Volver a empezar, sí, has leído bien, volver a empezar. Esa es la triste realidad a la que debe hacer frente el Sporting de Gijón y, como no podría ser de otro modo, su inseparable afición, que el próximo año se dejará notar por los campos de la división de plata del fútbol español.

La temporada, tal y como demuestran los números, no ha podido ser peor. El Sporting cayó eliminado de la Copa a las primeras de cambio, una competición que ilusiona especialmente en Gijón por las finales perdidas a principios de la década de los 80 ante el Fútbol Club Barcelona y el Real Madrid.

No obstante, la eliminación copera frente al Eibar podría haber sido una mera anécdota si no llega a ser por el dantesco espectáculo futbolístico con el que los hombres dirigidos entonces por Abelardo y, más adelante, por Rubi estaban deleitando a la Mareona, también en la liga. Al término de las 38 jornadas los asturianos sumaron un total de 31 puntos. En una de las temporadas donde la salvación ha estado más 'barata' (35 puntos cosechados por el Leganés), el cuadro rojiblanco ha hecho el ridículo y, como no podría ser de otra forma, desciende al infierno de la Segunda División.

Lo que mal empieza…

Desde el verano pasado, la parroquia rojiblanca ha visto como el sueño de un Sporting grande, un Sporting de primera, con una base de jugadores de la casa, de Mareo, que defendían el escudo hasta el último aliento, se iba poco a poco esfumando.

Jugadores de peso como Jony, Bernardo o Luis Hernández abandonaban la disciplina rojiblanca por la puerta de atrás después de una nefasta gestión que les permitía salir a coste cero. A la vista está, sus sustitutos no han sido capaces de llenar el vacío que estos dejaron.

Jony salta al campo para enfrentarse al Málaga en la temporada 2015-2016 // Imagen: Carlos Martínez

No solamente se marcharon las grandes figuras del equipo, sino que jugadores más humildes pero igual de importantes en el regreso a la Primera División, como Guerrero, Pablo Pérez o Álex Menéndez, también se veían obligados a hacer la maleta y dejar atrás Gijón en busca de una nueva oportunidad de triunfar en un mundo tan falto de memoria como es el fútbol.  

Llegaron entonces los Amorebieta, Moi Gómez, Víctor Rodríguez, Afif o Borja Viguera, entre otros. Un total de 13 incorporaciones, que ascenderían a 16 en el mercado invernal. El Sporting había iniciado, de acuerdo con las palabras de Javier Fernández, máximo accionista del club, su particular 'crecimiento sin retorno'. Una auténtica revolución que, a la vista está, ha acabado como el rosario de la aurora. ¡Qué lástima!

Un inicio esperanzador

Al César, lo que es del César. El arranque liguero del Sporting fue realmente bueno. En la primera jornada, los rojiblancos recibían la visita de uno de los históricos de la Primera División como es el Athletic. Contra todo pronóstico, los pupilos de Abelardo cuajaron un gran encuentro tanto en defensa como en ataque y se acabaron imponiendo al conjunto vasco por dos goles a uno.

Celebración del primer gol del curso // Imagen: LaLiga
Celebración del primer gol del curso // Imagen: LaLiga

Aunque no con tanta brillantez, en la segunda fecha del campeonato rescataron un valioso punto de su visita a Mendizorroza y en la tercera, también con sufrimiento, lograron derrotar a uno de los equipos que, a la postre, sería un rival directo en la lucha por la permanencia, el Club Deportivo Leganés.

Prohibido soñar

Como si de la peor de las dictaduras se tratase, este Sporting obligó rápidamente a su gente a dejar de soñar con una temporada tranquila. No lo iba a ser, ni muchísimo menos.

La cuarta jornada traería consigo el primer descalabro del curso. No sería el último. El Sporting visitaba el Vicente Calderón y acabaría marchándose de la rivera del Manzanares con un saco de goles sobre los hombros. 5-0 y a pensar en futuros compromisos. Sin duda, el principio del fin.

Desde entonces los asturianos acumularon cinco derrotas consecutivas hasta toparse con el peor equipo de la competición, el Granada. No obstante, tampoco fue posible sumar los tres puntos en el Nuevo Estadio de los Cármenes, por lo que la afición debía resignarse con el punto logrado. ¡A ver qué remedio!

Una semana más tarde, el equipo de moda en España, el Sevilla de Jorge Sampaoli, visitaba El Molinón. Con sufrimiento y una pizca de fortuna, el Sporting cosechaba otro puntito que servía para coger confianza y recuperar las sensaciones perdidas. Al menos, eso se creía en aquel momento. El diagnóstico no podría estar más equivocado.

Naufragio copero

Sin medias tintas. Los rojiblancos hicieron el ridículo frente al Eibar y acabaron apeados de la Copa de SM el Rey por la vía rápida. El conjunto dirigido por José Luis Mendilibar fue superior en los dos partidos y se acabó ganando el pase a la siguiente ronda sin encontrar prácticamente resistencia. Mucho que mejorar en el Sporting, que llegó incluso a arrastrar la camiseta por el césped de Ipurua, algo imperdonable y  que no se puede permitir bajo ningún concepto en un club de estas magnitudes.

