Queda lejos sin duda aquel año 2011 en el que los Sabres disputaban su eliminatoria de cuartos de final de la Conferencia Este frente a los Philadelphia Flyers. Nadie por aquel entonces se podía imaginar que esa sería su última visita a los playoffs en al menos once años, estableciendo el récord negativo de ser el único equipo en la NHL que lo ha logrado.

Y es que, lo que le vino a la franquicia a partir de aquel momento fue terrible, se entró en una decadencia absoluta a nivel directivo y deportivo, en la que la falta de planificación y la mala gestión era lo normal. Hay que destacar que fue justamente en ese año cuando la familia Pegula se hizo dueña de los Sabres, a pesar de todo, hoy en día siguen siendo los propietarios.

Pese a que la eliminación este año estaba casi descontada por el pésimo comienzo de liga que tuvieron, esta se hizo realidad el pasado miércoles cunado los Washington Capitals ganaron a Tampa Bay Lightning. Con esa victoria y a falta de diez partidos para el final de la temporada regular, los Buffalo Sabres se quedan matemáticamente sin opciones de luchar por la Stanley Cup.

De todos modos, y para que no sea todo malo, el aficionado Sabre tiene algún motivo para la esperanza en el futuro. El equipo ha tenido un mes de marzo increíble con once victorias y sólo tres derrotas, y ha competido como jamás yo mismo había visto.

Las razones para la esperanza...de verdad

Una de las principales razones para que los fanáticos de los Sabres sonrían es la plantilla actual. Jugadores como Tage Thompson, Peyton Krebs, Alex Tuch o Rasmus Dahlin han demostrado en el último tercio de temporada que, con la experiencia ya adquirida en esta temporada y en otras, pueden ser la sorpresa el año que viene. Si a esa ecuación también le sumas la veteranía y gran rendimiento que han mostrado jugadores como Jeff Skinner, Kyle Okposo o Craig Anderson en la portería, los Sabres tienen sin duda la gran oportunidad el año que viene.

Además, se va a incorporar a Owen Power, Jack Quinn y Ukko-Pekka Luukkonen, que son jugadores jóvenes y que están brillando con luz propia en otros equipos, pero el año que viene estarán jugando para los Sabres.

Otra razón y muy importante para la esperanza es que, por primera vez hay alguien competente en la dirección general, Kevyn Adams está sabiendo leer muy bien lo que le hace falta a la plantilla y junto al entrenador Don Granato, forman un tándem que puede llevar lejos a la franquicia. Por si fuera poco, los jugadores están encantados con ellos y se sienten valorados, hecho fundamental para que haya una buena dirección de plantilla.

Por fin y tras once años (incluido este) de penurias deportivas, se ve algo de luz al final del túnel para los Buffalo Sabres.

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