Así lo quiso Jules. Su abrazo ha acogido la mejor carrera del presente campeonato, con victoria ferrarista y, en concreto, de Sebastian Vettel, en lo que solo fue el desenlace de una vorágine de acontecimientos heredados de un comienzo que, precisamente, no se encontraba en la parrilla de salida.

Pilotos en círculo, voz de soprano y el himno húngaro acompañaron al último adiós al alma del fallecido piloto. Mensajes y lágrimas comedidas siguieron a una triste convención entorno a los cascos de cada piloto, todos y cada uno de ellos alrededor del de Jules Bianchi. Él seguía siendo el protagonista.

Gestos de conmoción en cada rostro del 'paddock' también formaban parte de una asamblea que precedía a la carrera más emotiva, y con ello, la más emocionante del curso vigente. Situación inmejorable para lo propio. Y es que por otra parte, Jules así lo habría querido.

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El santo espíritu del francés brindaba a los ojos de espectadores y pilotos sesenta y nueve vueltas de exaltación, luego de que Felipe Massa forzara a dar una vuelta de formación adicional para restar una de ellas al gran premio. A la segunda, se tomaba la salida. Nervios a flor de piel, máxime con lo que los acontecimientos prometían.

Y lo que solo ellos se guardaban era un cambio en las normas, en el orden lógico de las posiciones. En concreto, una salida mediocre de Lewis Hamilton que, en cadena, ponía todo el picante a una carrera que sembraba, al menos, una reedición de lo presenciado en Gran Bretaña.

Pero esta vez, la diosa fortuna, la divina providencia, o quien sabe si la sombra de Jules Bianchi, sonreía para otros. Otros que, en contra del pronóstico, no pertenecían a la galaxia de la estrella. Jules Bianchi sonreía para su cuna, para Ferrari, que con las manos de Sebastian Vettel llevaba a Maranello, de nuevo, a la victoria en una carrera.

Toques, sanciones, enfados por radio, adelantamientos dignos de la verdadera esencia de la Fórmula 1, y de manera sensible la aparición del Safety Car por accidente de Nico Hülkenberg, precipitaban un final muy distante de lo esperado. Y, por supuesto, digno para servir homenaje al que este domingo era el único protagonista de la cita.

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"Jules, per sempre nei nostri cuori"

Jules ya había vencido, como venció Vettel, y, en consonancia, también lo hizo McLaren-Honda, con sus dos monoplazas en la zona de puntos, e incluso finalizando quintos por obra de Fernando Alonso. Por su parte, la rara imagen presente en el podio describía la que había sido una carrera, por fin, caótica. Vettel, Kvyat y Ricciardo eran sus hombres. Y es que Red Bull también recibía su parte de la magia del honorado Bianchi.

Tras varias semanas de profunda tristeza, la emoción propia de una gran carrera, de una Fórmula 1 en estado puro eran una digna herencia para ellas. Una digna despedida. Este domingo el 'Gran Circo' decía adiós a Budapest con la sensación de que lo visto en el Hungaroring lo había obrado él. Todo hecho por Jules, todo para Jules.

Y a partir de ahora, siempre presente en el recuerdo. "Jules, per sempre nei nostri cuori". Jules, siempre en nuestros corazones, rezaba la pegatina en el coche del hombre que el pasado domingo llevaba consigo a Jules Bianchi hacia lo más alto. Él así lo había querido. Hasta siempre Jules.

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Sobre el autor
Alejandro Mateos
Siempre del Salamanca, aficionado al fútbol y apasionado de la Fórmula 1. Redactor @F1_VAVEL, @Guijuelo_VAVEL y @SAC_VAVEL