición de la franquicia a todos los niveles. 

Veremos entonces si es Kevyn Adams el que la construye, si así fuera, muchas cosas deberán cambiar para que esta franquicia deje las decepciones de una vez a un lado.