El Gato Silva llegó a Pamplona como una necesidad. El Club Atlético Osasuna, de la liga española, deambulaba por la zona de descenso como un navío quebrado aproximándose dramáticamente al Triángulo de las Bermudas. Proa (delantera) y popa (defensa) se desmembraban por la medular ante la ausencia de un futbolista feroz capaz de devolver la estabilidad al equipo navarro. La venta durante el mercado estival del internacional iraní Javad Nekounam había dejado un vacío en el equipo que ni el mediocentro ganés Anthony Annan ni el resto de pivotes del equipo eran capaces de cubrir. Pero cuando todo parecía perdido, el vigía divisó tierra. Un islote de esperanza en medio del océano, un mástil al que agarrarse antes de dejarse llevar por la marea. El mercado de invierno trajo antes de comenzar la segunda vuelta una oportunidad de enmendar los errores de una dirección deportiva que había fracasado en la búsqueda de un medio destructor y de un volante creativo. Y la solución, acertada, fue la contratación del futbolista chileno. Un todoterreno, una navaja suiza de Quillota, un hombre artista con alma de obrero.

Llegó a España como un volante creativo y terminó como zaguero

Pero, como dicen en España, quien mucho abarca, poco aprieta. Nada más llegar a Pamplona –en condición de préstamo por la Universidad Católica—, el chileno se hizo casi de forma automática con la sala de máquinas de la nave rojilla. De los 16 partidos que pudo disputar desde su llega al equipo el 21 de enero, Silva se vistió de corto en los 16 y solo vio la primera parte desde el banco el día de su debut y dos partidos más tarde. Su capacidad de distribución en el centro del campo, algo de lo que adolecía Osasuna hasta su fichaje, se convirtió en el gran valor del cruzado, que salvó la categoría en la penúltima jornada y se ganó su continuidad en los cuatro meses que jugó en Pamplona, a petición expresa del entrenador, José Luis Mendilibar.

El conjunto navarro desembolsó al equipo propietario de sus derechos 1,2 millones de euros, cifra acordada en la opción de compra de su contrato, dando el salto definitivo a la Liga Española. Osasuna se hacía con un hombre con gran capacidad para ordenar el juego del equipo, buen desplazamiento en largo y sacrificado en labores defensivas. Sin embargo, su presencia sobre el piso mantenía a duras penas la nave rojilla unida. En su segunda temporada en Pamplona, el Gato dio un paso atrás, dando cada vez más paso a su faceta defensiva y dejando de lado su participación en ataque. El club, consciente de que el chileno era incapaz de conducir la pelota más allá de sus dominios, se hizo en ese mismo mercado de verano con el argentino Emiliano Armenteros –un hombre de sobra conocido por los Jaguares– para solventar esa carencia de fútbol ofensivo y agravar, más si cabe, la aportación del Gato en cancha rival.

Su zona de influencia se reduce a cuatro o cinco metros

El experimento no surtió efecto. Ni con Emi, un jugador de tremenda calidad pero escaso recorrido, ni con Silva, cuya zona de influencia se reducía a unos cuatro o cinco metros a su alrededor. El equipo navarro descendió a la Segunda División y, mientras Armenteros fichaba por el Chiapas, la salida del volante –exigida incondicionalmente por agente y jugador– se bloqueaba ante las pretensiones económicas de Osasuna; tanto, que el chileno llegó a disputar con el equipo navarro la primera jornada de la pasada temporada, 2014/15, en un partido en el que el Gato llevó al extremo sus condicionamientos defensivos.

Gato Silva (i) y Cristiano Ronaldo en un partido en 2014. Fotografía: Zimbio.

​​Brujas: drama gatuno

Tras un verano prácticamente integro con su selección, en la que el jugador de la Juventus de Turín Arturo Vidal es dueño y señor de la medular, Silva llegó a la pretemporada de Osasuna –muy a su pesar– con nuevo técnico y rol: defensa central. Y fue ahí, en el eje, donde disputó su primer y único partido de la temporada con el equipo español, dejando para el recuerdo una magnífica actuación ante el filial del FC Barcelona. Sin embargo, una semana más tarde, el equipo hacía oficial su pase al Club Brujas de la liga belga por 400.000 (cesión) y 2,1 millones de opción de compra al término del curso. Una operación que acabó por minar la moral del Gato.