El fracaso se abre camino

La liga continuaba. Es cierto que con alguna alegría aislada en forma de tres puntos, como la obtenida ante el Osasuna, otro de los equipos condenados desde bien pronto al descenso. La tónica general era encadenar derrota tras derrota. Había que reaccionar y pronto.

Tras una dolorosa derrota en casa, nuevamente ante el conjunto armero, aunque esta vez en liga, tocó a su fin la andadura de Abelardo en el banquillo sportinguista. El técnico asturiano, artífice del "Sporting de los Guajes" que logró el ascenso a la élite del fútbol español sumando la friolera de 82 puntos y que, además, mantuvo la categoría al año siguiente con unos recursos más que limitados, dejaba al equipo en posiciones de descenso  tras haber sumado solo 5 de los últimos 45 puntos en juego. Era el fin de una era, el fin del "Abelardismo" que había ilusionado de nuevo a la parroquia rojiblanca, haciéndola creer en un Sporting grande, un Sporting como el de antaño.

Abelardo dirigiendo un entreno en Mareo // Diego Blanco - VAVEL
Abelardo dirigiendo un entreno // Diego Blanco - VAVEL

Rubi, día uno

La salida del `Pitu´ trajo consigo la llegada de un nuevo técnico. El elegido por la dirección deportiva para salvar al equipo fue Rubi, que ya había descendido la temporada anterior con el Levante después de coger las riendas del conjunto valenciano en una situación muy similar a la que vivía entonces el Sporting.

Su debut en el banquillo asturiano se saldó con un empate a cero en el Benito Villamarín. Un buen resultado si se tiene en cuenta la dinámica perdedora que caracterizó todo el curso. Las sensaciones, al menos, eran mejores y parecía que el cambio de entrenador podía espolear a una plantilla en permanente letargo.

Rubi aterriza en Gijón // Imagen: Diego Blanco - VAVEL
Rubi aterriza en Gijón // Imagen: Diego Blanco - VAVEL

Una de cal y otra de arena en el mercado invernal

Tres fueron las incorporaciones que la dirección deportiva barajó para el mercado de invierno. Como siempre por estas fechas, se realizan transacciones muy buenas y otras terriblemente malas. El Sporting no fue ninguna excepción.

Del Athletic Club llegó Mikel Vesga, un mediocentro clásico, con gran manejo del balón y una lectura del juego exquisita. El de Vitoria rápidamente se hizo con el timón en el centro del campo y, junto a Sergio, Burgui y Carmona, fue unos de los artífices de la "mejoría", por llamarlo de alguna forma, del equipo en la segunda mitad de la temporada.

Desde el inicio de esta ventana de traspasos se habló de un fichaje "TOP", un jugador que llegase para marcar las diferencias y que diera todo de sí para lograr la salvación. Finalmente y, como viene siendo habitual en el Sporting, el fichaje "TOP" se acabó convirtiendo en una mayúscula decepción. Lacina Traoré, el hombre de los dos metros y tres centímetros incapaz de ganar un balón aéreo, aterrizaba en Gijón para generar más polémica que juego. Lo más curioso de todo es que, de acuerdo con sus propias palabras, el costamarfileño considera que durante estos meses ha recuperado su mejor nivel. Surrealista.

Traoré entrenando con el Sporting // Imagen: Diego Blanco - VAVEL
Traoré entrenando con el Sporting // Imagen: Diego Blanco - VAVEL

Al igual que Traoré, del Mónaco llegaba Elderson Echiéjilé. El lateral zurdo, internacional con Nigera, tuvo una presencia testimonial en los meses que permaneció a la vera del Piles. Al menos podrá contar a sus nietos que, una vez, anotó un gol con el Sporting en Anoeta. Un auténtico churro, eso sí.

Continúa el despropósito en partidos clave

Los dos partidos siguientes, frente al Athletic en el Nuevo San Mamés y el Deportivo Alavés en El Molinón acabaron en derrota. Especialmente dolorosa fue la sufrida ante el cuadro albiazul. El Alavés llegaba a Gijón con muchas bajas y, aún así, el Sporting fue incapaz de competir contra el conjunto vasco. Los goles de Lacina Traoré y Carlos Castro, puro espejismo, solamente pudieron maquillar el resultado en los minutos finales. En el fondo, se podía vislumbrar ya el descenso. Algo triste cuanto menos si tenemos en cuenta que aún era el mes de febrero.

