Se coloca frente a la camiseta que usó cuando ascendió con los Rayos en 2016, sonríe y suspira. A Yosgart Gutiérrez (Guasave, Sinaloa; 39 años), se le asoma la incertidumbre por los ojos. Recién acaba de anunciar su retiro como jugador profesional de futbol. El ahora exarquero, que jugó para cuatro equipos en el fútbol mexicano, charla de la vida, la pelota, su familia y el futuro que le espera ansioso. “Denme un papel higiénico porque creo que voy a llorar”, advierte antes de comenzar con la entrevista en la comodidad de su casa.

Nunca olvidará aquel 2008 de tantos cambios, y donde la pelota le jugó una mala pasada en la Final contra Toluca cuando jugaba para Cruz Azul: “Es parte de mi historia este hombro salado. Me va a doler toda la vida ese travesaño y mi hombro”. Yos, como le dicen sus amigos, seguirá dentro de la vida del futbol, y lo tiene muy claro: “No es un adiós sino un ‘nos seguimos viendo’”.

Pregunta. Cuando Gabriel García Márquez escribió la primera parte de su autobiografía, comenzó con una primera frase: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. ¿Cómo recuerda que fue su carrera como futbolista profesional?

Respuesta. La voy a recordar como una carrera muy larga, con éxitos y con tropiezos, como es el futbol. Pero una carrera llena de frutos. Me dejó amistades. Muchos compañeros pero te deja pocos amigos. Tengo el orgullo y satisfacción de decir que a lo largo de mi carrera he recolectado algunas amistades importantes. En lo deportivo, gracias a Dios tuve momentos importantes. En Cruz Azul pasé muchos años con momentos importantes, pero sin duda aquí en Necaxa fueron más los logros, a pesar del poco tiempo. La voy a recordar con mucho cariño.

P. ¿Si tuviera 15 años de nuevo, volvería a ser futbolista?

R. Sí, sin duda. Si volviera a nacer, volvería a ser futbolista. Bueno, lo intentaría. Porque lo intenté con la convicción de llegar, porque no sabía que lo iba a lograr. Uno no sabe a ciencia cierta, porque hay muchos factores que lo pueden impedir. Siempre tuve en mi mente el propósito a pesar de los obstáculos que te pone la vida. Gracias a Dios, a mis padres, pude hacer una carrera larga. Gracias a mucha gente que estuvo a mi lado para ayudarme a realizar mi sueño.

P. ¿Sería portero otra vez?

R. Sería portero, otra vez. En mis inicios fui centro delantero, un goleador. Pero la portería me llamó y me enamoró, y me quedé ahí.

P. ¿Qué le dice el nombre de Sergio Markarián?

R. Me dice mucho. Fue la persona que me dio la oportunidad que tanto esperé. Que tanto deseaba. Que no sabía que iba a llegar. Llegaron momentos de desesperación porque me decía “tantos años y no llega y no llega”. Gracias a él pude realizar un sueño. Voy a vivir eternamente agradecido con el profe Markarián. Él sabe; siempre que tuve la oportunidad de decírselo, lo hacía. Sabe que tiene un lugar muy especial dentro de mi corazón. Creo que no defraudé de esa confianza que él puso en mí.

P. ¿Le recuerda algo aquel 10 de febrero de 2008, 4 de la tarde, Estadio Victoria en Aguascalientes, Necaxa – Cruz Azul, y Sergio Markarián le dice que va de titular?

R. Me habló mientras yo estaba acostado en la concentración en el hotel. Me dice “¿Cómo estás?” y le respondí “¡Bien, profe, ¿y usted?”, y me responde: “No, ¿Qué cómo estás para jugar?”, “¿Cuándo?”, le dije. Nunca me imaginé que me dijera que ahora. Tartamudeé, me puse nervioso, se me subía y bajaba la sangre. “Bueno, vas a jugar”, me dijo. Fue un momento que no lo voy a olvidar nunca.

