Apenas quedan 24 horas para el comienzo de Wimbledon. El inconfundible olor a hierba impregna Londres, sumergida ya en un ambiente tenístico sin parangón. Desde mañana lunes, y hasta el próximo 8 de julio si la lluvia lo permite, la capital inglesa acogerá el torneo por excelencia del deporte de la raqueta, donde se recuperan parte de las tradiciones más añejas del tenis. 126 años después, Wimbledon se ha convertido en referencia del deporte mundial, y encandila a jugadores y espectadores por igual. En este artículo desgranaremos algunas de las curiosidades que se encierran en el All England Lawn Tennis and Crocquet Club (conocido habitualmente como All England Tennis Club).

La hierba

Seña de identidad capital de Wimbledon, la hierba exige un cuidado minucioso para que, a lo largo de los trece días de competición, los desperfectos, inevitables, sean los menos posibles y no perjudiquen a los jugadores. Ello requiere de un arduo y mudo trabajo en la sombra de hasta cuarenta y cinco operarios que, mientras la competición parece dormir, se encargan de regar, segar y realinear el césped.

De este modo, los jugadores se encuentran siempre las pistas en las mejores condiciones posibles. Obviamente, el desgaste provocado por el juego y las zapatillas con clavos que requiere esta superficie provocan un deterioro inexorable, pero siempre minimizado por la mano y el mimo de quienes llevan años trabajando en el cuidado y el mantenimiento de las 19 pistas de que consta en All England Tennis Club. En ellas, salvo en la Centre Court y en la número 1 (usadas exclusivamente para Wimbledon y este año también para los Juegos Olímpicos), se juega dese mayo a septiembre, mes en que son levantadas por completo para volver a sembrarlas.

El citado desgaste por la pisada de los tenistas ha ido variando con el paso del tiempo y las modificaciones en el estilo de juego. Las características calvas que aparecían sobre el césped londinense formaban otrora una especie de campaña de color amarillento, por el caminar de los jugadores hacia la red. Con el auge del juego de fondo y estando el juego de saque-red en claro peligro de extinción y defendido apenas por unos pocos viejos rockeros como Stepanek, Llodra o Feliciano López, esta campana ha pasado a ser una ancha banda paralela a la línea de fondo.

La cena

Wimbledon cuida como pocos torneos a sus jugadores. Aquí no veremos a Rafa -esperemos que el manacorí triunfe de nuevo aquí- vencer, fotografiarse con Mickey Mouse y volar corriendo a preparar su siguiente torneo. El mismo día que concluye la competición se organiza una cena para los premiados, a la que todos los participantes pueden asistir hayan quedado apeados en la ronda que fuere. En esta cena de gala existe la tradición de que siempre, tanto el vencedor de la categoría individual como la ganadora de la competición femenina, compartan un baile.

No es el único evento de la organización, que también días antes del lunes inaugural lleva a cabo la Pre-Wimbledon Party, donde el protagonismo lo asumen las féminas, más radiantes incluso en este acto que en la pista. Aunque siempre hay excepciones, como la popular Mattek-Sands, quien en 2011 optó por este nada discreto modelo.

El trofeo

Aparantemente el bonito trofeo que acredita al poseedor como campeón de Wimbledon no tiene nada de peculiar. Sin embargo, hay un detalle que llama la atención en la parte superior del mismo. Se trata de una piña, que puede parecer un simple objeto más parte del trofeo pero que a priori esconde cierta historia. El trofeo permanece inalterado en su diseño desde la primera ocasión en que, con 22 hombres y un solo cuadro de individuales masculino, se celebrara Wimbledon. Por aquel entonces, era tradición que los capitanes de la marina británica, al regreso a su hogar, pusieran una piña en lo alto de los postes de su casa para hacer saber a sus vecinos de su vuelta a casa.

Aunque este extremo no está confirmado con certeza y es simplemente una elucubración de uno de los supervisores del torneo en declaraciones a CNN, parece ser la explicación más cierta al hecho de que aparezca esta piña en la parte superior de este trofeo, elaborado en plata, de 47 centímetros de alto y que es exclusivo del campeón masculino. Y es que la ganadora del cuadro femenino, en lugar de este trofeo, recibe la llamada Venus Rosewater Dish, una bandeja también de plata decorada con motivos mitológicos. Sendas réplicas de los trofeos son entregadas a los ganadores de cada edición por el Duque de Kent, quien el domingo en que se celebran las finales preside el palco de honor del All England Tennis Club.

Middle Sunday

Otra peculiaridad del torneo es la existencia del Middle Sunday. Wimbledon se trata del único Grand Slam en que no se juega el primer domingo de torneo, solamente se hace el día de la final. Tampoco empieza antes de lo debido como Roland Garros, uno de los grandes ya ha empezado varios años en las últimas ediciones en domingo, y no en lunes. Y es que, pese a las habituales inclemencias meteorológicas, se trata de mantener esta tradición del Middle Sunday, que solo se ha roto en tres ocasiones, la última de ellas en 2004.

Otra diferencia en cuanto a calendario radica en la fase previa. Mientras en los otros tres Major, así como en la totalidad de circuitos del torneo el fin de la fase previa coincide con el comienzo de la disputa del cuadro final, en el All England Tennis Club no se actúa así. Para evitar retrasos en los partidos de clasificación que se arrastren hasta el main draw, esta empieza de lunes y termina de jueves, disputándose además la última ronda de las tres de que consta la calificación al mejor de 5 sets.

Rufus el halcón

Y si antes hablábamos del mantenimiento de las pistas, no sería justo hacerlo sin mencionar a alguien que cumple una labor tan importante o más para el cuidado de las mismas como los empleados. No es otro que Rufus, un veterano halcón que actúa durante el torneo espantando a las palomas, evitando que deterioren el césped a picotazos o ensucien el blanco casi impoluto que lucen los tenistas. Durante años, fue habitual verles a ellos mismos espantarlas en ocasiones, hasta que apareció en escena Rufus para solucionar el problema. En este vídeo de la BBC se ve la historia de este halcón, un empleado más de Wimbledon.

Fresas con crema

Pero las tradiciones no terminan en los jugadores o el club. Los espectadores colaboran a formar ese ambiente especial que se percibe en la catedral del tenis, y parte de este son las típicas fresas con crema inglesas. Traídas a diario cada mañana del Condado de Kent, son el alimento preferido de nativos y visitantes, que se estima que cada año llegan a consumir una cantidad cercana a los 30.000 kilos de fresas durante las dos semanas que dura el torneo, acompañadas de más de 7.000 litros de dulce crema de Chantilly, azucarada y con un ligero toque de vainilla.

Como es lógico, además de comer conviene mojar de vez en cuando el gaznate, siempre que el particular clima londinense lo permite. Así, cuando la lluvia y el frío dan tregua, enseguida se giran los tapones de Pimm's nº1, una bebida refrescante tradicional en Inglaterra, un licor de vino con ginebra que suele mezclarse con lemonade, una bebida cítrica similar a la gaseosa española. El resultado es un vaso de refresco con alcohol y sabor dulce, que se suele servir en enormes jarras y que encanta al personal, especialmente en las tardes más calurosas.

Fotos interiores: 1 - Wimbledon, 2 - Wikipedia, 3 - CNN México.