Mientras hay vida, hay esperanza

La temporada entraba en el tramo decisivo y el Sporting viajaba a Butarque con la única opción de ganar. Una final en pleno febrero. Hasta ese punto se ha llegado en la presente campaña. Con la inestimable colaboración de Iago Herrerín, Canella adelantaba a los rojiblancos. Además, esa misma tarde, fría y lluviosa, Burgui decidió dar un paso adelante y jugar al fútbol, algo que desde las tribunas de El Molinón aún no se había visto. 0-2 y la Mareona que regresaba a tierras asturianas con una sonrisa de oreja a oreja. Su equipo estaba vivo.

Burgui celebra el gol con la afición desplazada a Butarque // Imagen: LaLiga
Burgui celebra el gol con la afición desplazada a Butarque // Imagen: LaLiga

Todo lo que sube, baja

Es una ley física por lo que no se puede dudar de ella. Este Sporting subió a los cielos y descendió a los infiernos, valga la redundancia, en cuestión de días. Los malos resultados ante el Atlético de Madrid, el Celta de Vigo, que aterrizó en Asturias cargado de bajas, FC Barcelona y, sobremanera, Deportivo de la Coruña devolvían el aroma a descenso a las gradas del coliseo gijonés.

Peor aún se pusieron las cosas cuando el Málaga, que no había ganado lejos de La Rosaleda en toda la temporada, se llevó los tres puntos de El Molinón. Ver para creer. El Sporting se había convertido en un especialista en revivir muertos… A estas alturas todo pintaba realmente mal.

Entre medias uno de los mejores partidos del año, la espectacular remontada ante el Granada en apenas diez minutos. Una pena que a la postre no haya servido para absolutamente nada…

En picado

De nuevo, el Sporting rozaba el ridículo. En esta ocasión, en su visita a San Sebastián. La Real ganaba cómodamente, sin ningún tipo de esfuerzo, a un equipo que, teóricamente, se estaba jugando la vida. Los rostros de los aficionados desplazados a Anoeta lo decían todo. Un auténtico poema. Una película de terror digna del peor guionista de Hollywood.

A la semana siguiente, el todopoderoso Real Madrid de Zinedine Zidane llegaba a Gijón plagado de suplentes. Esta vez, el Sporting si demostró ese amor propio que se le pedía y, aunque acabó perdiendo el partido en los minutos finales, dejó satisfecha a la parroquia rojiblanca. Una de las pocas veces este año.

El "flato" en la recta final

El tramo final de liga, como todo el mundo sabe, fue un auténtico drama. Leganés y Deportivo de la Coruña tenían en su poder un margen de puntos considerable con respecto a la escuadra asturiana. Ventaja que, por otra parte, no vieron peligrar prácticamente en ningún momento.

El Sporting empataba, y gracias, en el Sadar y tampoco lograba superar a un Espanyol que visitó El Molinón con la mente puesta en el sol, la playa y los tintos de verano. Desesperante.

En Villareal, lo esperado. El conjunto gijonés no hizo un mal partido, de hecho gozó de buenas ocasiones para abrir la lata y adelantarse en el marcador. Sin embargo, la lógica se acabó por imponer y el submarino amarillo se llevó los tres puntos.

Crónica de un descenso anunciado

A falta de tres jornadas para la conclusión del campeonato liguero, todo seguía igual. Salvo milagro, el Sporting sería equipo de La Liga 123 en la temporada 2017-2018. El objetivo, ganar los tres encuentros y esperar pinchazos de Lega y Depor. Misión casi imposible.

Los de Rubi hicieron los deberes ante Las Palmas y Eibar pero ya era demasiado tarde. El cuadro pepinero cosechaba un punto en San Mamés que le daba la permanencia, y el Depor hacía lo propio en el Estadio de La Cerámica. Matemáticamente, el Sporting era equipo de Segunda División. Ojalá se pudiese decir que el descenso sorprendió a la hinchada rojiblanca, pero lo cierto es que estaba asumido desde hacía tiempo.

Carmona salvó al Sporting ante Las Palmas // Imagen: LaLiga
Carmona salvó al Sporting ante Las Palmas // Imagen: LaLiga

De fiesta a funeral

El tan esperado partido ante el Betis, que supuestamente debía ser una fiesta para ambas aficiones, se convirtió en un auténtico velatorio. El silencio en las gradas solo fue interrumpido por la histórica protesta contra Javier Fernández y el resto de la cúpula directiva, que tuvo lugar en los primeros minutos del choque. El 2-2 definitivo fue lo de menos. Parece que, por fin, la afición ha despertado.

Un futuro incierto

El Sporting abandona la élite mostrando una pésima imagen. Sin duda, una de las peores temporadas en la historia de este club centenario.

Con la destitución de Nico Rodríguez y la llegada de Miguel Torrecilla a la dirección deportiva comienza un camino lleno de incógnitas y que, al 100%, será duro, largo y tortuoso. La Segunda División es una competición complicada y ascender una suerte reservada a unos pocos elegidos. Veremos que ocurre el próximo curso.

Miguel Torrecilla es el nuevo director deportivo del Sporting // Imagen: Real Betis
Miguel Torrecilla es el nuevo director deportivo del Sporting // Imagen: Real Betis