P. ¿Lo esperaba?

R. No lo esperaba. Digo, estaba esperando la oportunidad durante mucho tiempo, pero en ese momento no me lo esperaba porque el Conejo jugaba todo. A Óscar no le pegaba ni una gripa, no le pasaba nada. Parecía de metal. Ese día creo que se enfermó, y por fin pude debutar aquí en Aguascalientes.

P. ¿Qué vio ese día?

R. Vi a Walter Gaytán venir frente a mí en la primer jugada. La primera jugada que tuve en Primera División fue un penal y se lo cometí a Walter Gaytán. Era un jugador muy vivo. Yo salgo, él arrastra el pie, hago contacto y marcaron penal. Se me vinieron un montón de cosas a la mente: “Me van a expulsar. Me van a sacar”. Estaba muy nervioso, pero conforme fue pasando el juego, me sentí más tranquilo.

P. Linda coincidencia, ¿no?... Debutar contra Necaxa y retirarse con Necaxa.

R. Sí, lo hablé con muchos amigos. En mi carrera ha habido algunas coincidencias como esa. Mi primer partido fue aquí en Aguascalientes con los Rayos. Cuando uno está joven no piensa en el retiro, pero nunca pensé que la vida me fuera a traer aquí a Necaxa. Es algo coincidente, quizá así lo deparó el destino, que mi primer partido haya sido aquí y después, yo me haya retirado aquí.

 

P. ¿Qué fue lo más doloroso que pasó para alcanzar tu sueño?

R. Sin duda, mis padres. Mi familia. Mi hermano nació cuando yo llevaba un mes fuera de casa. (Solloza), eso fue lo más difícil.

P. ¿Complicado haber abandonado la casa de sus padres?

R. Muy complicado –lo dice entre lágrimas–. Tenía 16 años, y la verdad siempre fui muy apegado a mi mamá sobre todo. A todos. Hasta el día de hoy los extraño mucho –sigue llorando–.

P. ¿Fue el 2008 el mejor año en su carrera profesional?

R. Fue uno de los mejores. Estuvo lleno de emociones, de muchas cosas. Debuté, jugué dos finales. Creo que sí, fue uno de mis mejores años, sin duda. Alcanzar todas esas cosas en tan poco tiempo fue algo muy importante para mí. Va a quedar grabado en mi carrera y mi corazón.

P. ¿Aún le duele aquel pelotazo al travesaño y luego que pega en su espalda y es gol en la Final contra Toluca?

R: Ja, ja, ja, todavía. Me sigue doliendo. Todavía la gente me lo sigue recordando, algunos hasta reprochando. Pero es parte de la historia de Cruz Azul. Es parte de mi historia este hombro salado (se señala la articulación). Me va a doler toda la vida ese travesaño y mi hombro.

P. ¿2008 o 2016?

R. ¿No me puedo quedar con los dos? Cada etapa es importante y el 2016 también fue muy importante. Me volví a valorar como jugador, como futbolista. El venir a Necaxa fue una de las cosas más importantes que me pasaron en mi carrera. Fue un total acierto. Muchos me dijeron que no viniera porque era Liga de Ascenso, pero yo quería jugar. Demostrar que todavía podía jugar. Que lo podía hacer bien. Venía de jugar en Pumas. Jugué algunos partidos de Copa. Llegamos a la Final. Tuve esa suerte de que en los equipos en los que estuve, pude llegar hasta la Final. Por diferentes razones me voy sin un campeonato de Liga en Primera División. Eso puede ser una espinita clavada. Pero el 2016 me trajo un montón de alegrías, me trajo de nuevo al mundo del fútbol.

P. ¿Su carrera vivió un segundo aire cuando ascendió en aquel 2016?

R. Sí, totalmente. Ese año me colocó otra vez en el plano. Antes de venir acá, lo platiqué con mi esposa. Yo no quería venir, todavía tenía contrato con Cruz Azul, pero sentía la dificultad para colocarme en algún otro equipo. Es algo que siente y ve el jugador. En Cruz Azul estaban todas las plazas llenas. Entonces sabía que iba a ser difícil y pensé en el retiro. Fue algo que platiqué con Gloria (su esposa) y me dijo: “Vete. Es la última oportunidad”. Ella fue la que me convenció de venir porque le dije que si ella me pedía que me quedara, lo hacía. Estábamos en Tijuana cuando pasó esto. Por ella fue que pasó todo esto del 2016. Todo lo que pasó ese año se lo debo a Gloria, porque ha estado en las difíciles y en las más difíciles.

