Con la final de la Copa del Mundo Sub 20 fue imposible no detenerse ante las lágrimas de los jugadores de Serbia que consiguieron el primer campeonato de todas las categorías para un país que ha estado en constantes cambios geográficos, políticos, económicos y culturales.

El partido fue reñido, casi tanto como también el duelo que disputaron en los Octavos de Final, un encuentro que los puso cara a cara con una selección que no parecía tan fuerte en el papel: Hungría.

Tal vez el papel de los húngaros no se quedó impreso en los recuerdos de muchos, pero su estilo de juego y la entrega en cada jugada, hizo recordar aquellos nombres tan galardonados que permitieron que el país con las franjas verticales, que tienen los mismos colores de la bandera mexicana, se instalara en los primeros puestos dentro del futbol a nivel internacional a mediados del siglo XX.

Después del primer logro conseguido por los 'magiares', el subcampeonato de la Copa Mundial Francia 1938, comenzó a fraguarse el precedente del futbol total que se vería por primera ocasión en las piernas de los jugadores de Europa del Este. Fue hasta 1954, cuando los húngaros pudieron alcanzar nuevamente el partido final, pero otra vez fueron relegados al segundo sitio, ante una sorpresiva Alemania que buscaba vengar lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial.

Aquella Hungría dio nombres tan importantes como Bozsik, Czibor, Kocsis, y el líder del 'Equipo de Oro' y artillero del Real Madrid de los años 60, Ferenc Puskás.

El gran nivel de los húngaros, que llegó a conocerse en todo el orbe, y la Revolución de 1956 fueron factores determinantes para la emigración de los jugadores a distintas partes del mundo.

"Los primeros dos títulos que obtuvo el Club Universidad Nacional se obtuvieron de la mano de dos directores técnicos procedentes de la tierra de Puskás: Árpád Fekete y Jorge Marik".

Las primeras estrellas venían de Oriente

El primero, Árpád Fekete, tuvo la oportunidad de contribuir para la leyenda magiar al ser convocado en 1940 a la Selección de Futbol de Hungría. Como jugador, estuvo en su país natal, Rumania, Italia y finalmente en Francia. Para el año de 1954, consiguió su título como entrenador y viajó a Estados Unidos para buscar suerte, pero sería el futbol mexicano quien le daría una gran acogida.