La Fórmula 1 vuelve esta semana a Italia, a su cita de cada año con el Autódromo Nacional de Monza, el Templo de la Velocidad del Gran Circo. Después de ver cómo Ferrari cosechaba la mísera cantidad de dos puntos en la carrera del año pasado, los tiffosi volverán a ver en casa a su anhelado equipo en acción, y esta vez luchando por, al menos, conseguir estar en el podio.

Pero este año los aficionados italianos se han quedado sin su ídolo de las últimas temporadas. El vacío que ha dejado Fernando Alonso le toca a Sebastian Vettel rellenarlo, y tiene la oportunidad idónea para terminar de conquistar el corazón de la hinchada ferrarista en este gran premio tan especial para la Scudería.

Tras muchas incertidumbres por los problemas financieros del circuito de Monza y las altas tasas que pide Bernie Ecclestone a los grandes premios, se volverá a disputar una carrera en Italia, algo que cada vez cobra mayor valor debido al futuro incierto de esta cita, que el propio Bernie ve más fuera que dentro de los próximos calendarios de la categoría.

También tiene una especial importancia por ser una de las carreras con más antigüedad e historia de la competición, además de ser una de las pruebas europeas que sobreviven a la expansión que está teniendo la Fórmula 1 fuera de este continente a países cada vez más insospechados.

Con una longitud inicial de 10 kilómetros, Monza comenzó a albergar carreras en 1922. Por aquel entonces, se trataba de un trazado realmente peligroso, con largas rectas seguidas de curvas muy peraltadas como signo de identidad. Con el paso del tiempo, fue sometiéndose a sucesivas remodelaciones como respuesta a los trágicos accidentes que se cobraban la vida de algunos corredores. Ilustres pilotos como Alberto Ascari, Wolfgang Von Trips o Ronnie Peterson fallecieron en la pista italiana.

Después de muchas modificaciones, se suprimieron curvas históricas a la par de peligrosas del circuito y se redujo considerablemente su longitud, además de incorporar chicanes que redujeran las altas velocidades a las que se corría y barreras de seguridad que evitaran que se volvieran a repetir los infortunios del pasado. Tras todo este proceso gradual que se dio durante años, el nuevo Monza, más corto pero más seguro, consta de 5,793 kilómetros.

Hoy en VAVEL queremos recordar una de las carreras más recientes del Autódromo que quizás más recuerden los aficionados españoles: la victoria de Fernando Alonso a borde de su Ferrari F10 en la temporada 2010.

Año 2006. Michael Schumacher lograba un incontestable triunfo en Monza con la escudería del Cavallino Rampante. En esa misma prueba, el motor del Renault de Fernando Alonso diría basta y dejaría al asturiano en la cuneta para delirio de los tiffosi que en aquel momento no imaginaban que el bicampeón sería más adelante el piloto que venerarían. Tras la prueba, el Káiser dejaría conmocionada a la Fórmula 1 anunciando su retirada.

Esa sería la última vez que Ferrari vería la victoria en su gran premio local hasta el año 2010. Varios años de travesía por el desierto en Monza que se saldarían con las sucesivas victorias de Alonso con McLaren, Vettel y Barrichello. Y es que para el aficionado rojo todo lo que no sea ganar en casa supone una decepción, pero con la llegada de Fernando a la escudería transalpina, Monza volvió a estallar de júbilo.

2010 fue una temporada repleta de vaivenes en el rendimiento del F10, pero Ferrari consiguió volver a la senda de la competitividad a partir del Gran Premio de Alemania, donde las mejoras en el monoplaza surtieron efecto y lograron un doblete manchado por la polémica de las órdenes de equipo a Felipe Massa en favor del asturiano.

La Scudería llegaba a Monza con la satisfacción de poder ser capaces de luchar por el título gracias a la mejoría del coche, pero con la frustración del abandono de Alonso en la anterior carrera, disputada en Bélgica, que aumentaba la brecha con los líderes.

Ya en los entrenamientos libres, Ferrari se mostró competitivo junto con McLaren, y si bien no llegaron a liderar ninguna sesión, los dos corredores merodearon las primeras posiciones en los libres 2 y 3 tras esconder sus cartas en la primera sesión.

En la clasificación se confirmaba que apuntaban muy alto de cara al domingo: Alonso se hacía con la pole, que se le resistía desde el Gran Premio de Hungría de 2009 y a Ferrari desde el Gran Premio de Brasil de 2008. Jenson Button conseguiría la segunda plaza a poco más de una décima del español y Felipe Massa clasificaría tercero a tres décimas de su compañero.

Para el domingo, los objetivos de Ferrari eran claros: volver a conquistar su carrera y reducir distancias en el campeonato. En la salida, Button saldría muy bien y se emparejaría con Fernando. Cuando ambos llegaron a la primera curva, el interior era del británico, logrando adelantar al español.

Más atrás, Hamilton intentaría adelantar a Massa y se tocarían en la segunda frenada del circuito. Como consecuencia, a Hamilton se le rompería la suspensión de su mp4-25 y abandonaría en la primera vuelta. Los Red Bull, los mayores dominadores del mundial, rodaban muy atrás, con Vettel séptimo y Webber noveno.

En la vuelta 21, la cabeza de carrera seguía igual, y los mayores cambios se daban por detrás, con Webber adelantando a Vettel, que sufría algunos problemas pasajeros en su motor Renault. A esas alturas, ya habían abandonado también Bruno Senna y Kamui Kobayashi.

En el giro 37, Button entraría a boxes a cambiar neumáticos. Alonso no lo haría hasta una vuelta después, dando un último giro realmente rápido en lo que el corredor del Reino Unido calentaba sus gomas, logrando salir de la calle de boxes por delante de él por un estrecho margen.

Llegaron prácticamente emparejados a la chicane de la primera curva, pero esta vez era el asturiano quien ganaba la partida. Webber haría su parada en la recta final de la carrera, cambiando el neumático duro por el blando, y saldría por detrás de su compañero. Se darían otras dos retiradas durante la prueba, la de Di Grassi y Jarno Trulli.

Uno de los momentos más impactantes de la jornada fue el atropello de Sakon Yamamoto, quien pilotaba para el equipo español Hispania Racing Team, a uno de los mecánicos cuando hacía su parada. Afortunadamente, la propio escudería confirmó más tarde que el mecánico se encontraba fuera de peligro.

Finalmente, Button no pudo volver a conseguir la primera plaza y Alonso brindó a los tiffosi una nueva victoria en casa para Ferrari. Pero la alegría era doble ya que Massa había logrado mantener la tercera posición en la que salió y ambos pilotos estuvieron en el podio. Los otros dos aspirantes al título, Vettel y Webber, quedaron cuarto y quinto respectivamente.

En Italia el día se convirtió en una fiesta. Ferrari no conseguía volver a lo más alto en Monza desde la época de Michael Schumacher, y si bien ya estaban profesando admiración y apoyo para el piloto rojo que estaba luchando por el mundial, en ese momento nació un nuevo ídolo para la hinchada local: Fernando Alonso.

Caption

FOTOS: italiantestdriver , F1alDía, GPUpdate

VAVEL Logo
Sobre el autor