P. ¿Cómo piensa que es el retiro?

R. Muy jodido. Uno como jugador no quiere que llegue este momento. No quería retirarme, pero entiendo las etapas de la vida. Ya casi llego a los 40 años, no soy un jovencito. Es difícil competir con un joven de 20 o 21 años. Uno como veterano tiene experiencia, pero hay que entender las etapas de la vida. Me llegó y lo estoy asimilando bien. Creo que me he preparado para este momento. Me puse a estudiar para ser Director Técnico, y estoy por concluir. Uno siente que se va acercando y fue cuando decidí meterme a estudiar, para, cuando yo me retirara, tener la escuela acabada y seguir en el mundo del fútbol. El retiro es complicado, duro, difícil. Te cambia la vida, porque tienes 22 años haciendo y lo mismo, y de repente se acaba. Es un momento difícil.

P. ¿Ya lo venía planeando?

R: Sí. He tratado de alguna u otra manera poder asimilarlo de mejor manera. Muchos me decían que ya casi se acercaba la hora. Es muy duro. Cuando se hizo oficial pues pegó muy fuerte pero gracias a Dios tengo personas a mi lado que me ayudan.

P. ¿Le da miedo o incertidumbre el cómo serán sus días de hoy en adelante?

R: Incertidumbre y emoción. Son sentimientos encontrados porque me duele dejarlo. Nunca lo voy a dejar, pero me duele salir de la cancha, digámoslo así. Pero me emociona, al mismo tiempo, saber que voy a poder ayudar a los jóvenes. Se cumplen ciclos y se cierran etapas pero los jóvenes vienen creciendo y hay que ayudarlos.

P. ¿Qué es lo que más va a extrañar de la vida del fútbol como jugador en activo?

R. El ambiente del vestidor. Los compañeros y las risas. Las concentraciones. Un montón de cosas. Los utileros, a todo el mundo. Ya los estoy extrañando con todo esto de la cuarentena. Siempre traté de ser una persona alegre. Abrazar a un compañero cuando anotaba un gol o que alguien atajara un penal, cosas así. El estar ahí dentro de la cancha, el nervio, todo eso se va a extrañar bastante.

P. ¿Cuál fue el momento más emblemático que vivió como jugador?

R: Cuando debuté con Cruz Azul. Son momentos que me voy a llevar a la tumba. Las finales de Cruz Azul, el travesaño, la espalda. Son momentos que se te quedan tatuados en el corazón. El levantar el trofeo del Ascenso con Necaxa. Las Finales con Necaxa. La Copa que no me dejaron jugar. Me llevo muchas cosas y momentos emblemáticos. Ahora son recuerdo y ahí van estar.

P. ¿Cuál fue el momento más crítico que vivió como jugador?

R: Mi paso por el Atlante. Me trataron muy mal. Hay que decirlo y siempre lo he dicho, nunca me lo he escondido. Descendimos. Era un equipo que, cuando yo llegué, pues la verdad ya estaba mal y lo digo con todo el respeto para la afición. Los manejos de ese gran equipo no creo que fueron buenos. Prefiero no ahondar en el tema, por respeto a la afición, pero los manejos no fueron los mejores. Fue algo muy difícil para mí. Era el infierno para mí, había veces que no podía ni dormir porque no sabía que iba a pasar, porque no nos pagaban. Ibas a hablar con los directivos y te mandaban por un tubo. Ahí están los resultados.

P. ¿Qué sentía cuando todo el Victoria coreaba su nombre?

R. Una emoción tan grande. Es lo mejor que le puede pasar a uno como futbolista, que un estadio grite tu nombre y te aplauda, que sean gritos de aliento y agradecimiento. La afición siempre me abrió los brazos desde que llegué a Aguascalientes. Desde el primer partido que fue, precisamente, contra Atlante hasta el sol de hoy me han tratado con mucho cariño y respeto. Para la gente de Necaxa hay palabras de amor y agradecimiento, siempre.

