Con la cabeza viendo hacia abajo, así terminó el torneo para el Necaxa. Los jugadores no tuvieron voz ni cara para ponerse de frente a un rival como el de anoche.

Pero no solo fue ayer, fueron diecisiete jornadas de desajustes muy notorios, solo con chispazos que aumentaban la incertidumbre y entorpecían el contexto. Más aún, no fueron solo diecisiete juegos, sino treinta y cuatro, con el pesimismo impreso en un jersey que, por si fuera poco, ya con eso no podría "lucir".

Con un 30% de efectividad en el año, Necaxa vendió jugadores, vendió lealtad y vendió aspiraciones que hoy lo dejan en la orilla. 

Justo el torneo anterior, el club venía de dejar en el historial su peor torneo desde su nacimiento. Ahora, con un funcionamiento que estuvo un escalón debajo del otrora certamen, tampoco tuvo los méritos para acceder a una fase final a la que califica el 67% de los clubes de la liga.

Y no, no nos engañemos, no son solo las diecinueve derrotas del 2021, sino la ineficacia e inoperancia que hay desde muchos sectores, que van desde la cancha hasta fuera de ella. 

La gente ya alza la voz, pero no para gritar en los estadios palabras prohibidas y ya citadas (aunque a más de alguno no le falten ganas), sino para hacer sonido en las altas esferas del club, que necesitarán escuchar y transmitir todo lo que se habla.

Necaxa se queda en la orilla de este torneo, recibiendo el último clavo del ataúd de un ex jugador que —por cierto— también se fue vendido de ahí, así como hoy se vende el escudo y los colores, quedando a merced del mejor postor, que esperemos llegue pronto a cambiar las cosas.

Por segundo torneo consecutivo, el club cierra con una derrota por goleada, dejando claro que la pesadez y la indiferencia son signos habituales de un torneo que nunca pudo levantar.

Cambio de timonel, cambio de jugadores, cambio de uniformes... fueron muchos detalles que hacen de este club un vaivén de emociones en la afición, una afición que sigue de pie, pero que está malherida.

Pero esa afición no agacha la cabeza, ellos tuvieron un papel más digno y se merecen un replanteo de las cosas. A pesar de que su emoción no fue correspondida, ellos seguirán apoyando y esperando un año más para —pase lo que pase— seguir ilusionándose con este Necaxa.

¡Fuerza Rayos!