Ocho son los torneos seguidos desde que Puebla no accede a una fase final en el campeonato mexicano. Y aunque la situación no siempre es la misma, La Franja, ya sea siendo un contendiente manifiesto o un simple espectador, lleva cuatro años en fila –con sus dos respectivos torneos semestrales– en los que, tras finalizar las 17 fechas, se conforma con ver a alguien más peleando por ganar el título.

Desde aquel ya lejano Apertura 2009, último en donde Puebla logró clasificarse, el equipo no siempre ha estado tan lejos de meterse a la famosa “fiesta grande”. Desafortunadamente, los malos manejos deportivos, los malos manejos tácticos o simplemente la pobreza de plantel, terminan por sabotear al cuadro poblano y dejarlo en la orilla.

Contraste es lo que ha vivido Lacerda en sus etapas vistiendo la Franja

Para este Apertura 2013, ya sin remotas esperanzas siquiera matemáticas de calificar, la razón del fracaso –porque después de tanto tiempo, no hay manera de justificarse– puede volver a juzgarse por alguno de los tres puntos mencionados con anterioridad. No obstante, para el anecdotario, cualquiera de las razones es tan inválida como las otras dos. La realidad es que las esperanzas, fulminadas de último minuto ante Pachuca, tienen un culpable. Un culpable de nombre “Jonathan” y de apellido “Lacerda”.

Si una palabra pudiera definir la estancia de este jugador uruguayo en Puebla, esa sería “contraste”. El sudamericano llegó a La Franja para el Clausura 2012 y rápidamente se dio a notar. Y no, no solo era su “ni tan corta, ni tan larga” cabellera que se despeinaba cada que corría. Tampoco era el hecho de portar el extrañísimo dorsal “10”, casi prohibido para un defensa central. No, Jona mostró fútbol, se manifestó como un gran líder y parecía ser esa solución que tanto le hacía falta a la defensa poblana. Es más, tanto fue el agrado de la afición por él, que al irse del equipo, tan solo un torneo después, el disgusto fue generalizado. La gente no entendía como se había dejado ir al jugador que ya se había erigido como la solución en la zaga.

Afortunadamente para la afición, la molestia únicamente duró seis meses. Y es que, después de recalar en la División de Ascenso por un torneo, Jonathan regresó a Puebla.  Entonces, aunque ya con el cabello más corto y ahora portando la camiseta número “2”, la  confianza seguía siendo la misma. Él volvía al equipo del que no se debió haber salido e iba a ser el compañero idóneo que necesitaba Jesús Chávez para cerrar con candado el arco poblano.

  

Los partidos pasaron y los resultados ya no eran los mismos. Es difícil confirmar que el “descender” una división fue lo que mermó su rendimiento. Lo cierto es que el defensa ya no aportaba tanto como un año antes.  Sus actuaciones fueron tan medianas que su torneo fue salvado en aquel partido de la Fecha 16 contra Atlas en donde, con un gol suyo, el Puebla logró librarse del tema porcentual y quedarse un año más en la Primera División.

Ahora, exactamente un torneo después, en la misma Fecha 16, la situación ha quedado definida. Puebla podría ser recordado por diversas cosas en este triste torneo, pero de entre las más célebres, los penales tan inocentemente cometidos tendrán un lugar especial. Y de entre ellos, el más especial y el más doloroso de todos, será aquel del minuto 90 contra Pachuca, ocasionado por el jugador que apenas un año atrás se había convertido en uno de los favoritos de la afición y, posteriormente, hace apenas medio año, en el héroe de la misma.

El fútbol, como la vida, da muchas vueltas. Jonathan Lacerda tal vez habrá vivido su última aparición en el Estadio Cuauhtémoc vistiendo la playera blanquiazul y la Fecha 17 bien podría marcar su salida del conjunto poblano.

Aun así, sea como sea, el uruguayo se puede sentir seguro de algo: su paso por el Puebla ya dejó huella. Tuvo pena y tuvo gloria. Y aunque en el futuro cercano se le reprochará por haber dejado “fuera” al equipo de una liguilla, el tiempo terminará por darle mucho más valía a aquella anotación –también en minutos finales– que hoy permite al Puebla seguir presumiéndose de Primera División