P. ¿Después de tanto tiempo, Cruz Azul ya no volvió a tocar a su puerta?

R. Sí, sí tocaron. Hace dos años estuve a punto de regresar a Cruz Azul. No se dieron las cosas, pero estuve a punto de volver. Pero tengo excelente relación con ellos. Salí bien. Les tengo un enorme cariño y un agradecimiento infinito. Y claro que me gustaría volver, es mi casa, al igual que aquí. Me gustaría volver, quizá y espero en algún futuro poder volver a La Noria.

P. Su padre se jubiló luego de 28 años prestados al servicio del Seguro Social, ¿le ha hablado del retiro, cómo le dice que es?

R. Hablamos mucho antes de que él se jubilara. Faltaban años para que eso pasara y me decía: “Te vas a jubilar junto conmigo”, porque calculábamos los tiempos. Yo le respondía que sí. “Cuando tú te jubiles, yo me voy a retirar”, le decía. Yo tenía planes de decir adiós a mis 38 años. Pensaba que era una buena edad y que estaría listo para esto. Se jubiló mi padre pero yo no, a mí faltaba un poco más. Le gané por un añito y más.

P. ¿Le gustaría volver a la casa de sus padres?

R. Claro que sí. Me gustaría volver, pero de visita. Las cosas son muy diferentes de cuando me salí. En mi mente siempre estuvo ayudar a mis papás, que lo sigo haciendo. Ahora la mentalidad es otra, tengo otras responsabilidades. Siempre es bueno volver al lugar donde inició todo.

P. ¿Qué le dijo su madre cuando tomó la decisión de ponerle punto final a esto que le hizo irse de casa cuando era un adolescente?

R. Me dijo que estaba muy contenta y orgullosa del hijo que tiene. Que estaba muy orgullosa de mí porque había logrado lo que yo quería ser. Me dio muchos ánimos porque me quedaba una carrera muy larga de este lado. Que estaba seguro que iba a ser muy exitosa o más de la que tuve como futbolista.

P. ¿Qué le dijo su madre cuando se fue de casa en busca de un sueño?

R. Que me fuera con el dolor de su alma, así como estoy ahorita –llorando–, así estaba ella. “Vete”, me replicó. Si hoy uno de mis hijos me dice que se va, yo le digo que no porque es muy duro dejar ir a un hijo solo a buscar su sueño. Yo siempre voy a estar eternamente agradecido con mis padres porque me dieron la vida y porque después me dieron las alas para que buscara esto. “Vete a buscar tu sueño. Cuídate. Sabes lo que está bien y lo que está mal. Estarás un poco chico, pero te hemos enseñado lo que está bien y mal. Nadie te va a cuidar. No voy a estar yo y tampoco tu papá, así que te las vas a tener que arreglar tú solo. ¿Puedes? Pues que te vaya bien”, me dijo.

P. ¿Estuvo a punto de romper con todo y regresar a casa?

R. Mi papá me acompañó en aquella ocasión, pero duró solo una semana conmigo. Me dijo que se regresaba porque ya no aguantaba el frío. Somos un lugar donde la tierra es muy caliente. Él dormía con botas y pantalón vaquero para protegerse. “Ya me voy, no aguanto el frío”, me dijo y luego me volvió a preguntar: “¿Te vas conmigo o te quedas?”, y yo por dentro quería decirle que sí, que nos fuéramos. “No, aquí me voy a quedar. Que te vaya bien”, le dije en ese momento. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, pero eso fue hace 22 años. Mi papá cerró la puerta de ese lugar donde estábamos en el Ajusco y sentí que se me venía el mundo encima, pero pues era lo que yo quería y tenía que hacerle frente a todo lo que mi madre me dijo en Sinaloa.

