El 20 de marzo de 1989, en Aguascalientes, Aguascalientes, nacía un pequeño, hijo de padres norteamericanos, que como casi todo niño mexicano, tendría como sueño el convertirse en profesional del balompié azteca; se trataba de William Yarbrough, un joven que con esfuerzo, lucha y dedicación, lograría no solo cumplir su sueño, sino también dejaría huella en el futbol nacional.

A los 16 años llegó a Pachuca, equipo donde se formaría como futbolista. En sus inicios comenzó como profesional en Segunda División, donde jugó con la Universidad de Futbol, Alto Rendimiento Tuzo, Tampico Madero y Titanes de Tulancingo, convirtiéndose no solo en promesa de dicha categoría, sino en referente de los equipos que defendió, siempre destacando por sus cualidades debajo de los tres palos.

En su paso por los Tuzos, tuvo la oportunidad de no solo compartir vestidor, sino entablar una buena amistad con Miguel Calero (QEPD), de quien afirma aprendió muchísimas cosas, desde la dedicación hasta la humildad, siempre característica del ‘Cóndor’.

Fue la misma leyenda de los Tuzos, quien recomendó a Yarbrough partir al Bajío, donde no solo “probaría suerte” con León, sino a la larga, terminaría siendo un referente para la afición esmeralda.

Para el Apertura 2012, William llegaba a Guanajuato, con la misma ilusión que de pequeño, pero mucho más maduro, con mayor experiencia y con la humildad que debe caracterizar a todo profesional. En su primer torneo con la Fiera, se adueñó de la titularidad con el equipo Sub-20; sus actuaciones convencieron al estratega Gustavo Matosas, quien le dio la oportunidad de debutar en Copa MX ese mismo certamen ante Dorados de Sinaloa el 24 de Julio del mismo año.

Para el Clausura 2013, pese a comenzar el torneo con la Sub-20, poco tardó en formar parte del primer equipo, como suplente de un cancerbero de la experiencia de Christian Martínez. Para la segunda mitad de ese mismo torneo, William cumpliría un sueño, debutar en Primera División y de qué manera, el cancerbero de 24 años de edad, se aferró a la titularidad y terminó el certamen ganándose no solo la confianza de Matosas, sino también de la afición de la Fiera.

Para el recién terminado Apertura 2013, León tuvo un torneo de ensueño, pues en la mayoría de sus partidos ofrecía un espectáculo que aficionados propios y extraños agradecían, aumentando las expectativas de un equipo que no tenía mucho que recién conseguía el ascenso y que, en ese entonces, día con día se convertía en favorito no solo a calificar, sino a pelear por el ansiado título.

Con figuras de la talla de Rafael Márquez, hombres de experiencia como Magallón, revelaciones como ‘Gullyt’ y Montes, aunados a extranjeros con un gran nivel, tal es el caso de Burbano, Britos, Arizala y Boselli; las críticas para Will no tardaron en llegar, cuestionando la calidad del hombre que defendía el arco leonés, pues pese a que había tenido buenas actuaciones, muchos lo etiquetaron como el “eslabón débil del equipo”.

Sin embargo, semana a semana, Yarbrough fue callando bocas a propios y extraños, demostrando el porqué era titular y junto con el gran equipo que formó Matosas, lograron sin problemas calificar a Liguilla.

El primer reto se llamaba Morelia, rival que en el juego de ida se le indigestó a la Fiera y que pese a la superioridad mostrada en la cancha, se fueron de Michoacán con un empate a tres. Para la vuelta, Yarbrough hizo su parte y aunado a la contundencia de León, golearon al cuadro michoacano, despejando todas las dudas que habían surgido en torno al equipo.

El segundo sinodal era Santos Laguna, tal vez el equipo más regular a lo largo del torneo, que cada que se paraba dentro del terreno de juego, mostraba un equilibrio en todas sus líneas, sin embargo, no fue rival para la Fiera. En la ida, los Esmeraldas vapulearon al cuadro santista y en el juego de vuelta, con Yarbrough como figura, finiquitaron el asunto consiguiendo el pase a la ansiada final ante el líder del torneo, las Águilas del América.

Era el momento de Yarbrough, una buena actuación podría catapultarlo a la historia del equipo y del futbol mexicano, pero un error, podría manchar el resto de su carrera. La presión estaba en él, por ser de los hombres con menor experiencia del equipo, sin embargo, pese a tener un marcador contundente, la serie no fue fácil para la Fiera. América no se cansó de llegar, así como William de salvar a su equipo. Tanto en el juego de ida en el Nou Camp, pero sobre todo en la vuelta en el Coloso de Santa Úrsula, Yarbrough no solo se vistió de héroe ante cerca de 100 mil espectadores, sino también confirmó la realidad del momento que atraviesa y la calidad con la que cuenta.

Esa tarde, el futbol hizo justicia y William pudo levantar la copa, colgarse la medalla de Campeón y festejar como si no hubiese mañana; lo merecía, el logro era del equipo pero probablemente sin él, las cosas pudieron haber sido diferentes. Hoy más que nunca, William vive su sueño, que día con día le da frutos pues con sus buenas actuaciones no luce lejana una convocatoria con la Selección Nacional y en vísperas de Brasil 2014, todo puede pasar.