Las trayectorias de éxito más profundas y grandiosas pueden comenzar de maneras tan asombrosas como inexplicables; la historia de Paola Espinosa, es una de ellas. El pavor al agua terminó por convertirse en la pasión más grande para una de las leyendas de la natación y del deporte en México. Sin embargo, además de un profundo trabajo y dedicación, la evolución de Paola no hubiera tenido tal alcance sin Ma Jin, su formadora.

Mientras mira a la alberca, Paola nos cuenta sobre sus inicios, su carrera, su fundación y la manera en que, desde su trinchera, ha decidido ayudar y poner un granito de arena en pro de la niñez mexicana. Una charla enriquecedora y diferente, en la que no ha existido un instante donde Paola haya dejado de sonreír.

Pregunta: ¿Cómo es un día en la vida de Paola Espinosa?

Respuesta: “Normalmente empezamos en la alberca a las 9 de la mañana y hacemos un poco de gimnasio, que no es el mismo al que todos conocen en donde corres y haces pesas. El gimnasio de clavados es diferente; hay una cama elástica donde brincamos, hacemos mortales, ocupamos una tarima con colchones, trampolín, un cinturón que, con ayuda del entrenador, simulas el clavado de cabeza. Después entramos a la alberca de a eso de las 10:30 de la mañana hasta las 2 de la tarde”.

P. Comenzaste a los 7 años, pero antes de que por tu vida cruzara la idea de hacer esto, ¿cuál es tu primer recuerdo relacionado con una alberca?

R. “Yo le tenía pavor al agua. Fui el trauma de mi papá porque él fue nadador durante muchos años, se dedicaba a dar clases y a entrenar al equipo de natación de Baja California Sur. ¡Imagínate, él nadador y su hija no podía ni tocar el agua! Ese es mi primer recuerdo. Después, mi papá me obligó a aprender a nadar, porque Baja California está rodeado de mar, me dijo que era por seguridad. Recuerdo que me aventaban a la alberca y yo manoteaba como gato y le hacía como podía. Una vez que aprendí a nadar, recuerdo perfectamente mi primer clavado desde el trampolín de un metro. Y después desde la plataforma de 10m con mi hermana, tomadas de la mano; yo tendría 5 ó 6 años”.

P. Una vez que comenzaste, siendo una niña, ¿pensaste en que te ibas a dedicar a esto los próximos 20 años de tu vida o todo comenzó como un simple juego?

R. “Todo comenzó como hobby. Yo no empecé a hacer deporte porque quisiera, porque lo pidiera o porque me imaginara en unos Juegos Olímpicos. Llegué al deporte porque en mi casa ya no me aguantaban, era muy hiperactiva y tenía problemas de conducta en la escuela. Un doctor me diagnosticó déficit de atención; entonces, mis padres decidieron no darme medicamento y optaron por mandarme al gimnasio para que hiciera todo el deporte posible y llegara tranquila a casa. Hoy te puedo decir que funcionó. Hice todos los deportes, pero el que más me gustó fue clavados. Empecé poco a poco y como un juego, porque me divertía y me llevaba muy bien con mis compañeros, pero sí me di cuenta que me resultaba más fácil hacer los clavados que me pedían, que al resto de los niños, porque no me daba tanto miedo. Mi primera competencia fue aquí, en la Ciudad de México, con clavados muy sencillos; recuerdo muy bien que no gané, obtuve dos segundos lugares. Mi mamá me vio llorando y me preguntó por qué estaba triste si había quedado en segundo puesto, y yo le dije que quería ganar la medalla amarilla (oro). Fue en ese momento que mi mamá me dijo que si quería obtener esa medalla tenía que entrenar, que obedecerla, comer bien; todo lo que te dicen las mamás. Así fue como empecé en clavados, hasta que a los 11 años me llaman para formar parte de una selección infantil y juvenil en la Ciudad de México. Mi mamá me dijo "si quieres ir, te vas sola". En ese instante le dije que sí, que quería ir a unos Juegos Olímpicos y que me veía haciendo esto durante toda mi vida”.

P. ¿Quiénes fueron tus instructores en los clavados?

R. “En Baja California tuve entrenadores cubanos. En el DF, empecé a entrenar con Francisco Rueda; estuve con él muchos años. Y después de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, comencé con quien, hasta hoy, es mi entrenadora: Ma Jin. El mayor acierto que pasó en mi vida y la mejor decisión que pudo haber tomado la CONADE (Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte) es haberla traído y encaminarme junto a ella”.

Lee el resto de la entrevista en la nueva e interactiva VAVEL Magazine MX haciendo click en la imagen inferior. Al final de la entrevista, Paola quiere que escuches el consejo que tiene para ti.