P. ¿Qué le dijo tu madre cuando alcanzó su sueño?

R. “Yo sabía que lo ibas a hacer, nunca tuve dudas”, me dijo. A los pocos meses de que me fui, le escribí una carta donde le decía que en cualquier momento ella me iba a ver en la tele y que iba a ser jugador profesional. Tenía como un mes que me había ido de la casa. A los años se encontró la carta y me la mostró. “Sí lo cumpliste”, me dijo. Esa carta la guarda como uno de sus tesoros más preciados. Cada vez que voy a su casa, me la enseña.

P. Su esposa le vio jugar, ganar y perder. Sus hijas aún estaban algo pequeñas, ¿cómo le gustaría que le recuerden ellas?

R. Primero que nada, quiero que me recuerden como un buen padre. Un buen esposo. Un buen ser humano y después como un jugador. No sé si mis hijas e hijos alcanzaron a entender lo que su papa hacía. Cuando me vieron ganar el Ascenso, no sé si ellos tuvieron ese poder de entendimiento porque estaban aún muy chicos. Pero con el paso de los años se van a dar cuenta. Mis hijos ya están grandes y saben a lo que se dedicaba su papá. Mis hijas me han llenado de abrazos desde que anuncié mi retiro y hasta hoy. Siempre voy a preferir que me vean como un buen papá y después como un buen jugador.

P. Después de esta decisión tan fuerte, ¿visitará a San Judas Tadeo en la Ciudad de México?

R. Sí, por supuesto. En cuanto tenga la oportunidad vamos a ir. Le debo un montón de cosas. Siempre le estoy agradeciendo y pidiendo salud, sobre todo para toda mi familia y gente muy cercana. Me ha dado trabajo durante muchos años porque también se lo he pedido. Cuando estuve en Atlante, le lloraba y lloraba y me ayudó. Esa es mi fe y mi creencia, entonces, le debo muchísimo.

P. Está por obtener el grado de Director Técnico, ¿se ve dirigiendo a un equipo de fútbol profesional en Primera División?

R. Aún no. Es muy rápido. Siento y creo de que tengo que aprender mucho. He estado estudiando y dándole duro porque son los últimos días. Pero en un futuro sí me gustaría verme en la banda dirigiendo a Necaxa. Claro, si me pones a escoger pues decidiría entre Necaxa y Cruz Azul. Esos son mis dos equipos y me encantaría dirigirlos.

P. Pasó muy malas noches en otros equipos, pero ¿volvió a creer en el fútbol durante aquel mes de mayo del 2016?

R. Sí, volví a creer en él y completamente. Fue como el ejemplo del Ave Fénix. Venía por una oportunidad a Necaxa. Volví a creer después de todas esas malas noches y malos ratos en los que no encontraba equipo. Sí volví a creer en él.

P. ¿Qué daría por volver a tener 20 años atrás?

R. Si pudiera regresar el tiempo, quizás cambiaría algunas malas decisiones que hice en la juventud y por la inexperiencia. Pero estoy contento con lo que hice, con lo que llegué a hacer. Pude haber sido un buen o mal jugador. Un buen o mal arquero, no lo sé, la gente lo podrá decir. Pero lo que sí es que me partí el alma y defendí las camisetas que porté con el corazón. Nadie me puede reprochar que no puse lo que se tenía que poner en algún partido. El esfuerzo, las ganas y la garra nunca faltaron en mi carrera. Por ese lado me voy tranquilo. Satisfecho. Quizá lo que me faltó fue ser campeón de Liga. Me hubiera encantado ser campeón de Liga con Cruz Azul y Necaxa. Estuve en muchas finales, jugando y no jugando. En Cruz Azul creo que fueron ocho, entre Liga, Copa y Concacaf.

P. ¿Algo que le quiera decir a la pelota?

R. Hasta pronto, no me puedo despedir de ella. No podré despedirme de ella nunca. Ni decirle adiós tampoco. Solamente dejo de ser jugador, pero el amor por la pelota y portería está ahí y aquí –señala su corazón– intacto, y me lo voy a llevar para toda mi vida. He trabajado y me he preparado para estar cerca de ella. Desde afuera ahora, pero cerca de ella, de los guantes, de la portería, para seguir oliendo el pasto. Estoy muy agradecido con la familia Necaxa. No es un adiós, sino un “nos seguimos viendo”.