Que a John Tortorella no le tiembla la mano a la hora de administrar su plantilla, es un hecho que hasta los menos versados en los recovecos de la NHL conocen, un carácter duro que no se doblega por el puro talento, si no que exige e incluso valora el compromiso por encima de este.

Y es por eso que la llegada de Patrik Laine para vestir la casaca azul generaba dudas entre algunos analistas, porque el talento y la capacidad goleadora del finlandés son incuestionables, pero que en más de una ocasión “le falta un hervor” también es un hecho conocido. Pero después de todo lo que se espera del delantero finlandés es amasar goles, no robar discos en el forecheck.

Y aunque para otros asuntos no tiene pelos en la lengua y da juego a los periodistas, en esta ocasión, Tortorella se cuidó muy mucho de incendiar el ambiente, evitando relacionar la estancia en el banquillo de Laine a una falta de actitud o a un fallo en su último relevo donde los Jackets encajaron un gol, si no atribuyéndolo a que el finlandés necesita aún acoplarse al sistema de juego. También dejó claro que todo este tema se trataría dentro del vestuario sin intervención externa.

Pero el tiempo acaba haciendo salir la verdad a flote, y a través del periodista de The Athletic (suscripción requerida), Aaron Portzline, se ha desvelado que el banquillazo se debió a que el jugador finés se dirigió de manera poco respetuosa ("verbally disrespecting" según el artículo original) hacia un miembro del cuerpo de entrenadores de Columbus.

Ni el jugador mismo ni Jarmo Kekkäläinen, gerente general del equipo, han hecho comentarios al respecto del incidente, pero según se afirma en el mismo artículo, en este momento solo una disculpa de Laine podría enderezar la situación en el corto plazo.

Muchos intereses están en juego, Laine entra en la agencia libre al final de temporada y debe consolidar su valor a la hora de negociar, los Jackets querrían mantener a un jugador de un tipo, el de goleador nato, que han buscado durante mucho tiempo, y Tortorella no quiere perder el control de un vestuario que considera territorio sagrado. Solo el tiempo nos dirá si la mezcla de intereses deriva en un resultado satisfactorio para todas las partes.