La mística de América se cuenta con una fórmula exitosa que le ha dado campeonatos a lo largo de sus casi 100 años. Cimentando el plantel con jugadores extranjeros, no obstante existe otra arista en la historia, jugadores nacionales que en base a buen fútbol y un extra que solo ellos tuvieron pudieron dar un salto a la historia del equipo más ganador de México.

Es el caso de Juan 'Che che' Hernández que pese a no haber nacido futbolísticamente en el nido de Coapa, supo ganarse el corazón y la admiración del americanismo con su juego vertical, sin duda un adelantado para su época. Juan debutó con Necaxa y posteriormente pasó a formar parte de las Águilas en el año de 1988 hasta 1996, a la postre teniendo una segunda etapa en 1998 acumulando un total de 260 partidos marcando un total de 13 goles vistiendo la camiseta azulcrema.

Aquel lateral poseía una proyección envidiable para su época y aún para los jugadores de la actualidad, pocos jugadores en el mundo tienen el don de avanzar como locomotoras partiendo todo el terreno a su paso como lo hacía 'Che che' quien alcanzó su mejor nivel futbolístico bajo el mando táctico del mítico entrenador holandés Leo Beenhakker, quien supo sacar provecho y pulir las condiciones exquisitas del jugador mexicano.

Pese a ser una persona de aparente perfil bajo y tímido tono al hablar con los aficionados siempre manejando una humildad y sutileza que solo los grandes tienen. Juan se transformaba en una bestia apenas saltaba a la cancha, pocos jugadores saben lo que es sudar la camiseta como 'Che che', que hacía parecer simple la función de ida y vuelta que desempeña un lateral.

Juan Hernández es parte del 11 ideal de América, por su garra, su fútbol y quizá por el gol que más recordará el americanismo de aquel lateral; el gol que le hizo a Cruz Azul en la final de vuelta en el Coloso, con un disparo que pasó en medio de las piernas del arquero cementero yéndose al fondo para que Juan corriera a la tribuna festejando cual seguidor azulcrema. Con América ganó Copas de Liga, Campeón de campeones, CONCACAF y por si fuera poco Copa Interamericana, pero sobre todo logró lo que pocos privilegiados consiguen; inmortalizarse en un número, porque cada vez que un americanista ve el #2 en una camiseta recuerda con mucho cariño y admiración a Juan Hernández.