Silva disputó con el Brujas poco más del 30% de los partidos

En 21 partidos con la camiseta azul y negra –aproximadamente el 36% de los disputados por el equipo–, el chileno ha acumulado tan solo 1.332, repartidos entre liga y Playoff, copa de liga y UEFA Europa League. Durante la pasada temporada, el Gato se convirtió en un jugador residual para el técnico Michelle Preud'homme, que no solo le hizo ver la mayoría de los encuentros desde la banca, sino que fueron muchas las ocasiones en las que el futbolista chileno se quedó fuera de la lista de convocados. Un calvario para el futbolista que, ante su intento frustrado de abandonar el equipo a mitad de temporada, llegó a decir a El Mercurio que veía prácticamente imposible su nominación para la pasada Copa América de Chile. "Es difícil que pueda estar sino juego acá", decía.

Silva con la camiseta del Brujas. Fotografía: Voetbalkrant.

Finalmente, un golpe de suerte le permitió estar en el torneo con su selección. La lesión del atacante Edson Puch le valió la llamada de Jorge Sampaoli, una decisión que fue muy criticada en el país andino. A este respecto, cabe recuperar las palabras que le dedicó al Gato el periodista Marco Sotomayor en el diario digital El Mostrador, y que ejemplifican a la perfección los vaivenes del viaje del futbolista por Europa. "Silva –cuya verdadera función es la mediocampista de quite, a lo sumo un mixto, pues tiene buen golpe de balón– ocupa en la Roja el extraño rol de zaguero central. Así jugó en Brasil 2014, sin ofrecer garantías en un puesto que no domina. Sólo la miopía del técnico argentino justificó ver a Silva acompañando a Gary Medel en el medio de la zaga", opinaba el redactor chileno a propósito de su convocatoria para la Copa América.

El Bayer Leverkusen le quiso fichar para cubrir la baja de Arturo Vidal

Y es que la indefinición de Silva, gestada principalmente en el Mundial de Brasil 2014, es el gran lastre que el volante chileno lleva arrastrando las dos últimas campañas. En este punto, merece la pena mirar atrás, a su etapa en la Universidad Católica, la que le valió su llegada en 2013 a la que es, para muchos, la mejor liga del mundo. En ese momento, los informes de Osasuna hablaban de "uno de los mejores centrocampistas de Sudamérica", un futbolista de gran despliegue físico pero, sobre todo, con una genial visión de juego y fuerte golpeo de balón llegando desde segunda línea. Un hombre capaz de desempeñar su labor, no solo en la medular, sino también en ambas bandas. Un hombre que, en 2011, despertó el interés del Bayer Leverkusen para sustituir al recientemente traspasado Arturo Vidal.

Indefinición

¿Quién amedrentó al Gato? Nadie lo sabe. Pero lo cierto es que del futbolista que prometía ser cuando llegó a España apenas hemos visto unas tenues pinceladas.

Hoy el felino no caza de mediocampo para arriba, sino que aguarda en su madriguera por detrás del eje. Su rendimiento en México dependerá entonces del rol que le asigne Ricardo La Volpe. Si con Silva quiere un pivote defensivo capaz de lanzar a su equipo en manada desde su propia cancha, lo tiene; si con Silva quiere un zaguero central inteligente y con salida de balón, lo tiene; si con Silva quiere un cerebro en la medular que distribuya y conduzca la pelota, es toda una incógnita.

Aunque, quien sabe, quizá su vuelta al continente le venga bien para recuperar ese instinto ofensivo que desvió para sí las miradas de ojeadores de las mejores ligas de europa. Todo depende de si los Jaguares consiguen sacar al Gato de su escondite.